Bajo el imperio del modelo privatizador menemista, muchas organizaciones y personas asumimos el compromiso de denunciar que esa política, además de extranjerizar el patrimonio nacional, haría pagar un alto costo a trabajadores del sector y a los usuarios.
Consumado el hecho, nuestra posición fue la de exigir controles para lograr que las empresas realizaran las inversiones necesarias y que además dieran cuenta del tamaño de extracción que realizaban. Nunca renunciamos a plantear masiva e intensamente la necesidad de recuperar la Energía Nacional, con el convencimiento de que sin el manejo de esta riqueza sería imposible saldar la deuda interna, la deuda social.
Hoy, cuando la mayoría de los argentinos recupera la esperanza y desde el gobierno se impulsa un cambio de sentido de algunos paradigmas instalados por el neoliberalismo, queremos señalar que es necesario que trabajadores, usuarios y gobernantes aúnen conceptos para evitar que esa esperanza se diluya como consecuencia de no cortar el saqueo de los recursos fundamentales y estratégicos que están en la energía.
La falta la provisión de gas natural que ataca también la producción de GNC es la última de las presiones del sector privado y muestra el avance sobre los nuevos planteos políticos. Esta situación, que avanzará sobre los hogares en poco tiempo más, tiene una sola razón: las privatizadas no invirtieron ni invierten porque no les interesa proveer este recurso natural a un pueblo sin trabajo, sin inclusión social y sin capacidad de demanda.
El modelo afirma: para los pobres el gas caro (GLP o gas de cocina) y para los demás el gas natural, siempre que no haya que realizar inversiones nuevas, ni grandes mantenimientos de las viejas.
El modelo se sostiene desde la exportación-exacción de riquezas estratégicas.
Desde la privatización {{no se hicieron los gasoductos que hubieran satisfecho la demanda nacional}}: la contracara de este menoscabo fue la construcción de {{9 gasoductos destinados exclusivamente a la exportación del gas argentino}}. No se invirtió en la exploración de gas y petróleo.
Acompañando la esperanza de la mayoría de los argentinos no podemos dejar de plantear que vemos con preocupación que la Secretaría de Energía trabaje desde dentro del modelo con arreglo a los planteos de las empresas transportistas y distribuidoras de gas, las multinacionales petroleras, en la misma dirección que le dio origen: salvar el interés privado. En esa línea, el Estado promete a Techint financiar el (30%) del gasoducto norteño argentino (GNA), mantiene el esquema de invertir para que el {{ciento por ciento de la renta se la lleve la privatizada}}.
Cuando se habla de importar gas de Bolivia lo que se hace es {{utilizar las viejas inversiones}} de Gas del Estado para no realizar obras nuevas. {{El gas boliviano}} vale el triple del gas internamente pesificado, y hasta hace poco tiempo congelado.
El descongelamiento tarifario actual que permite a los grandes usuarios comprar gas natural a los petroleros, obviando la intermediación de distribuidores y transportistas, está hecho a la medida de la empresa Repsol.
El modelo neoliberal es un modelo desindustrializador y concentrador. Si se sigue dentro del modelo energético neoliberal se irá yendo de problema en problema. Las verdaderas soluciones están afuera del modelo: de los laberintos se sale por arriba y no por los costados. Como se rompió con la lógica del pago de la deuda externa con la quita del 75%, hay que plantearse la recuperación de la energía para la nación desde otro lugar.
Aunque los grupos concentrados económicos se resistan, {{para recuperar nuestro gas natural hay que crear una empresa pública que lo administre}}, estableciendo que la satisfacción de la demanda de la población argentina prime sobre las rentables ganancias empresarias por la exportación-exacción. Hay que cambiar la lógica re-privatizadora y plantear la recuperación del patrimonio nacional.