«Yo creo que estamos ante una crisis energética de carácter estructural y no una crisis de coyuntura, porque hay crisis que se producen -digamos- por un error humano, o por desastres climáticos, donde se caen un par de torres transmisoras, entonces hay problemas coyunturales. En cambio, esta crisis es estructural, de fondo ¿y por qué? Porque estamos ante el fracaso de un modelo energético basado en el neoliberalismo. Modelo cuyo fundamento es la propiedad privada y cuya planificación fue la segmentación de todo el sistema, es decir la división y la separación entre lo que es producción, transmisión y distribución de la energía.
Y la idea nace porque había que romper el monopolio del Estado en el plano de la energía. Porque este monopolio -decían- era lo que no permitía que fuera eficiente, rentable. Además, el proceso de privatización iba a producir ganancias para que el país pudiera resolver los problemas sociales.
{{-Bueno, ¿por qué la crisis?}}
-Porque no se hicieron las inversiones, porque el modelo que impusieron está basado en que la energía no es un bien social, es un commodity, una mercancía. Entonces las empresas privadas actúan en función de la rentabilidad económica: ganar lo máximo posible gastando lo menos posible. No les preocupa procesos de inversiones que respeten los intereses del pueblo argentino. Las inversiones que hicieron son simplemente para garantizar la mayor venta del producto, fundamentalmente fronteras afuera. Y esto hay que decirlo, en gas, por ejemplo, sí que invirtieron. Piense que se hicieron nueve gasoductos, siete para Chile, uno para brasil y uno para Uruguay.
Esto tiene una explicación: al vender el gas fronteras afuera se lo pagan a precio internacional, 1,20 dólar, 1,40 por cada 30 metros cúbicos. Eso cobran vendiéndolo afuera. Ahora, por vender ese mismo gas en Argentina cobran 40 centavos de dólar. Esta diferencia es porque el gas tiene un precio interno basado en el costo interno, (cosa que no pasa con el petróleo: algo que ya lo vamos a explicar).
Entonces la crisis nace por una simple ecuación económica pero basada en recursos naturales que pertenecen al país, que son un patrimonio argentino pero que desgraciadamente en la década del 90 se entregó, se regaló, se privatizó, se concesionó de una manera que las empresas privadas deciden su acción sobre los mejores escenarios, los más rentables.
Bueno, ya tenemos la crisis. También tenemos que los grupos económicos están ejerciendo una presión desmedida sobre el Gobierno a efectos de garantizar sus ganancias. Y lo que hacen es decir que, si se aumenta la tarifa, se resuelven los problemas de inversión. Lo cual es mentira. Hay inversiones que no se hacen desde 1996, 1998, según el sector. Además la crisis de la devaluación de la que tanto hablan, es del 2002 a la fecha, y aquí estamos hablando de inversiones que llevan mucho tiempo en ejecutarlas y ponerlas en producción. Otra cosa: ninguna empresa privada ha quebrado porque no haya actualización tarifaria, entonces queda claro que los grupos económicos ejercen una fuerte presión, en este caso contra el Gobierno Nacional, ya que el Gobierno tiene, de alguna manera, la actitud de no avalar aumentos de tarifas al usuario residencial.
Esta es una base de la cuestión. La otra es que las empresas gasíferas -muchas de las cuales al mismo tiempo son petroleras- quieren tener la misma ecuación económica que con el petróleo. Mire, Argentina es el único país en el mundo, que cuando sube el barril de petróleo en el mercado internacional, pierde, y cuando baja el barril de petróleo a nivel internacional, también pierde. ¿Por qué es esto? Porque Argentina paga el barril de nuestro petróleo en el mercado interno a valor internacional. Esto parece perverso y lo es.
{{-¿Cuánto cuesta comercialmente producir un barril de petróleo en Argentina?}}
-Entre 8 y 11 dólares, dicen los expertos y distintos estudios realizados. Ese es el costo para obtener un barril de petróleo y ponerlo en comercialización.
{{-¿Cuánto cuesta el mismo barril a nivel internacional?}}
-Bueno, fluctúa entre 30, 32, 36 dólares por barril de petróleo. Nosotros lo pagamos como si el barril lo importáramos, como si no se produjera en la Argentina.
No hay precio del costo interno ni importa, se pagan precios internacionales. Las gasíferas quieren igual trato, quieren cobrar el precio internacional. Es decir que Argentina, un país que tiene hidrocarburos, paga como si los importara. Esto es lo que están buscando las empresas gasíferas en el país. Ésta es la pata de la sota: invierten en gasoductos para afuera y no hacen uno aquí, en el país, sencillamente porque lo otro les da más ganancias.
Otra cosa es el control sobre las empresas. Fíjese que las empresas petroleras dicen lo que extraen a simple declaración jurada. No hay un mecanismo de control por parte del Estado. La empresa que extrae se presenta y dice, yo extraje tanto. Es como si a uno le entregaran un peaje en cualquier ruta y todos los meses fuera y dijera, bueno, por el peaje pasaron 10 coches. Como no hay control, si pasaron 100 se cree lo que yo digo, que pasaron 10. Las petroleras hoy están controladas de esa manera.
Pero volvamos a la crisis. Esta crisis de la que hablamos, es una crisis no fácil de resolver. Si bien hay medidas coyunturales del Gobierno, importantes, como haber acordado con Venezuela importar petróleo, como haber acordado ahora con Bolivia el tema del gas, con Brasil el tema de la importación de energía eléctrica. Son medidas interesantes, que hablan de una política energética en la región, que es obvio que está planteado estratégicamente a largo plazo. No parece que simplemente sea por una integración de emergencia. Nos parece que esto va más allá de lo que puede ser una crisis de carácter coyuntural. Pero insisto, la crisis está originada por los grupos económicos, y por el modelo implementado, dado que los únicos que tienen todo el poder de la decisión son ellos. Digamos que el ente regulador no existe. Esto está absolutamente demostrado. No existe porque ha sido casi un apéndice de las privadas. Y ellos son los que manejan el mercado.
{{-¿Se pueden modificar los contratos?}}
-Sí, se pueden modificar. Si se aplicara la Ley de Emergencia Económica -última ley que se aprobó en la época de Eduardo Duhalde-, esa ley dice claramente que antes de priorizar u otorgar un aumento tarifario, hay que discutir el pliego de condiciones. Esto es fundamental. Ver los pliegos, modificarlos a favor nuestro, de los argentinos. Pero ahora vemos esta política dual expresada dentro del mismo ámbito del gobierno entre el ministro Lavagna, quien dice que tiene que haber aumento de tarifas y, por otro lado De Vido que dice que no, que primero tenemos que discutir los pliegos y hacer una renegociación. Esto es expresión no solamente de dos posturas sino también de dos actitudes, de dos políticas. Una respetando la Ley de Emergencia Económica y la otra rompiendo las reglas del juego.
Por otra parte, existe una Ley de Hidrocarburos, la ley dice claramente que no se puede exportar si primero no se abastece el mercado interno argentino. Sólo después de abastecer la demanda interna yo puedo exportar. Es lógico, no voy a tener un recurso energético y los argentinos vamos a padecer ausencia de ese fluído y vamos a estar exportando gas. Un principio lógico. Primero el mercado interno. Esto dentro del marco de la Ley.
Obviamente, quienes estamos por la recuperación del patrimonio nacional, decimos que la salida es la recuperación de dicho patrimonio; no hay otra salida porque todo lo que se quiera hacer en el marco de este modelo neoliberal energético, es alimentar la situación existente y, a la larga o a la corta, es agravar los problemas que tenemos. También decimos que el límite no es la reprivatización: el límite es ir por la recuperación del patrimonio argentino. Es decir, que el Estado vuelva a ser rector de las políticas. Esto no quiere decir que se esté planteando lisa y llanamente una reestatización, volver al pasado: la nacionalización a la vieja usanza. No, pueden ser mecanismos instrumentales a discutir (eso lo dejo en todo caso para los teóricos). En la práctica concreta, el Estado tiene que ser quien tenga un proyecto nacional que determine el uso y planificación de estos recursos estratégicos. Es decir que el Estado no puede seguir siendo un Estado bobo. Por otra parte, el Estado no puede ser el socio menor de las empresas privadas. Necesitamos un Estado que rija la situación energética en la Argentina.
Por otra parte, nuestro planteo en el sentido de la disponibilidad de las ganancias es que el Estado debería reducirlas, ya que las petroleras dejan fuera del país el 70 por ciento de los dólares que ganan. Es una forma de empobrecernos. Ver cómo obrar sobre esas fabulosas ganancias, cómo se dispone, digamos, (cómo) la usan, a dónde la envían. Estamos hablando de un patrimonio nacional, un recurso de los argentinos. Ellos se llevan todo afuera.
Hace poco, en medio de la crisis, el gobierno amenazó con aumentarles el 10 por ciento de las retenciones. Sólo con el petróleo ese porcentaje significaría la recaudación mensual de 25 millones de dólares. Y con 25 millones de dólares se puede hacer muchas cosas, ¿cierto? Tampoco está claramente establecida la obligación en los pliegos licitatorios, qué es la cantidad que se debe invertir en el país. Veamos lo de Techint. Se va a hacer un gasoducto para traer gas de Bolivia. El Estado se ha comprometido públicamente a poner entre el 25 al 30 por ciento de la obra, lo que suena como un subsidio. Ya que cuando Techint tenga el manejo de la comercialización, de la caja, de la renta, no va a dar nada al Estado. A nosotros nos parece que el Estado no debe tener una política de subsidio a capitales privados porque si no ¿dónde está el capital de riesgo?
¿Dónde está el famoso argumento que ha hecho del capitalismo su esencia de ser: el capital de riesgo? Hay monopolio, hay precio internacional, hay subsidio de Estado ¿dónde está el capital de riesgo?
Bueno. La energía es un problema de todos, no sólo de los que saben, de los técnicos o como algunos medios de información plantean a la sociedad, que es una confrontación entre las privadas y el gobierno. No, esto es una confrontación entre las privadas y el pueblo argentino. Un pueblo que no dispone de sus propios recursos, en este caso, energético, no tiene perspectiva, no tiene futuro. Los trabajadores tenemos que preocuparnos por tener injerencia sobre estas decisiones, hay que buscar con la movilización de apuntalar políticas que ayuden a recuperar soberanía, ya que si no recuperamos soberanía sobre la energía, creo, no existe perspectiva de país.
Nosotros decimos, los recursos están en los peajes, en la telecomunicación, están en ferrocarriles, en los valores de la energía, pero esos recursos que son patrimonio de los argentinos, no los mandamos nosotros, no tenemos poder de decisión sobre los mismos. Por lo tanto, a los argentinos no les sirve que crezca Repsol, porque Repsol crece para España, para la casa matriz, pero a los argentinos no les genera nada que crezca Repsol. Si crece el peaje, sólo ganan más los concesionarios. Mire, no hay rutas nuevas realizadas por las concesionarias de peaje. Esto está claro, cuando ganan ¿quién se beneficia? Las empresas privadas. Todos estos años de privatizaciones para el pueblo argentino, todo esto ha sido más hambre, más desocupación o como los 220 pesos de los jubilados que fueron congelados desde hace una década.
Por eso decimos que no es una crisis de coyuntura. Estamos ante una crisis estructural. pero también estamos ante la oportunidad de revertirla, de lograr a través de un comportamiento de lucha, de manejar nuestra propia energía y en beneficio del pueblo argentino y no de unas pocas empresas que sólo -como también lo dije- buscan mayor ganancia con menos costos posibles. Y ya lo sabemos, desde ese lugar no se puede planificar un país. No, el Estado no puede seguir ausente en este problema.