Se han realizado medidas de fuerza del conjunto de la organización y algunas acciones de carácter local, llegando el conflicto al ámbito del Ministerio de Trabajo que ya ha dispuesto las inspecciones de las empresas denunciadas, dado que éstas no han satisfecho los requerimientos del citado organismo.
Creemos que los acuerdos a los que se ha arribado con EDEA, las cooperativas de Balcarce, Mar de Ajó, Pinamar, la reciente firma con Centrales de la Costa y un inminente acuerdo con Maipú, muestran un camino posible de entendimiento y buena voluntad. Pero, desde algunos ámbitos cooperativos, se plantea que cumplir con el pago del decreto implica llevarlas a la quiebra. Lo cierto es que, en nuestra jurisdicción, dos cooperativas fueron a convocatoria de acreedores y no fue justamente el aumento salarial lo que gestó esta crisis.
Las cooperativas surgieron como instrumento solidario de las comunidades para proveer servicios esenciales que el Estado no prestaba y donde los intereses privados los abandonaron bajo el concepto de rentabilidad. Hoy, muchas de esas cooperativas amplían su espectro de actuación, abordando actividades ajenas a sus orígenes y respondiendo en muchos casos a decisiones de cúpula, lejanas a los intereses de los asociados. Así tenemos proyectos de clínicas, compañías de transporte, etc.
Se ha sostenido que al frente de algunas cooperativas hay intendentes frustrados, y también hay muchos dirigentes que hoy ocupan cargos políticos para los cuales las cooperativas han sido un trampolín. ¿Es esto un pecado?. No. Lo que sí cuestionamos es el punterismo político, el clientelismo, la profesionalización de los consejos de administración con gran cantidad de miembros rentados, la aparición de verdaderas legiones de asesores pagos, el uso discrecional de los fondos. Moralmente, mucha gente no está en condiciones de decir que “pagar el decreto 392 es llevar a la quiebra la cooperativa”.
Todo esto no nos impide ver que muchas empresas tienen problemas reales y se les hace difícil cumplir, hemos dialogado y seguimos dispuestos a dialogar. Desde ya, no compartimos la idea de que el aumento tarifario es la tabla de salvación ni mucho menos, como opinan la mayoría de las empresas. Para nosotros, el aumento tarifario es un enorme negocio de las grandes empresas multinacionales generadoras, transportadoras y distribuidoras, y colateralmen-te, de los gobiernos que ven incrementada su recaudación vía impuestos.
Aquí están los que se llevan ‘la parte del león’. Los trabajadores venimos de más de diez años de congelamiento salarial, un proceso que ha deteriorado nuestras condiciones de vida. El pueblo que hoy debería afrontar un aumento de tarifas está mayoritariamente sufriendo la pobreza. Las cooperativas tendrían que llevar una lucha unida para salvaguardar los intereses de sus socios y no clamar por un aumento tarifario que va a golpear el bolsillo ya castigado de sus representados. Es el camino más difícil: enfrentar a los poderosos.
Pero es el único que nos ofrece futuro con dignidad.
{{En esa huella nos pueden encontrar y podemos compartir el rumbo.}}