Este tema preocupa mucho a las mamás, y la pregunta más frecuente que se realiza en el consultorio dental es ¿Qué hago con los dulces?, ¿le doy o no caramelos para que no tenga caries…?, ¡qué problema!, ¿no? Porque por más que lo controlemos en casa, la criatura también los puede ingerir en el colegio, en un cumpleaños, o en la casa de algún pariente. Y en honor a la verdad, los dulces son parte de la niñez. Así que vamos a ver cómo solucionamos esto.
Lo más importante que tenemos que tener en cuenta es entender qué es una caries, cómo y quiénes la producen. La caries es un proceso de desmineralización o reblandecimiento de un tejido duro, como lo es el esmalte dental que cubre a todas la piezas dentales, y este proceso sigue hasta la parte más interna de ellas, la dentina. Ahora bien, lo más importante es quiénes la producen. El principal factor etiológico es una serie de bacterias que tenemos en nuestra abundante flora bacteriana bucal, la más específica que nos preocupa en este caso se llama LACTOBACILOS. Se denominan así porque producen ácido láctico, y este ácido es el encargado de desmineralizar el esmalte, mejor dicho atacarlo y producir la caries. Ustedes se preguntarán qué relación tiene esta bacteria con los dulces, es sencillo, esta bacteria se alimenta de los dulces, más específicamente de la sacarosa que queda depositada en las superficies dentales, cuanto más dulces tienen para ingerir estas bacterias más ácido láctico producirán, por consiguiente, mayor riesgo de caries existirá.
Con respecto a esto hay un estudio realizado sobre los momentos en el día en que un niño tiene la boca dulce. Para ser más claro, es mucho más perjudicial para él, comer cuatro caramelos repartidos en todo el día sin cepillarse, que un paquete de ellos en un solo momento en el día, para luego cepillarse los dientes.
Para redondear la idea de prevención de caries, bajando los momentos de ingesta de dulces en el día, teniendo una correcta calidad y frecuencia de cepillados al día (tres por lo menos) el uso de fluoruros y la visita periódica a su odontólogo, podremos conservar una buena salud bucal de nuestros hijos y -por qué no- de nosotros también.