El viernes 24 de febrero, luego de firmar el Acta Acuerdo entre el Sindicato Luz y Fuerza Mar del Plata y ESEBA SA, hubo un acto en plaza Forja para proceder al levantamiento de la Carpa de la Solidaridad.
El fin del conflicto significó un triunfo por la reincorporación definitiva de los trabajadores cesanteados.
En realidad, el reclamo se venía desarrollando desde mucho antes. La intensidad de las protestas fue en aumento en la medida en que se avizoraba cada vez más claramente las intenciones de privatizaciones y despidos masivos, que por esos tiempos, y de la misma manera que se habían impuesto a nivel nacional, en la prestación de otros servicios, se venía impulsando desde los grupos de poder, las empresas multinacionales, el propio gobierno, los medios de comunicación, e incluso, algunos gremios traidores.
Durante el tiempo previo a la decisión de instalar la carpa de la Solidaridad, pero más firmemente a partir de ella, el Sindicato Luz y Fuerza Mar del Plata entabló una lucha dirigida a defender las reivindicaciones y los derechos de los trabajadores y de los usuarios, a partir de la seguridad de que la Empresa le pertenece a los usuarios, y a los trabajadores.
En todo momento la comunidad acompañó, se comprometió, fue solidaria, les dieron el valor y el empuje necesarios para sostenerse en el tiempo hasta la victoria final. Se juntaron 72 mil firmas por esta causa (cantidad superior al número de votos necesario para elegir un intendente en ese momento) que se llevaron a la gobernación bonaerense; y otras 7 mil que fueron presentadas en el Honorable Concejo Deliberante.
En sus palabras a los presentes en el acto de la noche del 24 de febrero, José Rigane expresó que “la carpa nos permitió comprender que era posible la lucha, objetar las intenciones de la empresa, generar iniciativas, encontrarse con las propuestas de la comunidad para mejorar las nuestras y seguir adelante con la lucha” (…) y “se fue convirtiendo, con los días, con los meses, en el símbolo también, de la unidad de los trabajadores de Luz y Fuerza”.
Este último aspecto constituye un valor fundamental ya que las 23 cesantías, así como el resto de las intenciones de la empresa y de la FATLYF, fueron las de desintegrar la organización gremial del Sindicato Luz y Fuerza Mar del Plata, al que ya habían expulsado 2 años antes de manera ilegítima e ilegal, por parte de quienes, además, ya desde entonces integraban el directorio de la empresa. Nuestro sindicato, pese a este enorme poder al que se enfrentó, pudo demostrar, a partir de su propia cohesión y del apoyo de la comunidad, que estaba más unido que nunca, y que esta instancia de lucha significaría un crecimiento muy importante, y un paso más en su misión de recuperación de los principios básicos que hacen a la esencia de las Organizaciones Sindicales, como son la democracia, la participación, y el no compromiso con las patronales, el Estado y los partidos políticos.
A su turno, el doctor Marcelo Bustos Fierro, uno de los asesores letrados que trabajó desde el ámbito legal en este conflicto, resaltó que “este es un triunfo de todos, pero fundamentalmente es un triunfo de la ética, es un triunfo de la solidaridad, de las ganas de construir poder de los trabajadores, por eso hay que destacar que todos creyeron en todos, y que por eso fue posible este triunfo”. El entonces ex diputado nacional Carlos Raimundi, quien también adhirió al reclamo de esos más de 7 meses, recalcó que “muchas veces el pueblo tiene la voluntad y la fuerza para luchar y sin embargo se encuentra con dirigentes que claudican, que se venden, que caen presas del chantajismo y la extorsión del poder. Y si este pueblo tuvo éxito, es por el pueblo, pero también porque tuvo dirigentes que son un ejemplo de no claudicación, de no venderse, de no resignarse, y de ser los verdaderos representantes de los intereses de los trabajadores”.