{De la CTA, de algunos sectores como los movimientos críticos a la globalización capitalista, los movimientos autonomistas, que surgen en diciembre de 2001 y trabajan en algunas asambleas, la izquierda que anima a cierto sector del movimiento piquetero, la izquierda más autónoma, más independiente, dice Tarcus, podría articularse un nuevo espacio que siente las bases al proyecto del ingreso ciudadano. Un espacio de intervención interesante. Una propuesta que permite desclientelizar la política, en lugar de disputar planes y entrar en esa lógica. La izquierda podría dejar de estar pendiente de los regímenes burgueses, esperando que caigan para reemplazarlos, y quizá podría elaborar una estrategia propia. El régimen capitalista no tiene una respuesta al problema de la desocupación. La perspectiva de largo plazo, si se proyecta en el futuro la dinámica capitalista, es una sociedad crecientemente dual. Ya no es la situación del ejército industrial de reserva de Marx, sino una situación estructural e irresoluble. Desde mi punto de vista, esta crisis implica una crisis civilizatoria que solamente un orden social diferente, se llame socialista, poscapitalista o de otro modo, podría resolver. Esa función civilizatoria, que en algún momento tuvo el capitalismo, podría ser recuperada por una izquierda que piense en términos de estos problemas estratégicos. Y una forma, aún experimental, puede consistir en ensayar políticas que vayan en camino al ingreso ciudadano.}
Algo que para Tarcus no es imposible, más si -como asegura- {hace un siglo atrás el derecho a la huelga o la jornada de ocho horas parecían descabellados y hoy son una realidad.}