No todas son historias desagradables, la militancia también abre la posibilidad de conocer personas valiosas, tan comprometidas como ellos, aunque desde otro espacio, como la música. “En ese momento conocí a Víctor Heredia en uno de esos festivales solidarios. Él tiene algo que no se olvidó nunca: una vez estaba por tocar en solidaridad con unos compañeros detenidos de Córdoba, me acuerdo que en ese momento Agustín dijo {‘ese pibe tiene futuro’}. La cosa es que me tocaba brindarle seguridad y lo llevamos a la casa de un compañero, y yo le dije que esa era la casa del Perro, así le decíamos al compañero, y como 20 años después, nos encontramos en Neuquén con Víctor, y me recordó que lo habían atendido muy bien, y que quería volver para agradecerle al Perro”.
Para entrar en lo más profundo de la entrevista, Antonio nos contó algunas anécdotas compartidas con Tosco. “No tenía un año de trabajo, y fui elegido como delegado, y se aceptó, en una delegación de como más de cien compañeros, incluso contra el estatuto, aunque se nos permitió aceptar eso. Una noche, mientras lo cuidaba, dejé de sentir el teclear de la máquina de escribir, y me asomé, y vi que se había dormido, y como hacía frío, había una frazada, lo tapé y me volví al lado de la puerta donde estaba. Al rato, como estaba muy frío, me puse otra silla para estirar los pies, después otra para estirarme un poquito, y me despertó de vuelta el tableteo de la máquina de escribir, sólo que cuando me intenté mover estaba tapado yo con la frazada. Me había tapado antes de seguir trabajando. Así se fue generando una confianza grande y mutua”.
{{{La conspiración de los iguales.}}}
Fue un trabajo muy arduo, tuvimos que afinar varias cosas, lo buscamos en el lugar que estaba en la clandestinidad, junto con algunos compañeros, como Carlitos Marli, que ya desapareció, y lo llevamos a embarcarse, allí en el centro de Córdoba.
En el momento de llegar se corta la luz, hay un corte general, hecho por los compañeros, duró 4 ó 5 minutos y cuando volvió la electricidad estábamos ya instalados en el camarote, pero inmediatamente apareció una linterna alumbrando los escalones; hasta esos detalles estaban previstos, y después el anuncio de que todo estaba bien, que estaban convenidos con el guarda, con quien habíamos convenido que nadie salía del camarote, en todo el viaje, hasta llegar a una estación, que no era parada de ese convoy.
Entonces el coche bajó la marcha, como también estaba arreglado, y nos arrojamos del tren y nos subimos a un coche que nos estaba esperando en ese lugar. Estuvimos prácticamente 15 días, con entrevistas maratónicas de política, culturales, del campo social. Tratando de vertebrar un conjunto de fuerzas que fuera capaz de producir una asamblea nacional que se hiciera cargo del Estado, en vez del gobierno militar que asumió con el golpe del 76.
Evidentemente, no lo logramos, y ahí comienza realmente a enfermarse Agustín, comienza a mostrar los síntomas de su enfermedad. Ahí estuvimos prestando mucha atención, estuvimos en Buenos Aires, y en Córdoba, viendo doctores, era muy difícil llevarlo al médico, se resistía mucho. Y como vimos algunas cosas que nos preocuparon, logramos armar una entrevista con un médico, sin que él se diera cuenta, que cuando nos descubrió nos puteó a todos, pero ya estaba hecha la cosa”.
{{{Momentos de distensión}}}
No eran muchas las posibilidades de distraerse por entonces, pero de todas formas, se las ingeniaban para poder tomarse algún momento de esparcimiento sobre el que también nos cuenta Antonio…. “Recuerdo que la política sindical, la política con mayúsculas, la vivíamos muy intensamente, era un proceso muy dinámico en donde había que estar en un continuo movimiento a cada hora. Esta había sido una semana muy brava, muy agitada. Entonces, con algunos compañeros, Susana Funes, la compañera de Agustín, y Carlitos Marli, con quienes compartíamos la responsabilidad de su seguridad y también la alegría de acompañarlo a todos lados, que lo veíamos muy cansado, muy agotado, luego de culminar una asamblea general que teníamos en el sindicato, que terminó alrededor de la una, una y media de la mañana, le dijimos apenas terminó la asamblea, -el vivía casi donde trabajaba, tenía una habitación que era del portero, donde se quedaba permanentemente- de realizar un viaje para el sábado, domingo y lunes que era feriado. Habíamos pedido una casa a un compañero, en el Valle de Punilla, teníamos todo armado, incluso una disparadita a Mina Clavero, hasta la zona serrana, que es muy linda.
Cuando terminó la asamblea, le dijimos que nos íbamos a levantar temprano al día siguiente para irnos. Se acostó y dijo que estaba cansado, que tenía ganas de dormir, y nos costó para levantarlo a la mañana temprano. No quería ir, quería quedarse. Se nos encaprichó como un chico, se nos empacó, no quería moverse. Y logramos que, hasta ayudando a vestirlo, saliera. Bajó en el ascensor con la cara larga, se sentó atrás en el vehículo que teníamos preparado. Salimos y llegamos tipo 5 de la mañana a la casa de este compañero, que nos estaba esperando.
Cuando llegamos nos acostamos enseguida a dormir, y fue él el que se levantó temprano al otro día, nos fue a despertar a eso de las nueve, y nos llevó mate a la cama.
Y ahí dijimos que se nos hacía tarde para el almuerzo. Cuando salimos afuera, él ya había prendido el fuego y tenía los pollos listos en la parrilla.
{{{Enseñanzas, valores, experiencias}}}
El relato pasa, firme y seguro, pero a un ritmo tranquilo, pausado, reflexivo, por tonos y matices que permiten encontrar climas de emoción, heroísmo, recuerdos alegres, y aportes a la memoria colectiva. En este tópico es necesario recurrir, además de a anécdotas, al legado escrito de Tosco. “A través de sus escritos nos deja muchas enseñanzas, pero también le agrega mucha esperanza.
Una cosa importante es que él estudiaba mucho, estudiaba cosas que después tomaba para llevar adelante su acción, no era una lectura para decir lo que sabía, que era mucho, sino puesto al servicio de la actividad que realizaba. Vivía estudiando, no para parecer un erudito, sino para enriquecer a todos con sus prácticas. Nos deja en sus escritos una línea que expresa su propia formación, cómo él va superando, aprendiendo, formándose y forjándose como dirigente natural, siempre preocupado, estudioso de los fenómenos sociales, era toda una cultura que partía de su preocupación por los derechos de los trabajadores”.
Como un homenaje que nunca será suficiente pero que entre las intenciones contempla la necesidad de mirar hacia atrás para entendernos, para conocernos, y para saber de donde venimos; además de apuntar hacia horizontes en que tengamos como inspiradores de nuestra acción, a figuras como la de AGUSTIN TOSCO. En el final de la charla, Antonio dejó más conceptos para describirlo: “un hombre incorruptible, un estudioso de los fenómenos sociales, un ejemplo para que ojalá hoy los trabajadores podamos empezar a ver que podemos actualizar nuestro pensamiento, y entender nuestros problemas y desafíos, que no están resueltos y que se han agudizado, para poder intervenir. Su pensamiento era con vista al futuro, nos planteó la necesidad de producir un verdadero cambio en la sociedad, una revolución social, como la única forma de poder llevar felicidad a la clase obrera y al pueblo”.