En un reportaje realizado por el diario Compromiso de Dolores, Lapeña no responsabiliza únicamente a las privatizadas prestatarias del servicio sino a “la actitud del Estado que no puede superar la emergencia porque viene atrás de los acontecimientos y niega la existencia de la crisis”.
{{{CONCLUSIÓN}}}
{{Qué tenemos que esperar.}}
Desde algunos medios de comunicación aseguran que para saber qué pasará este verano en materia energética la única opción posible es esperar para ver cómo se desarrollan distintos factores: el comportamiento climático (si hace mucho calor o si las lluvias colaboran), atado al aumento estacional de la demanda (en caso de que haya sobrecarga del sistema de transporte) y a la posibilidad de que por fallas salgan de servicio algunos generadores de la región. Hay que esperar, lo mismo que dice EDEA. Lo mismo que ha tolerado el Estado desde el inicio de la crisis. Esperar, mientras productores pierden su materia prima. Mientras usuarios ponen en peligro sus vidas. Mientras comerciantes cierran sus negocios. Mientras turistas llegan a sus casas donde se encontrarán con elecrodomés-ticos que ya no sirven más. Esperar, a pesar de las propuestas. A pesar de las obligaciones que tiene EDEA. Estamos ante una novela con final anunciado. Pero no de esos en donde se hace justicia y la familia argentina, feliz, apaga el televisor. Es un final década del noventa. Con un protagonista (EDEA) que hará su negocio hasta las últimas consecuencias. Y en el reparto, el Estado, sordo y ausente; y la gente, destinada a pagar los platos rotos.