{{{La familia Blaquier y la “Noche del apagón”}}}
El buen documental “Sol de Noche La historia de Olga y Luis”, co-dirigido por Pablo Milstein y Norberto Ludin con producción de Eduardo Aliverti, narra con precisión la conocida como “Noche del Apagón”, con el hilo narrativo de la historia del médico Luis Arédez y su esposa Olga Márquez, pero también, la historia de la familia Blaquier, dueña del ingenio Ledesma.
{{{La Noche del Apagón}}}
El 27 de julio de 1976, la ciudad de Libertador General San Martín y la localidad de Calilegua fueron sitiadas por la Policía de la provincia de Jujuy, la Policía Federal, el Ejército y la Gendarmería Nacional. A las 22 horas se produjo, simultáneamente en las dos localidades, un apagón total (salvo en la fábrica de la empresa Ledesma).
Amparados en la oscuridad, en vehículos de la propia empresa manejados por sus empleados, las fuerzas represivas secuestraron a 400 personas: obreros, estudiantes secundarios y universitarios, amas de casa. Todos fueron llevados a lugares clandestinos de detención, en los galpones de mantenimiento del ingenio Ledesma, donde permanecieron días y meses atados y encapuchados, para finalmente ser trasladados en grupos a la sede de la Gendarmería Nacional o bien a la central de policía de Jujuy en San Salvador. Los detenidos eran recibidos por el comisario E. Haig. La historia reciente de Jujuy lo recuerda como a uno de los asesinos más grandes del noroeste argentino. Él era quien decidía quién viviría y quién moriría. Los que sobrevivían a las torturas eran destinados al penal de Gorriti y de ahí al campo de concentración de la localidad de Guerrero, actual Escuela de Policía de Jujuy.
Este campo de concentración era habitualmente visitado por el obispo José Miguel Medina, quien en días de la “democracia” fue elevado a vicario castrense de las Fuerzas Armadas.
{{{La historia de Olga y Luis… y de la familia Blaquier}}}
El doctor Arédez y su esposa habían viajado desde Tucumán a Ledesma a trabajar como pediatra del ingenio. Allí se encontró con las secuelas de la explotación en los más indefensos, los niños, atacados en verano por feroces diarreas. Al año fue despedido por proporcionarles a sus pacientes “demasiados” medicamentos. Arédez se quedó trabajando en la provincia, donde era querido por todos. En 1973 lo eligen intendente de Libertador General San Martín, y entre las medidas que toma hubo una que lo marcó de muerte: cobrarle, por primera vez, impuestos al Ingenio Ledesma.
El mismo 24 de marzo de 1976 es secuestrado en un vehículo del ingenio y está un mes desaparecido. En 1977 lo desaparecen definitivamente. Desde hace veinte años su esposa Olga marcha en la plaza del pueblo con “Madres de Detenidos y Desaparecidos del departamento de Ledesma-Jujuy”, y desde hace siete años marcha ella sola. Una gran marcha se realiza todos los años el 27 de julio recorriendo los pueblos afectados, organizada principalmente por Olga y sus cuatro hijos.
Lo que también muestra el documental es la complicidad absoluta del ingenio con las fuerzas represivas, o mejor dicho: las fuerzas represivas como guardia pretoriana del capitalismo. El «involuntario» testimonio de quien fuera jefe de personal deja esto al desnudo, contando incluso cómo se torturaba dentro de la empresa, donde también la Gendarmería tenía un destacamento permanente. Asimismo, la inhumana explotación de los trabajadores con que se forjó la fortuna (activo de 500 millones de dólares) de la familia Blaquier, dueña del ingenio. Cada gramo de azúcar está abonado por la sangre de miles de trabajadores y sus familias y por la salud de todo un pueblo (el bagazo -desperdicio de la caña- es tremendamente nocivo y nauseabundo. Incluso Olga está enferma de “bagazosis”).