En ese detenerse me planteo hoy: ¿Qué es la militancia?
Busqué en varios diccionarios para partir de la acepción más literal de la palabra.
Para mi sorpresa, la palabra como tal, no figura en ninguno.
Salvo en el de Sinónimos: Servir, Actuar, Participar, Tomar partido.
Y me detuve en un concepto de una vieja edición de la Enciclopedia SOPENA:
“MILITANCIA NACIONAL: Conjunto de cuerpos sedentarios de organización nacional constituidos por civiles, que se instituyó en Europa, durante las luchas del siglo XIX para proteger el sistema Constitucional.”
Con todo esto mi reflexión cobra sentido, entendiendo que el significado de la palabra MILITANCIA, es más subjetiva que objetiva. Y en ese caso adquiere relevancia la incidencia de los sentimientos.
Justamente, ese fue el disparador de mi planteo. La militancia es un motor de acción. Ese motor se pone en marcha con convicción, y esa convicción se sustenta todos los días con el compromiso.
Las ideas explican el mundo y las necesitamos; pero los que nos hacen vivir, los que nos motorizan, son los ideales.
La militancia no es una actividad; un hecho en la vida. Es una forma de vida. Una elección de vida.
Cortázar dice : “Yo no creo en los revolucionarios de caras largas y trágicas”. Si se elige la militancia, porque existe un objetivo, es fundamental la alegría, el entusiasmo de vivir por algo, vivir por una causa.
La militancia es un proceso creativo, nos exige y nos impulsa a la elaboración de estrategias para lograr ese objetivo, esa causa.
Hace muchos años cuando mi militancia era un sentimiento primitivo, no elaborado, no entendido del todo, me atrevía a hablar de barricada; y hoy todavía me seduce esta idea; me gusta pensar en diferentes puestos de lucha, sobre todo porque militar por una causa no es un hecho aislado o individual; se trata de una suma de voluntades y cualquier puesto es válido e indispensable.
El aporte individual es de enorme importancia y hace a un colectivo fuerte y sólido; una construcción sólida; un resultado sólido. Un ámbito amplio de discusión y de debate, nutre el contenido; solidifica la meta y la decanta.
En el trayecto existen los pequeños y grandes logros, los pequeños y grandes fracasos. Pero no modifican el compromiso, por el contrario lo alimentan, lo maduran.
Actuar, participar, tomar partido. No acepto los amores tibios, dice Galeano.
Amar lo que se hace, jugarse por un ideal, apasionarse con un objetivo, le pone sentido a la vida; justifica la vida y la enciende.
Esto es la vida.
{{Adriana VICENTE}}