Pero el neoliberalismo no sólo fracciona el sector energético y sus empresas, sino que divide a los pueblos: hacia adentro introducen la desocupación, la baja salarial, el enriquecimiento ilimitado de pocos, etcétera, y hacia fuera lo desintegran a través de la alimentación de falsos conflictos o de una ‘integración’ que sirve a los países titulares de las empresas que actúan transnacionalmente.
Hace pocas semanas los intereses de Estados Unidos y de Chile, con apoyo de los gobiernos argentino y brasileño, han lanzado una por demás particular integración que llaman ‘cinto energético’, que no es una integración de los pueblos porque responde exclusivamente a las necesidades gasíferas de esos dos países. A ellos se agregan otros países necesitados de gas como Brasil, con recursos insuficientes, Argentina con crisis a causa del fracaso de su privatización gasífera, y Paraguay y Uruguay que se agregan, frente a la ausencia total de recursos gasíferos que soportan.
Es claro a esta altura de los acontecimientos que la política internacional petrogasífera o del petróleo (PIP) controla un bien estratégico (sólo en Bolivia y Argentina es un commodity) cuyo dominio y gestión cada vez influye más en la política mundial. ¿Acaso no estamos viviendo, ahora mismo, la era de las guerras de las reservas de los hidrocarburos, y no la era del pos- petróleo o del hidrógeno, que algunos creían ya iniciada?
La PIP puede estar al servicio de los países y Estados propietarios de sus recursos naturales o de las empresas y Estados consumidores no propietarios. ¿Cómo se comportaron y comportan los Estados respecto a los cada vez más escasos recursos petrogasíferos? Desde el cliente comprador que adquiere el recurso extraído a los precios más bajos posibles, hasta su mutación en concesionarios privilegiados del recurso y dueños de las rentas o, lo que no es una novedad aunque últimamente el comportamiento se intensifique sin límites, en la conversión como invasores sin máscaras de los países con petróleo o con rutas de transportes, como es el caso de Irak, Irán, Afganistán, Somalía… Los invasores pretenden quedarse con todo (gestión, renta y recursos naturales de los hidrocarburos) pero también con las propias naciones conquistadas.
Pero en algunas regiones ‘pacificadas’, las empresas transnacionales utilizan la política de la integración, o sea las integraciones de las multinacionales, opuesta totalmente a las integraciones de los pueblos. El anillo energético es una integración de las empresas, que utiliza a los gobernantes de países que no están dispuestos a servir a sus pueblos ni lograr la verdadera integración de los países. Es curioso como un conjunto de países están dispuestos a servir a las multinacionales que quieren asegurar reservas de gas para Estados Unidos y Chile, para lo cual idearon la conformación de un anillo gasífero sin gas, porque la propuesta para presionar a Bolivia excluye a los dos países con más reservas gasíferas de América Latina(1). Se trata de una acción que rodea y chantajea a Bolivia, a quien se le dice que si continúa con su patriótica acción nacionalizadora no van a invertir (especie de ‘cuento de la buena pipa’ de las empresas extranjeras) ni van a adquirirle gas por lo que tendrá graves dificultades económicas(2) .
Lo que América necesita son políticas de integración solidaria como la que fue propuesta a través del Cono Energético de Sudamérica y la constitución de la empresa Gas del Sur, que no encierren a Bolivia y negocien con Venezuela. Es muy claro que el proyectado anillo energético es más bien una soga de horca(3) que no trae soluciones para todos los países involucrados. El anillo no tiene reparo en dejar de lado a los dos países más gasíferos de Sudamérica: Venezuela y Bolivia.
{{{El juego de la horca}}}
El proyecto de anillo energético debería llamarse, correctamente, la soga de la horca. En el juego de la horca para ganar antes de ser ahorcado, deben acertarse las palabras que tienen como pistas algunas letras, pero las que faltan se deben completar en un tiempo corto, antes que llegue el dibujado ahorcamiento. En el juego, quien escribe, por ejemplo, completa anillo en vez de soga (invocamos la imaginación del lector) pierde y es ahorcado. Por eso debemos tener cuidado con las palabras, y no sólo con los conceptos.
Los españoles, cuando invadieron lo que hoy es Bolivia, hubieran perdido en el juego del ahorcado, cuando llamaron la Horca del Inca al cerro donde estaba el observatorio astronómico de la civilización incaica. La Horca del Inca estaba en el cerro Pachataka (donde se mide el tiempo), a pocos metros de Copacabana, en el Departamento de La Paz.
No nos equivoquemos ni seamos ahorcados: el anillo energético no es anillo ni energético: es la soga de la horca gasífera contra el pueblo boliviano y los demás pueblos sudamericanos. No caigamos en la farsa del anillo gasífero que promueven las transnacionales, y vayamos hacia el Cono energético a favor de los pueblos, como lo denomina Ricardo De Dicco en el artículo mencionado