Nació en Buenos Aires y le gusta decir que no bajó del barco, como los conquistadores, sino del micro, para quedarse en San Bernardo. Había conocido la ciudad en el 58, ésa que sus padres elegirían poco después. En el 74 fue él el que decidió que sea uno de sus lugares en el mundo.
Entró rápidamente en la cooperativa para realizar trabajos de organización en el Departamento de Obras Sanitarias, servicio que en aquellos años la cooperativa brindaba, y al poco tiempo le ofrecieron quedarse al frente del departamento que mantuvo, inclusive, cuando la cooperativa sumó los servicios de teléfono y electricidad.
Presidió la Cooperativa de San Bernardo por 2 años, luego asesoró al Consejo de Administración de Clyfema para, al mes y medio aproximadamente, asumir la gerencia, “no podía con el genio”, asegura Fazzini.
Luego de ese trabajo, Fazzini volvió a la CESOP donde se desempeñó en la Jefatura Técnica y la de Obras Sanitarias. En esos cargos, Ángel Fazzini inició su contacto con el Sindicato Luz y Fuerza Mar del Plata. “La relación siempre fue óptima, había mucho respeto y también mucho por hacer, para establecer un servicio que se sostuviera en el tiempo”, recuerda Fazzini, “y que en aquellos tiempos muchas cosas estaban hechas campechanamente y el tema de la seguridad de los trabajadores nos tenía constantemente en contacto con el gremio”.
{{{La importancia del sindicato.}}}
Los noventa fueron años de tristeza para el trabajador, pero también de lucha. Fazzini supo de eso. En abril del 89 la Cooperativa lo despide sin causa, junto a Enrique Da Costa. “Fue inesperado y yo contraje una enfermedad, después de la noticia, que hoy me sigue acompañando”, afirma Fazzini. “El Sindicato, donde transcurría la primera gestión de José, se comprometió inmediatamente con nuestra problemática, aunque desde el Consejo de Administración de la Cooperativa ratificarán las cesantías sin causa, alegando que éramos dos trabajadores jerárquicos no comprendidos en el convenio colectivo. Pero nosotros éramos jefes de áreas y no directores o gerentes, los que sí quedaban fuera del mismo”.
Las asambleas se multiplicaron, como los paros, movilizaciones y encuentros con los usuarios. “La solidaridad de los compañeros y el decidido accionar del Sindicato fueron desencadenantes. El Ministerio de Trabajo dictaminó que las cesantías eran ilegítimas y el 22 de mayo la CESOP nos reincorporó”, cuenta Fazzini, “recién en ese momento me di cuenta, cabalmente, la importancia que tiene un sindicato para un trabajador. También descubrí las características humanas de este sindicato. En mi doble función de jefe y trabajador, ví al gremio desde las dos veredas, pero cuando viví la experiencia de quedarme fuera de la cooperativa sin ninguna causa y experimenté cómo el sindicato se puso sobre el hombro mi lucha, para convertirla en propia, para sacar a tierra la verdad, no me fue difícil darme cuenta en qué vereda me tenía que quedar”.
Motivado por la experiencia y el recuerdo de su hermana María Rosa, que se había desempeñado como delegada, Ángel asume como delegado suplente del sindicato en la cooperativa.
{{{El trabajo como una cárcel.}}}
Los tiempos de lucha no se acabaron en esos días. Las presiones se multiplicaron. Había que atomizar, destruir la conciencia y la organización del trabajador. Y para esa misión no existían los límites.
“Luego de la lucha contra las cesantías, enfrentamos otro calvario. Junto al compañero Lucas Estrada, pasamos seis años encerrados en una oficina y recibiendo todo tipo de humillaciones. La oficina era una habitación sin ventanas con una puerta tipo reja, un verdadero calabozo. No teníamos función, tarea o actividad alguna. No llegaba un solo papel a la oficina. Algunos compañeros estaban tan presionados que nos habían quitado el saludo. Fue muy difícil, pero el objetivo era resistir, aunque seis años no pasaran enseguida”, resalta Fazzini, para inmediatamente asegurar que en esa tarea “el apoyo del sindicato fue vital, la presencia y presión fue tal, sin bajar jamás los brazos, a pesar del paso del tiempo, que finalmente recuperamos funciones”.
{{{Asalto de valores.}}}
“La cooperativa dejó de ser lo que era, a partir del mandato que le dan los asociados. Se convirtió en un negocio para pocos, que controlan todos los servicios de San Bernardo”, rememora Fazzini, sin olvidar que alguna vez estuvo en la otra vereda.
“Se ha perdido la esencia de la cooperativa como modelo del trabajo, de responsabilidad, de seguridad, de formación, como se han perdido muchos de estos valores en la sociedad toda”, concluyó Fazzini.
En esto el sistema neoliberal trabajó con eficiencia.
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{{{Los inicios de Fazzini.}}}
Laboralmente, Ángel largó en primera. Joven técnico recién recibido, ingresó a trabajar, a partir de una selección, en la Comisión Nacional de Energía Atómica. “Once años, nueve meses y veinticinco días”, rememora Fazzini con una rigurosidad que forma parte de su cultura de trabajo.
“Fue una experiencia inolvidable desde lo vivido y aprendido”, afirmó Fazzini, para luego recordar que pesó la decisión de trasladarse junto a su familia a San Bernardo, donde antes de ingresar en la cooperativa, se desempeñó en la empresa constructora de la familia.