No importaba que la convocatoria fuera tan temprana (¡a las 7 de la mañana!), ni que la lluvia persistiera en aparecer y desaparecer. Ni que el frío quisiera dominar el ambiente. El que dominó la situación fue el pueblo que inundó las calles de Mar del Plata en una marcha sin precedentes. Histórica. 17 cuadras de marea humana, de latinoamericanos unidos trasladándose por la avenida Independencia hacia el estadio Mundialista de fútbol, donde, al mediodía, hablaría el presidente de Venezuela, Hugo Chávez. Más de 50 mil latinoamericanos a pie, cifra que se queda corta si no sumamos los miles de vecinos que acompañaban desde los balcones y puertas de sus casas, embanderadas de colores «Latinoamérica» y muchos animándose a acompañar el «¡Bush, fascista, vos sos el terrorista!». El sol salió, pero esta vez no del suelo sino de abajo, del pie como diría sonriente Alfredo Zitarrosa. La columna de Luz y Fuerza Mar del Plata, además de numerosa, fue precavida, mate para resistir el frío y para engañar al estómago; se venían varias horas de protagonismo. Y de encuentro, allí estaban los compañeros, confundiéndose con otras delegaciones, animándose a construir la alegría, la construcción.
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Mientras el Mundialista se llenaba, los oídos de los presentes se endulzaban con un festival de música que sirvió de previa al discurso de Chávez. Si hasta las imágenes del Che, Martí, San Martín y Bolívar parecían disfrutar de Silvio Rodríguez, Feliú, Víctor Heredia y el «Hasta siempre Comandante» del Pitu Farías.
«Creo que aquí vinimos a enterrar el ALCA, yo traje mi pala para sumarme al entierro. Hay que enterrarlo bien hondo», arrancó Chávez su discurso ante unas cuarenta mil personas. Antes se había animado a dar tres soplidos al cielo, consejo de los grupos originarios presentes, para calmar la lluvia.
«Unidad, esa debe ser nuestra divisa. Sólo unidos podemos derrotar al imperialismo», afirmó el presidente de Venezuela.
Chávez comentó que Fidel Castro se comunicó telefónicamente con él. «Amaneció viendo la marcha, y bueno, me encargó que saludara. Está desde que amaneció en una silla que yo le regalé, viendo este acto histórico ¡Que viva el mundo nuevo!», añadió.
«A cada imperio le llega su sábado», continuó, e hizo explotar a la multitud cuando exclamó «Hasta la victoria, siempre. Patria o muerte. Venceremos».
El líder de la Revolución Bolivariana alternó su discurso con el saludo de Diego Maradona y con las palabras de un niño cubano, miembro de la delegación de ese país.
Y luego dijo: «me voy a esa otra cumbre», «seguramente, el informe de ésta me va a servir en mucho de inspiración. Les informaré a mis colegas presidentes, y podemos sacar una copia para poder repartirlas allá».
{{¡¡Y claro que ese acto inspiró!!}}