Se dio a conocimiento público que un grupo de investigadores participa de proyectos financiados por la armada norteamericana (Página/12, 25/11/05). Con el título de «nanomateriales para sensores» y coordinado por el investigador del CAB, Alex Fainstein (Página/12, 18/03/06) el proyecto figura en la página oficial de la oficina naval de investigaciones (ONR)de los Estados Unidos.
Desde el año pasado diversos grupos de investigadores universitarios comenzaron las críticas. La junta interna de ATE-CNEA Bariloche denunció la realización de un encuentro científico entre el 5 y 9 de marzo en las que sólo pudieron ingresar invitados especiales, entre los que se encontraban investigadores del CAB y el brigadier general Mark Brown,
encargado de investigaciones del ejército estadounidense.
La gravedad del asunto consiste en que el financiamiento proviene de la única superpotencia mundial, la más agresiva y la que se ha transformado en el principal gendarme del mundo.
Esto se expresa brutalmente en la guerra y la ocupación imperialista de Estados Unidos e Inglaterra contra Irak y con las actuales amenazas a Irán, Cuba, Bolivia y Venezuela. Las organizaciones científicas argentinas son sometidas a un estrangulamiento presupuestario y fueron lanzadas en la búsqueda de subsidios para autofinanciarse. No hay planificación nacional. Solo existen personas en búsqueda de recursos para alimentar su carrera como investigador.
El antecedente lo tenemos en el año 1992 con el documento del Banco Mundial «Argentina de la insolvencia al crecimiento» que encontró apoyo en un sector de la comunidad científica que, con la idea liberal de las
líneas de investigación de moda dictadas en los países centrales y el mito de la «autonomía científica», se limitaron a ser un breve eslabón dentro de los proyectos de investigación de los países imperialistas. Esto abrió
paso al desmantelamiento de las organizaciones científicas estatales al servicio de las necesidades de industria, energía, salud y educación de nuestro país.
En ese documento se trazaban las líneas centrales de la política de entrega nacional que impulsó el gobierno de Menem y continuaron con De la Rúa, Duhalde y ahora siguen vigentes con Kirchner como presidente. Es decir la ley federal de educación, la ley de educación superior, las
sucesivas leyes de presupuesto que ahogaron a las universidades y el CONICET y la ley nuclear que desmembró la CNEA. Además las leyes de reforma del estado impiden el ingreso a planta permanente y al mismo tiempo impulsaron los retiros voluntarios.
En el área nuclear se desmanteló la unidad investigación-desarrollo-producción que sintetizaba la CNEA. Se formó NASA con el objetivo de privatizarla, desvinculando a la CNEA de la producción núcleo eléctrica. De esta forma se perdió el objetivo principal de la institución y se alimentó una reconversión sin objetivos nacionales ni de soberanía energética.
Desde la nueva junta interna de delegados de ATE-CNEA Buenos Aires nos pronunciamos en contra de este tipo de proyectos financiados por las fuerzas armadas de las potencias imperialistas y elevamos las críticas a las autoridades de la casa que son responsable de lo ocurrido, pues son cómplices por acción u omisión .
Y propiciamos la más amplia unidad de científicos-tecnólogos y del personal de apoyo para desmontar las políticas del 90 garantizando el financiamiento necesario para la integración de toda la CNEA con objetivos
claros y públicos. Es decir la reestatización de las empresas vinculadas con el área, la derogación de la ley nuclear (1540/94) y el financiamiento necesario para la nuclearización integral de toda la CNEA, investigación-desarrollo y producción.