La media mañana del 17 de julio de 1980 Bolivia se conmovió de angustia, decepción y desaliento ante otro golpe de Estado. Los militares, bajo un repudio generalizado y en una conducta ya compulsiva, se habían lanzado a su segunda toma del poder en 11 meses. En La Paz, las radios anunciaban que la asonada se inició en Trinidad y cobraba apoyo en el interior.
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