Proponemos la simpleza de pensar en ese disparador que se abre en el título: ¿cuál es el lugar de los trabajadores?, ¿cuál es nuestro lugar? Hacernos preguntas de múltiples respuestas, o sujetas a variables, siempre puede resultar engañoso, ambiguo o infructuoso. Y en este caso, vale el riesgo lo atractivo de ensayar algunas aproximaciones.
“El lugar de los trabajadores es el ámbito laboral”. Sería lo lógico, lo más simple. Aunque mientras esté allí, retenido por naturaleza, la patronal o el gobierno -o ambos- cocinen su condición, la precaricen, avancen sobre sus derechos, mientras él cumple despreocupadamente sus tareas.
Pero entonces, ¿su lugar no es allí? Y aquí abrimos juego a esas variables a las que nos referimos antes, pero contemplando siempre que el trabajador -con el paso de los años y el constante avance sobre sus derechos- ha tenido que agregarle a su naturaleza la necesidad de defenderse, organizarse, reclamar. Formarse para su empleo, pero también para la lucha. Resistir. Crear.
En este número, encontramos varias respuestas para la pregunta que abre el debate: el lugar del trabajador es el gremio. Es la calle. Puede ser la sede del Ministerio de Trabajo, la del organismo de contralor de la patronal que corresponda, la Casa de Gobierno. La 95° Conferencia Internacional del Trabajo, el espacio máximo para la expresión, la discusión, y la determinación en materia laboral. Allí estuvimos reclamando por la libertad y la democracia sindical. De la misma forma que en las calles de Mar del Plata, en las puertas de la empresa, en el municipio, en la provincia, ante el presidente de la Nación. Esos lugares son nuestros, y nos corresponde hacernos lugar.
_ Por derecho, por razón.
_ Por libertad y democracia.