“Estuve un año y algo más en la limpieza de las piezas de los motores diesel, me tocaba sacarles los carbones, las válvulas. Ese fue mi primer trabajo.”
La empresa les guardaba el lugar a los trabajadores cuando les tocaba cumplir con el servicio militar, ese fue el caso de Tomás García, quien recuerda que hasta cobraba un porcentaje de su salario.
A la vuelta se desempeñó como asistente técnico. “De esos primeros tiempos recuerdo que la relación con los jefes era bastante buena. Tolerable, diría”. Y que la forma de trabajo era muy diferente de la actual, era muy artesanal, había que darse mucha maña. “Las herramientas eran muy rudimentarias. Muchas veces, había que adaptar piezas, armar algunas partes que se rompían y para las que no se iban a conseguir repuestos. Entonces nos la pasábamos en el torno, dando forma a otras piezas, adaptando, armando cosas para que los motores no salieran de funcionamiento.”
{{{La evolución del trabajo.}}}
Por esos años pasó a la sala de máquinas de la generadora Pueyrredón, antes que la empresa pasara a ser Agua y Energía. Ahí la tarea empezaba a cambiar, había otros equipos, algo más de tecnología, pero las mañas nunca dejaron de ser bienvenidas. “Ahí conocí la primera máquina de vapor que se usó en Mar del Plata.”
“Una de las cosas que recuerdo de esa época era que nosotros éramos responsables de la alimentación del tranvía, en ese tiempo había un tranvía que tenía el recorrido desde la terminal, hasta la estación Norte, y pasaba por el Casino, por el centro. Se alimentaba con corriente continua, y todo eso lo teníamos a cargo nosotros.”
“Trabajé en ese lugar hasta que empezaron a realizar las tareas de cierre de Pueyrredón. Y de ahí pasé a la Central 9 de Julio. Y estuve en la parte administrativa. Un tiempo, porque estaba claro que eso no era lo mío, yo quería estar entre los fierros. Por eso volví como ayudante técnico. Y eso que tenía muchas responsabilidades en la entrada y salida de materiales, en controles técnicos y mecánicos, pedido de materiales, pero adentro de la oficina, de administración. Me gustaba más estar trabajando”, dice García, para quien estar cerca de los fierros era el verdadero trabajo.
Estando ya en la 9 de Julio, le tocaron varios viajes. Este es otro elemento trascendente, la empresa era nacional, se valoraba el conocimiento y la experiencia de los trabajadores, y entre sus responsabilidades estaba el acompañar maquinarias, repararlas en cualquier lugar del país, trasladar y desmantelar equipamiento. “Estuve en Mendoza, porque tuvieron muchos problemas con la falta de agua en ese lugar, y llevamos estos equipos de entrada en servicio rápida, cargamos las máquinas en varios vagones, desarmadas, y las llevamos hasta Godoy Cruz, hasta Cruz de Piedra. También desarmamos dos turbinas en Berisso y otras en la Tablada.”
{{{En el gremio.}}}
En ese entonces, y la mayoría del tiempo, Tomás colaboraba con la organización como un compañero más, como un afiliado más. “Después participé en la reforma del Estatuto, y en el momento del Convenio 36/75, en eso trabajamos mucho todos. Ahí yo ingresé en la comisión de Seguirdad e Higiene. Otra participación importante fue como autoridad en varias elecciones, dentro de la Junta Electoral.”
Ya como jubilado, su participación se fue acentuando. Se acercó más al Centro de Jubilados del sindicato, participó de las fiestas y las reuniones, “eso sí, a la central no la pisé más”.
Tomás recordó el momento de la salida del Sindicato: “la federación nos hizo varias, ellos siempre manejaron el discurso de defender la empresa nacional. Nos llevaban a todos con ese discurso. Con ese discurso nos llevaron a una huelga histórica, la de los 13 días, en medio de la cual algunos se vendieron, otros nos traicionaron”. Éste es otro momento fuerte de la charla. Al referirse a quienes participaron de la traición, automáticamente intenta usar el término de compañeros, pero se arrepiente: “algunos comp… no, compañeros no, algunas de esas personas, que no pueden ser compañeros, nos traicionaron. Les dieron una resolución para rejerarquizarlos. Y nosotros no toleramos eso. Ni que nos abandonaran en plena lucha ni la traición, por eso se produjo la salida. Les dijimos en medio de un congreso que lo que habían hecho era una traición, y por eso nos expulsan. Les impusieron el miedo a algunos compañeros, a perder el trabajo, a perder la obra social, y los obligaron a seguirlos, y a serles funcionales a sus intereses. Eso me da bronca, que esas personas hayan traicionado sus principios, y lo que defendimos siempre.”
{{{La nevada del ‘91}}}
Estas charlas nunca pueden eludir el momento de recordar anécdotas. Y en un recuerdo especial está la nevada que cubrió la ciudad, un 1 de agosto, hace unos 15 años. “Tuvimos que trabajar igual, pero la imagen que tenía la central con toda esa nieve cubriéndolo todo, era hermosa. Era nuestro lugar de trabajo, el de todos los días, pero con algo especial, único. Además, fue el último año en que trabajé allí.”
{{{El compañerismo}}}
“Al principio éramos más que compañeros de trabajo, había como una verdadera amistad. Íbamos para todos lados juntos, y nos ayudábamos mucho. Luego, con el paso del tiempo, pasó en los lugares de trabajo lo mismo que en todos lados, esa relación se empezó a relajar, quedaron las amistades y vínculos más fuertes, pero con todos siempre compañeros. Ahora recordamos mucho de estos momentos cuando nos encontramos en el Centro de Jubilados.”
Dimos por cerrada la charla con Tomás, pero con el grabador encendido, y le preguntamos si había alguna cosa que nos hubiera quedado sin preguntar, sin decir: “no, nada. Sólo que estaría bueno que los más jóvenes supieran y tuvieran en cuenta que algún día van a ser ellos también jubilados, que lo tengan presente, y que pongan un poquito su mirada ahí”. Y con esa frase, Tomás dejó claro que sus mañas no se quedaron en el torno.