En esta oportunidad, la bienvenida del presidente Chávez y Venezuela como quinto país miembro generó el nacimiento de un nuevo eje político en un bloque comercial marcado hasta ayer por el puente Buenos Aires-Brasilia. La bendición de Fidel, fue dada.
“¿Quién hubiera dicho que estaríamos aquí, hoy, los dos y felices?”, preguntó Fidel, recordando nefastos períodos de sometimiento al modelo neoliberal en que hubiera sido improbable trabar acuerdos como el de Complementación Económica entre Mercosur y Cuba que se firmó en el cónclave de mandatarios del Mercosur.
Subidos al escenario cordobés, con la inscripción en rojo de “La integración es nuestra bandera contra el imperialismo” de fondo, ambos líderes izquierdistas se elogiaron mutuamente, subrayaron los logros de sus administraciones y juraron defenderse ante una eventual agresión del gobierno estadounidense, al que calificaron de “asesino”.
“Los gringos deberían estar preparando un plan para la época del post-imperio porque en este siglo se acaba el imperio”, dijo Chávez ante más de 15 mil personas que, absortas, bajo el cielo estrellado, ansiaban la llegada de las pausas en las que pudieron expresar su admiración por el mandatario cubano en reiteradas oportunidades.
“El imperialismo no dura más de 50 años. Y la batalla no será con las armas, sino con las ideas”, exhortó el líder cubano al tiempo que pidió una reforma educativa “en toda Latinoamé-rica” para erradicar el analfabetismo. “Hay que creerlo para lograrlo”, afirmó en un discurso que se extendió casi tres horas.
“Lo que no debemos admitir es decir que en quince años sólo quedarán 15 millones de analfabetos. No debe haber una sola persona que no pueda trabajar ni estudiar. Mi país, bloqueado desde hace 40 años, tiene el más bajo nivel de desempleo del hemisferio”, subrayó.
Sin embargo, 40 años después de la revolución que lo puso al frente del gobierno, Castro ejerció la autocrítica al admitir que ningún sistema puede abolir las desigualdades: “ni nosotros, con más de 40 años de Revolución, podemos decir que la cubana es una sociedad completamente igualitaria. No hay dos países iguales, ni por lo tanto dos revoluciones iguales”.
Argentina recibió a Fidel Castro en mayo de 1959, a pocos meses del triunfo de la Revolución Cubana. San Carlos de Bariloche, escenario de la Cumbre Iberoamericana en octubre de 1995, también lo tuvo por huésped. Más recientemente, en mayo del 2003, Castro vino a Buenos Aires a la toma de posesión del actual mandatario, Néstor Kirchner, oportunidad en que brindó un discurso tan extenso como inolvidable.