{{{Los enemigos}}}
Ellos aquí trajeron los fusiles repletos
_ de pólvora, ellos mandaron el acerbo exterminio,
_ ellos aquí encontraron un pueblo que cantaba,
_ un pueblo por deber y por amor reunido,
_ y la delgada niña cayó con su bandera,
_ y el joven sonriente rodó a su lado herido,
_ y el estupor del pueblo vio caer a los muertos
_ con furia y con dolor.
Entonces, en el sitio
_ Donde cayeron asesinados,
_ Bajaron las banderas a empaparse de sangre
_ Para alzarse de nuevo frente a los asesinos.
_ Por estos muertos, nuestros muertos
_ Pido castigo.
Para los que de sangre salpicaron la patria,
_ Pido castigo.
_ Para el verdugo que mandó esta muerte,
_ Pido castigo,
_ Para el traidor que ascendió sobre el crimen
_ Pido castigo.
Para el que dio la orden de agonía,
_ Pido castigo.
_ Para los que defendieron este crimen,
_ Pido castigo.
No quiero que me den la mano
_ Empapada con nuestra sangre.
_ Pido castigo.
No los quiero de embajadores,
_ Tampoco en su casa tranquilos,
_ Los quiero ver juzgados,
_ En esta plaza, en este sitio.
_ Quiero castigo.
{{Pablo Neruda}}
Poeta y Premio Nóbel de Literatura.
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Nada puede estar en orden en un país que se resiste a la justicia y a la historia. En donde sectores, desde sus acciones, siguen demostrando impunemente que el aparato represivo está intacto, que debemos tener cuidado y no meternos en cosas raras. Que es preferible dejar las cosas como están. Que lo que pasó, pasó. Discursos bajos, impunes, que insisten en las democracias débiles y futuristas, como la de Menem, que desde la desmemoria nos invitaba a subir al tren del primer mundo de cotillón.
Hechos que dejaron hace mucho de ser palabras y que, como en el caso del compañero Julio López, buscan congelar un proceso de justicia demorado y maquillado en los últimos tiempos.
Es cierto que la desaparición de Julio López y la falta de respuesta por parte del gobierno, responsable de las fuerzas de seguridad e inteligencia en el país, es una señal luego de dos meses. Señal que preocupa y que tiene múltiples objetivos. También es cierto que los argentinos somos los únicos que, en la región y en las democracias que sucedieron a las respectivas dictaduras, hemos llegado a la instancia en la que nos encontramos. Juicio y castigo. A pesar de las paginas negras de la dictadura, la Obediencia Debida y el Punto Final, a pesar de la justicia funcional, de los carapintadas, de los maquillajes de ocasión.
En este escenario, la desaparición de López es un golpe de los más bajos, en un momento donde la justicia se había animado ha contemplar la figura de genocidio.
La ratificación, como dijo la periodista Sandra Russo, de que “no hubo dos demonios, no hubo guerra civil, no hubo juicios a prisioneros; hubo torturas, hubo campos clandestinos, hubo apropiación de niños”.
Por eso, la desaparición de López tiene otra página, inédita para nosotros los trabajadores, para un pueblo que no quiere ser más subestimado y que quiere animarse a leer. Es la página que nos hace concientes de la desesperación de quienes saben que la justicia vino para quedarse. Vino para gritar Nunca Más. Y no porque un discurso de momento lo repita; porque, simplemente, se metió en la carne de los argentinos. Esto es también una señal.
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“Nuestra experiencia nos ha enseñado que,
_ sobre todas las cosas, debemos ser pacientes,
_ perseverantes y decididos.
A veces pasan meses sin que nada
_ aparentemente suceda.
Pero si se trabaja con ejercicio de estas
_ tres cualidades, la tarea siempre ha de fructificar;
_ en una semana,
_ en un mes
_ o en un año.
Nada debe desalentarnos.
_ Nada debe dividirnos.
_ Nada debe desesperarnos».
{{Agustín Tosco}}
_ Dirigente Sindical Revolucionario.
LA CTA PROTESTA POR LÓPEZ
Las medidas de fuerza comprendieron, además, una jornada de protesta y movilización el 17 de noviembre “Por la aparición con vida de Julio López” y al día siguiente se realizó una movilización a Plaza de Mayo.