Indudablemente, nuestra Central, luego de la experiencia vivida con esta modalidad para el ejercicio de la democracia, que podría ser un buen ejemplo para los modelos sindicales conservadores, indirectos, tendrá como tarea reforzar, en las acciones, el protagonismo de los trabajadores. Como exigencia y como derecho, legitimado por los más de 1.200.000 compañeros afiliados.
Este acto de renovación y ratificación será el paso que nos lleve a arrancar reivindicaciones que reclamamos y por las que no seguiremos esperando sentados, parados.
El escenario actual, en muchos casos, no hace más que seguir mostrando y profundizando políticas instauradas en los 90 por el neoliberalismo y que llevaron a nuestro país a la crisis más importante de su historia. Con tercerización y flexibilización, desempleo, trabajo informal, sin estrategias ni sustentabilidad a futuro.
En este escenario, el trabajador privado vuelve a ser golpeado.
Por eso, nuestra respuesta debe darse en lo político: basarse en reunir voluntades y esfuerzos para el crecimiento y desarrollo del Movimiento Político y Social. Por eso, también nuestra respuesta debe darse en lo laboral: con la búsqueda de más democracia, de mayor participación, de libertad sindical.
Ese diagnóstico que conocemos, también dice que el país crece. Que la economía crece. Esa afirmación debe incluir el crecimiento y la mejora de las condiciones de todos los trabajadores. Por eso nuestra respuesta debe darse desde una identidad propia, que nos muestre como clase. Y así nos permita enfrentar y desterrar un modelo que ya fracasó.