En la jerga periodística, es sabido que {hacer humo} significa instalar un tema, una versión, hasta un invento, y hacerlo crecer. Darle entidad, exagerar un dato y transformarlo en noticia. Generar repercusiones, casi desde la nada. Levantarlo. Como una cortina.
Que sirva para esconder alguna otra situación a la que evadir.
Para que no haya que dar explicaciones. Incluso hasta para negar su existencia, desde la indiferencia.
Para que el planteo no quede en terreno de abstracciones, vamos al grano.
Nosotros no hacemos el humo.
Quemamos las gomas, para exponer un despido ante los ojos de la sociedad y del poder. Para exponer el conflicto que la empresa genera despidiendo sin causa a un trabajador por afiliarse a nuestra organización. Y es el poder, a través de sus representantes, de sus personeros, el que fija su mirada en el humo, en las consecuencias.
Y entonces se muestran preocupados por la nube de humo que ellos mismos convierten en cortina, detrás de la que dejan las causas de fondo del conflicto. Para no tener que hacerse cargo de la parte que les toca.
Para no tener que decir nada en contra de sus intereses, ni de los intereses empresarios.