En números anteriores de la revista 8 de Octubre definimos el acoso psicológico en el contexto laboral, mobbing, cuya investigación inició en la década del ‘80 el psiquiatra alemán Heinz Leymann. También delineamos el perfil del acosador, elaborado por especialistas en la materia, y las actitudes que nos permiten reconocer una situación de mobbing.
De acuerdo con investigadores que escribieron sobre el tema, es posible reconocer rasgos de la personalidad y profesionales de las víctimas del acoso moral en el contexto laboral: mobbing. Sin embargo, se afirma que no existe un perfil psicológico que predisponga a una persona a ser víctima de acoso u hostigamiento en su lugar de trabajo: cualquier persona, en cualquier momento, puede ser víctima. Únicamente debe ser percibida como una amenaza por un agresor en potencia y encontrarse en un entorno favorable para la aparición del fenómeno.
No necesariamente son débiles o vulnerables, desde el punto de vista psicológico, las víctimas del acoso. En muchos casos, las víctimas se perfilan, involuntaria e inconscientemente, como blancos ante los ojos del agresor, precisamente por enfrentarse directamente al acoso.
Esta percepción del acosador con respecto a su presa es lo que hace que nazca una necesidad de mentir, desacreditar y enfrentarla al resto del grupo. Para ello, el acosador no se encuentra solo, sino que encuentra en los demás (aunque sea en su pasividad), la fuerza suficiente para destrozar psicológicamente a su víctima.
De manera sorprendente, los expertos internacionales en este tema, entre los que se cuenta a Iñaki Piñuel y Zabala, Profesor de la Universidad de Alcalá de Henares, coinciden en señalar que el mobbing afecta a trabajadores brillantes, a aquellos mejor valorados, a los más creativos, a los más cumplidores, y también a aquellos que se han negado a participar de acciones ilícitas o antiéticas que puedan perjudicar a la organización o a los clientes.
La mayoría de las investigaciones coinciden en señalar que las víctimas del acoso laboral son personas con elevado sentido de la ética que en muchos casos han mantenido una postura intransigente con las situaciones injustas, propias o del entorno. Además, señalan los especialistas que sus características positivas convierten al acosado en una persona envidiable. A menudo se trata de personas carismáticas que tienen grandes habilidades para las relaciones sociales y predispuestas al trabajo en equipo.
Fase de acoso y estigmatización.
-* {{La “víctima” comienza a quedar excluida}} en lo personal y apartada en lo social y, en lo profesional, se le asignan tareas insignificantes o humillantes.
-* {{Se consolida el conflicto}}, convirtiéndose en una campaña de hostigamiento.
-* {{El “acosador” busca el apoyo del grupo}}, bien por inclusión o por omisión.
-* {{El daño no es fácilmente identificable}} y no resulta fácil obtener pruebas.
-* {{En muchas ocasiones, ni siquiera la víctima es consciente}}, al principio, de la campaña en su contra.