El despido de Aranciaga no vino solo. Como si se tratara de la puesta en marcha de todo un sistema mafioso, la empresa no sólo multiplicó distintas acciones de persecución laboral para con compañeros delegados e integrantes de la Comisión Directiva de Luz y Fuerza Mar del Plata, sino que, además, trabaja diariamente sobre el resto de los compañeros que se desempeñan en la empresa buscando convencer que el despido de Aranciaga es una acción individual, particular. Que nada tiene que ver con el avasallamiento de ningún derecho del resto de los trabajadores, ni con sentar el precedente para que las privatizadas puedan despedir cuando quieran.
En un comunicado, el gremio denunció esta persecución en detalle: se le descontó una hora a los trabajadores que, solidarizándose con los compañeros de Comisión Directiva a los que no permitieron su ingreso, no asistieron al brindis de fin de año organizado por la empresa. Lo hicieron aunque permanecieron en sus puestos de trabajo. Las sanciones verbales, escritas y descuentos económicos se acentuaron como métodos para amedrentar a los trabajadores. Se persigue a los compañeros que participan de las manifestaciones en reclamo de la reincorporación de Aranciaga. No permiten el ingreso de los miembros de Comisión Directiva a los lugares de trabajo, desconociendo así la representación gremial que por ley protege a los trabajadores.
Desde la Secretaría Gremial se acercan otros pormenores: “un compañero delegado fue perseguido por la calle por uno de los gerentes de la empresa, algo inusual”, asegura Axel Zárate, secretario gremial, y profundiza: “a una compañera de Comisión Directiva la empresa no le da tareas en su lugar de trabajo. Un jefe de sector le preguntó a un compañero delegado que hacía en la caravana que pasó por la casa del gerente comercial de la empresa. Después del horario de trabajo, la empresa te sigue persiguiendo y preguntando qué hacés de tu vida. Inocultables métodos de amedrentar para no manifestarte ni dentro, ni fuera de tu horario de trabajo”.
En otro comunicado, el gremio puso adjunto a las denuncias, nombres y apellidos: Claudio Ledesma y Esteban Elustondo, jefe de fraudes y gerente comercial de EDEA.
Ledesma dejó sentado que trabajadores que realizaban tareas en calle no utilizaban elementos de seguridad. En ningún momento se presentó ante los trabajadores para señalarles la omisión y llevarlos a cumplir la norma de seguridad, de acuerdo a la obligación que le atañe por su cargo jerárquico. ¿Por qué no lo hizo? ¿Será que esa sanción no hubiese correspondido? Como con el despido de Aranciaga, la sanción no tuvo causa justificada.
Elustondo, según denunciaron compañeros, increpó a trabajadores que se encontraban en la calle organizando su tarea. El problema: haber participado de las manifestaciones que reclaman la reincorporación del compañero despedido.
No quedan dudas que no estamos ante un simple despido de un trabajador. EDEA quiere ir por más. Quiere ser un caso testigo que nos lleve a los trabajadores, como decía nuestro secretario general José Rigane, “quieren convertirnos en una herramienta que cuando se oxida y se gasta, se deja al costado”.
Lo hace en el marco de un escenario donde el trabajo en negro sigue creciendo, los contratos basura siguen al orden del día y las tercerizaciones siguen poniendo en peligro la vida de los trabajadores.
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El pasado 5 de enero, desde el gremio volvimos a denunciar cómo las políticas de tercerización de EDEA pusieron al borde de la muerte a un trabajador.
Ese día, en San Clemente, un trabajador de una empresa contratista que realizaba tareas para EDEA, subido a un transformador, realizó accidentalmente una mala maniobra cuando el conductor que estaba conectando le produjo una descarga, cayendo el trabajador al suelo desde una altura de 5 metros.
Esta irresponsabilidad de EDEA, de la empresa contratista y del joven trabajador sin capacitación, le produjeron al mismo una fractura de cadera, quemaduras de segundo grado en parte de su cuerpo y un orificio en el abdomen que pudo ser producto de la descarga, la caída o de la explosión de su celular debido al golpe de alta tensión.
La voracidad de EDEA por lograr máximas ganancias no escatima en nada. Contratos miserables con empresas desconocidas. Trabajadores (de esas contratistas) sin experiencia ni capacitación. Leyes que se desconocen, como la de Marco Regulatorio que estipula que todos los trabajos que le competen a EDEA por la prestación del servicio eléctrico deben realizarse por personal bajo convenio colectivo de trabajo acorde a la actividad y con la debida capacitación que conlleva ejecutar esas tareas. La voracidad no respeta ni siquiera la vida.
OTRO AVASALLAMIENTO CONSTATADO
“Ante estos constantes avasallamientos desde el gremio no se descarta realizar una presentación por persecución gremial en los ámbitos en los que sean necesarios, inclusive en la justicia si es pertinente”, adelantó a “8 de octubre” Axel Zárate.