“En esa empresa eran todos italianos, menos yo que era argentino, pero nos llevábamos bárbaro, nos llevábamos muy bien”, comienza a recordar, Amondarain.
Después pasó a trabajar en la empresa CEOPEP, que se encargaba de hacer trabajos en la Usina. “Y en el año 1955, cuando se inauguró la Central “9 de Julio” empecé a trabajar para Agua y Energía”, completa a modo de presentación.
{{{Entre el tablero de luz y la luz del escenario.}}}
Cuando estaba llegando a los 10 años de actividad, Federico Amondarain se encontró en una disyuntiva: hacer carrera en la empresa, o pegar el salto al mundo del espectáculo.
“¿Qué pasó?, empecé a colaborar en algo que me gustaba mucho, con el “loco” Locatti, que hacía espectáculos aquí en Mar del Plata, y se animó a llevar uno a Buenos Aires. Entonces, para no dejar del todo la empresa, pedí el traslado a Buenos Aires para acompañarlo a él en su gira. Es más, él lo pidió, le pidió al jefe, al Gerente de Agua y Energía que estaba en Pueyrredon y Belgrano”. Y con el mismo entusiasmo con el que más adelante relatará historias de su trabajo en la empresa, también cuenta cómo les fue en el escenario. “Hicimos varios espectáculos, yo era el que hacía todos los cambios y todo eso. Nos fue muy bien. Y mientras, durante el día trabajaba en el Dique 3 que está en Belgrano.”
“Terminamos toda esa gira y me vine con otro grupo a trabajar a Mar del Plata, otro conjunto, me vine a Mar del Plata a trabajar con “A empezar con las mujeres”, con Fernanda Mistral, Ignacio Quirós, Enrique Kossi, Beto Gianola (padre), que éramos todo un conjunto. Y después seguí con otras cosas, pero de la empresa nunca me alejé demasiado”.
{{{Su trayectoria en la empresa y en el gremio.}}}
Amondarain estaba destinado a seguir vinculado a las luces, pero dentro de la empresa. “Estaba un día sentado en mi casa y en eso llega Fausto Reyna, Secretario de Organización y Fito Pérez, también secretario de la Comisión Directiva. Me ofrecieron entrar en la Cooperativa Mar del Plata. Ahí me incorporé en 1970; y al tiempo paso a DEBA, en el mismo Sector”.
El compañero se refiere a Subestaciones: “seguí ahí hasta que me jubilé; en el año ‘86 me jubilé después de más de 40 años en el mismo sector”. Entonces dejó la empresa pero no el gremio. “Empecé a participar de otra manera en el Sindicato, mi vida continuaba en el Sindicato, los acompañaba a ellos, yo tenía coche, los acompañaba a los sectores de trabajo, a las filiales, llevar comunicados, andar con él, las compras y todo eso. Y, hace 6 años, más o menos, sentí algo y me hicieron un estudio y tenía un pequeño infarto, muy chiquito pero me dijeron que tenía que cuidarme. Bueno, ahí empieza mi otra vida, tengo que dejar el Sindicato porque ya no puedo trabajar. Pero pude conocer a un personaje inolvidable, que me ofreció toda su ayuda.
{{{El apoyo del gremio.}}}
Los momentos duros en la vida de los trabajadores se transforman en las oportunidades para que la organización muestre su verdadera función social, su rol de defensa integral de los compañeros. Y el caso de Amondarain encaja en esta definición.
“Yo aprecio mucho a los compañeros que me han ayudado y me siguen ayudando”. Como cuando debió operarse en Buenos Aires. “Voy y le digo a mi señora ‘mirá, tengo que ir a Buenos Aires a operarme’. Ahí estuve con la Comisión, y con José Rigane, y él me trasladó con gente a Buenos Aires, me operaron, me atendieron, hasta me ayudaron con una mujer para que me atendiera.”
En esta parte de la charla, Amondarain recuerda algunas de sus definiciones respecto del gremio, y de quienes lo conducen en la actualidad:
“atrás de ellos vamos aprendiendo como en una escuela, ahí en el Sindicato, porque son muchos años que llevan y son compañeros”,
“cuando hay una discusión yo siempre decía ‘vayan al camping, sáquense los pantalones ahí y discutan los problemas con un buen asado’”,
Las marchas y las movilizaciones son otro recuerdo importante del compañero. “Tengo presente varias por nuestra central, la “9 de Julio”. Otra que hicimos ahí en Hipólito Yrigoyen y Belgrano, todo; y las salidas que se hacían por todos los lugares en los coches. En esas marchas iba todo el mundo, hasta el Intendente nos acompañaba, hasta eso, mirá vos.”
{{{El Presidente a la sombra.}}}
En todos los encuentros con los compañeros, hay relatos muy sabrosos en los que se recuerdan situaciones propias del trabajo. Que en su momento pueden significar dificultades, o problemas, pero que con el paso del tiempo, se transforman en anécdotas con una gran carga de humor. Una de las que nos contó Amondarain, tiene que ver con una visita del Presidente de la Nación de la época, José María Guido, a la ciudad.
“Nos mandan al Hotel Provincial, donde están los transformadores grandotes, a colocar un fusible que se había quemado. Fuimos yo y D’Aleva, miramos todo, probamos todo, porque era un tablero más grande que esta oficina, todos unos fusibles que no me acuerdo cómo se llamaban, que venían con el fusible adentro, era un aparatito que ya no existen más; y bueno…, probamos todo y en un momento voy a hacer el puente para conectar el último fusible. Cuando voy a colocar el fusible me equivoco con la barra, pongo la que no corresponde, y ahí hubo una explosión. Ese día llegaba el Presidente Guido ahí; hizo una explosión tremenda. Llegaron policías, llegaron todos los de abajo, porque la entrada ahí donde están los transformadores es la entrada principal; llegaron todos a la puerta y empezaron a tocar todo, y se cortaba todo, se quedaba todo sin luz porque al saltar empezó a saltar todo. Tuvo que ir hasta el Gerente de la empresa, fueron los capos, los jefes, ahí adentro, ahí abajo para ayudarnos a colocar los fusibles, porque ponías uno y se reventaban, tenías que ponerlos todos, ¡fue una explosión tremenda!, ¡una bomba era!; y en ese momento, al poco rato llegaba el Presidente.
Ésa es la historia que más…, ¡aunque tenemos muchas!..”