A las 12 se produce el primer choque con la policía. Los trabajadores obligan a las fuerzas a retroceder y ganan la Plaza Pizzurno. Pasan de unos primeros 10 mil, a sumar cerca de 30 mil manifestantes, que no sólo se quedan en el centro, sino que marchan también hacia la Ciudad Universitaria y los barrios cercanos.
A la una de la tarde, la policía, desbordada en por lo menos una veintena de puntos estratégicos, ordena disparar balas de plomo. Los primeros en caer asesinados son el obrero Máximo Mena y el estudiante Daniel Castellanos. Serán los primeros de alrededor de una centena de muertos y varios cientos de heridos.
Durante el día, contingentes de activistas de la CGT local (enfrentada con la conducción nacional de Augusto Timoteo Vandor) y del gremio de Luz y Fuerza, liderado por Agustín Tosco, producen apagones de luces en diversos barrios de la ciudad. Algunas crónicas históricas señalan que los manifestantes llegaron a tomar puestos policiales, mientras los oficiales desaparecieron, incluso, dejando tirados en las calles sus uniformes.
Tosco, delegado de sus compañeros desde los 20 años, tomaría un rol fundamental para esta pueblada. “Fue una rebelión obrera y popular (…) surgió de la clase obrera y del pueblo. Lo esencial del Cordobazo es que surge de los trabajadores y de los estudiantes y que ellos, por sus convicciones, salieron a la calle a luchar”, dijo el indiscutible dirigente, lo que le valió una condena a 8 años de cárcel y cerca de 17 meses de prisión efectiva.
Recordar el Cordobazo, obliga a marcar estos hechos como un hito que debilitó al gobierno de Onganía, a partir de la rebelión obrero-estudiantil o la semi-insurrección de Córdoba que terminará forzando la caída de la dictadura militar del General Juan Carlos Onganía y que abrió el camino a puebladas y manifestaciones masivas en Rosario, nuevamente en Córdoba, General Roca, Mendoza y una docena más de ciudades del país. Al calor de estas movilizaciones surge una nueva vanguardia obrera de izquierda, no peronista, y el surgimiento con fuerza de la izquierda, hasta entonces compuesta generalmente por grupos pequeños o medianos en tamaño, a excepción del Partido Comunista.
Todo ocurrió a partir de esos tres días. Que fue el tiempo que le tomó a las fuerzas militares enviadas a reprimir, controlar la situación y retomar control de la ciudad de Córdoba.
Esta situación obligará a los militares a negociar una salida electoral cuatro años después con el propio Perón en exilio, en la esperanza que éste sea capaz de controlar el crecimiento de la izquierda y la combatividad obrero-estudiantil. No se le permite en principio a Perón ser candidato, pero se negocia con él su retorno al país y eventualmente al gobierno.
El “Cordobazo” inaugura así un período de 7 años de la lucha de clases (1969-1976) que se caracteriza por el surgimiento de una vanguardia obrera no dirigida por el Peronismo – aunque Perón y su movimiento comandan la lealtad de la mayoría del proletariado electoral-mente – y, por lo tanto, de la posibilidad real de iniciar un proceso revolucionario.
Este período es también el que marca el auge y desaparición de las principales corrientes guerrilleras de clase media: Montoneros (de tendencia Peronista) y el PRT-ERP, surgido de una temprana escisión en 1969 del PRT, que luego se llamara PRT (La Verdad) y más tarde PST.
La dictadura de Videla y los otros comandantes en jefe, tiene como objetivo fundamental aplastar a la vanguardia surgida del Cordobazo y aniquilar la generación influenciada por él. Se necesitó para esto una violencia y crímenes de lesa humanidad de tal escala que prácticamente arrasó con los dirigentes sindicales de izquierda, del movimiento estudiantil, intelectuales, periodistas de aquel tiempo, junto a muchos de sus familiares y periferia.
El Cordobazo probó a los trabajadores y jóvenes de la Argentina que se podía ganar contra el gobierno militar de Onganía y liberó fuerzas inmensas que comenzaron a romper con la política tradicional y giraron hacia la construcción de una izquierda, por primera vez desde principios de siglo, con raíces en lo mejor de la clase obrera y la juventud. Se trata de una lección todavía vigente, y que debe su origen, o su notable primer desarrollo, a estos 3 días de mayo de 1969.