“Indignación” es la palabra. Ahora los trabajadores somos vigilados por policías en servicio y de civil, mientras realizamos nuestras tareas, porque EDEA no tuvo mejor idea que instalar el fantasma del “atentado” para justificar los constantes cortes energéticos que no son producto de otra cosa que de la falta de inversión y mantenimiento.
Nuestra gestión siempre se basó en el diálogo, y cuando el diálogo se ha agotado, hemos asumido el conflicto en el marco de lo que establece la democracia y sus instituciones.
La violencia terrorista no constituye ninguna de nuestras prácticas, que siempre transitaron los carriles de la lógica gremial.
Si hay una actitud violenta, ésa es la que reiteradamente nos muestra la Empresa Distribuidora de Energía Eléctrica, la que después de no cumplir la conciliación obligatoria que determinó la Provincia, firmó con el sindicalismo empresarial un acuerdo vergonzoso.
No somos los trabajadores quienes no cumplimos la conciliación obligatoria, ni los intimados por el Ministerio de Trabajo por no cumplir las normas establecidas por la Ley.
No se nos puede exigir credencial identificatoria a los trabajadores a cargo del servicio eléctrico cuando vamos en vehículos de la empresa y con la correspondiente indumentaria. Hoy los trabajadores estamos siendo perseguidos y vamos a hacer responsable a la empresa, de cualquier accidente.
Seguiremos con la lucha por nuestros derechos y con las denuncias en la Secretaría de Energía de la Nación, en los ministerios de Trabajo, de Infraestructura, de Seguridad, en los organismos de Derechos Humanos, con herramientas legítimas, y no dejaremos de denunciar, públicamente, que es precisamente la multinacional EDEA S.A. (Grupo multinacional Camuzzi) quien actúa, históricamente, con violencia: contra todas las Leyes argentinas, contra sus autoridades de aplicación, contra los usuarios y los trabajadores.
Por todo esto, y por lo que es nuestro,
la lucha continúa.
{{La Comisión Directiva}}