El pasado 13 de agosto, en una madrugada fría, se nos fue de la vida el entrañable José “Pepe” Murguía. Hombre querido y respetado por amigos y adversarios, un compañero militante de esa raza de luchadores inclaudicables que se ganan odios y amores.
Férreo defensor de su organización sindical, se vio envuelto en las luchas laborales ni bien se sumó al gremio de Luz y Fuerza, allá por sus años mozos cuando comenzó a trabajar en la Compañía Eléctrica del Sur Argentino (CESA) en la vieja usina del puerto, años en que parte del Servicio Eléctrico estaba en manos de empresas multinacionales, que fueron retirándose ante el florecimiento de la gran Empresa Nacional que fue Agua y Energía Eléctrica.
Testigo presencial de las distintas y profundas transformaciones que sufrió el Servicio Eléctrico Nacional, vio con amargura cómo la desidia, la voracidad empresarial y la traición terminaban con un sueño que se llamó Agua y Energía, sueño al que aportó su cuota de trabajo para que ese brazo de progreso llegara a todos los rincones de la patria.
Su comprometida convicción en la lucha sindical lo llevó a participar en todos los frentes que le fue posible, los lugares de trabajo, las reuniones, las asambleas, los viajes, piquetes y movilizaciones lo contaron para poner la idea y también el corazón.
Con todo este caudal de participación, fácilmente se ganó el aprecio de la gran mayoría de compañeras y compañeros, pero también las jefaturas de aquellos años le dedicaron una política de persecución y marginación. También en los años de la última dictadura militar padeció la dureza de la cesantía. Los que crecimos viéndolo de cerca, desarrollar la camaradería, su amor a la familia, a la naturaleza y haciéndonos llegar una experiencia de vida, sus consejos, queremos recordarlo como un viejo batallador. Más allá de los años en que cumplió funciones de delegado, más allá de su participación como miembro de aquella Comisión Directiva que integró en 1967 (como vocal titular) y otros cargos que se supo ganar, debemos destacar la lealtad a su gremio, su convicción de clase.
Hoy que continúan las contiendas por las reivindicaciones de nuestros derechos laborales, que una vez más los trabajadores somos víctimas de las políticas de las empresas multinacionales, que descubrimos con desazón cómo viejos trabajadores que han perdido la fe y la conciencia de clase se prestan estúpidamente a sus intereses. Hoy, más que nunca, debemos valorar la figura de Pepe Murguía, quien nunca resignó sus ideales de lucha, que nunca entregó sus banderas.
{{Rubén Reyna.}}