Siempre hubo una política, en relación a la historia de los trabajadores, que consiste en negarla o sepultarla, que no se conozca.
No hay dudas del desconocimiento y el silencio, han sido las políticas de los dueños del poder y la burocracia sindical (cómplices de aquéllos) respecto a una de las figuras sociales más importantes del siglo pasado. Y al mismo tiempo, al realizar estas líneas, me afirmo en la idea que no será este escrito, ni ésta, la última vez que hablemos del “GRINGO”.
La historia de la humanidad esta plagada de luchas, contra la injusticia, contra la opresión, contra la segregación y el sometimiento; es la lucha de las mayorías por una vida con felicidad y dignidad, con trabajo no esclavo, por una sociedad más justa, donde las minorías explotadoras dejen de tener el poder, y así se abra camino a una nueva sociedad, un nuevo mundo.
En esa lucha de los explotados, de los trabajadores, que en nuestro país nace en los albores de la Patria, siempre hubo, tanto desde afuera de la clase, como desde adentro, quienes destinaron su vida, fueron parte de esa historia de entrega personal, contribuyeron con su saber, con su fuerza y convicción, con su capacidad intelectual, quienes en definitiva se convirtieron en ejemplos, en las nuevas situaciones de lucha, cuya base económica y social sigue siendo la misma de siempre, de injusticia para las mayorías y de opulencia para las minorías. Es en ese escenario donde aparece la figura de Agustín Tosco con toda su dimensión como dirigente clasista y revolucionario.
No es casual el “olvido” de tantos trabajadores y dirigentes sindicales que han hecho historia grande en las luchas populares y en el movimiento obrero, en realidad forma parte de esa política inalterable en el tiempo, de que el mejor sindicato es el que no existe y el mejor trabajador el que no sabe o no defiende sus derechos; como tampoco es casual la falta de LIBERTAD Y DEMOCRACIA SINDICAL, a pesar de la escritura en la Constitución Nacional y las exigencias de organismos internacionales, como la OIT.
Agustín Tosco nació en Coronel Moldes, el 22 de mayo de 1930, provincia de Córdoba, en el seno de una familia campesina, como él mismo la definiera.
Supo lo que era trabajar la tierra junto a sus padres y al mismo tiempo estudiar para la primaria, y aún en el piso de tierra de la casa de sus padres y con iluminación a vela, creó su pequeña biblioteca de lectura que de edad temprana inculcó su padre, que era un gran lector.
En 1944, deja el pueblo rural y el de su familia y va a la ciudad de Córdoba a realizar sus estudios secundarios en un internado: la Escuela de Artes y Oficios “Presidente Roca” con lo que inaugura en su vida personal la relación con el estudiantado y la industria, que en esa época venía en un sostenido desarrollo y crecimiento, tanto en la provincia mencionada, como a nivel nacional.
Luego de recibido como técnico industrial, en el año 1947, dos años después ingresa, a los 19 años, en el Servicio Público de Electricidad de Córdoba (SPEC). Sin embargo no dejo de estudiar y posteriormente, haciéndolo de noche, se recibió de electrotécnico, en la Universidad Tecnológica.
Ya en la organización sindical, Luz y Fuerza de Córdoba, al poco tiempo es elegido delegado de su sector de trabajo, y pasó a ser una de las autoridades del cuerpo general de delegados y al año es designado pro secretario general; más tarde es elegido secretario gremial de la Federación Argentina de Trabajadores de Luz y fuerza (FATLYF) de donde será expulsado junto a su gremio, por no someterse a las prácticas burocráticas y “participacionistas” como él calificaba a la dirigencia gremial de la época.
Tosco es perseguido e inhabilitado por la intervención militar, de 1955 al 57; es detenido por primera vez en Posadas, 1956, representando a la FATYF, y queda preso una semana.
Fue uno de los máximos dirigentes del Cordobazo, junto a otros dirigentes de entonces, como Atilio López, entre otros. Con Raimundo Ongaro, de Gráficos, crearon y dirigieron la CGT de los Argentinos.
Fue detenido en varias oportunidades, en 1969, después del Cordobazo, 29 de mayo, es detenido, junto a otros compañeros y estuvo preso siete meses en La Pampa y Rawson. Estando detenido en 1972, a disposición de la dictadura cívico-militar, fue electo secretario general de su querido gremio Luz y Fuerza de Córdoba.
Hablar del “Gringo “es hablar de la UNIDAD de todos los trabajadores, es hablar de la necesidad imperiosa de la construcción con toda la clase, su práctica de unidad es constante, no es declamativa, el Cordobazo mismo es una demostración cabal de esa práctica, porque ese acontecimiento revolucionario, quizás uno de los más importantes del siglo pasado, no hubiese sido posible sin la unidad de los trabajadores, estudiantes, intelectuales, del pueblo en general.
Por eso aún hoy, cuando uno pasa por lo que fue su organización sindical de base en Córdoba, todos lo reconocen y lo reivindican, no importa si son peronistas, radicales, socialistas, cristianos, comunistas, independientes, etc.
Rescatar la figura de Tosco hoy, a 32 años de su muerte, es un aporte modesto, pero necesario, en momentos que la fragmentación invade el campo popular y una crisis de desarticulación parece instalada en los sectores denominados progresistas, que han sido capaces de sobrevivir al genocidio, porque supieron resistir y eso es la base de la posibilidad de vivir estos tiempos, pero que se carece de la capacidad de decidir en unidad qué es lo que queremos, porque ya no alcanza con decir lo que no queremos, cuando se trata de enfrentar un enemigo poderoso y que mantiene como política científicamente elaborada, el ataque a los trabajadores y sus organizaciones sindicales.
Vicente Zito Lema, dice “No hablo de una conspiración, hablo de un plan muy bien organizado desde el poder para que las cosas no cambien y una de las maneras para que las cosas no cambien es tratar que los trabajadores no se organicen, es tratar que los trabajadores no reanuden su larga historia de lucha contra el poder. Por eso también los trabajadores tienen la obligación de tener conciencia y de tener memoria histórica de quienes dentro del conjunto de los trabajadores pudieron convertirse en ejemplo de lucha, en ejemplo de organización, en ejemplo de fraternidad, en ejemplo de valentía civil, sin abandonar los intereses de la clase a la que con orgullo pertenecían y que con abnegación sirvieron”.
Debemos derrotar el silencio y el desconocimiento que existe en la sociedad sobre AGUSTIN TOSCO “EL GRINGO “, de la misma manera que le debemos un gran acto nacional desde los trabajadores, a un dirigente que buscó organizar en unidad a la clase para dar el salto de lo reformista a lo revolucionario; por eso podía afirmar que había dos clases de organizaciones sindicales, las que piden aumento salarial siguiendo las pautas del proceso inflacionario y las que se convierten en instrumentos, en palanca de transformación, de liberación nacional y social, capaces de construir con el conjunto del pueblo una nueva sociedad, poniendo fin a los trabajadores objetos, para dar entrada a los trabajadores sujetos de su propio destino.