Ya está puesta la cifra. También está definido el plazo. Hasta la noticia se vende como positiva (“Los servicios públicos no aumentarán por las elecciones”, INFOBAE, 1/10/2007). Lo cierto es que el gobierno, que con este anuncio parece dar por asegurada su continuidad, ya estableció un incremento de un 15 por ciento en promedio, en las tarifas de los servicios públicos.
{{{Salió en el diario.}}}
Según Infobae “en el caso del suministro de energía eléctrica ya se convino una revisión de las tarifas que debería implementarse desde febrero, aunque sólo alcanzaría a los clientes de mayores recursos. Las distribuidoras de gas esperan todavía la aprobación de una modificación arancelaria de un 15%, que promedia las cargas sobre medianos y grandes usuarios” (1/10/07). El mismo medio hace referencias a aumentos en tarifas o subsidios al transporte público y ajustes en los peajes.
El resto de las fuentes coinciden y amplían.
Según publica el diario El Cronista Comercial el 17 de septiembre, “las tarifas domiciliarias de luz y gas, que tienen un retraso considerable respecto de la inflación, están sujetas a un esquema de renegociación global que vence en febrero próximo”.
En otro párrafo de la misma publicación, van al detalle: “Las compañías de distribución eléctrica lo desmienten, pero el nuevo cuadro tarifario -que regirá desde el 1º de febrero de 2007- contemplará un aumento promedio del 15%.”
Según este medio, el ENRE estaría abriendo una licitación para habilitar el proceso de actualización tarifaria, y además, habría un esquema de aumentos progresivos resuelto por criterios vinculados a los costos de operación y mantenimiento, plan de inversiones, remuneración por la prestación del servicio (la ganancia), poder adquisitivo, barrio o zona y nivel de consumo eléctrico. “Con este esquema, los barrios más caros del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) podrían sufrir en 2008 un incremento del 30%, aunque escalonado en dos cuotas. Mientras que los más humildes sólo tendrían un recargo del 5% (máximo 10%) a lo largo de todo el año próximo”, afirma El Cronista Comercial.
{{{¿Y el verano?}}}
Difundida esta información, ratificamos el encabezado de la nota. Las empresas tienen su norte puesto en febrero, y ése es todo su interés. Pero en medio, para ser más precisos hay que decir ANTES, está una nueva temporada de verano que llega con cero inversiones y cero prevención de un muy esperable colapso.
Con un sistema funcionando al límite, atrasos en las obras para elevar la oferta y una -supuesta- economía en expansión con aún más apetito por gas natural y electricidad, el presidente saliente, Néstor Kirchner, navegó la crisis energética invernal cargando todo el peso de la crisis sobre la industria. Y de esta manera, alivianó su salida del gobierno. Ahora bien, la nueva mandataria, que asumirá el 10 de diciembre, deberá enfrentar un verano con una demanda energética aún mayor que la de este invierno, el más crudo en 45 años, con las mismas herramientas que tuvo su esposo.
La falta de inversiones en el sector energético desde las privatizaciones (hace más de 10 años) dejó a la matriz argentina sin respaldo frente a una ‘recuperación de la economía’ (según el mismísimo gobierno) y los analistas creen que la decisión de mantener las tarifas congeladas para incentivar la economía desalentó aún más nuevos proyectos.
{{{Más con menos.}}}
La ecuación es tan simple que no hay especulaciones ni engaños posibles. La crisis energética argentina no nació en 2007, pero este año el Gobierno se vio más ajustado y debió importar electricidad de Brasil, elevar compras de gas a Bolivia y recortar nuevamente exportaciones a Chile, así como importar diésel y fuel oil y subsidiar a industrias para evitar un daño mayor a la producción.
Además, en las zonas más pobladas del país, barrios enteros sufrieron cortes temporales de electricidad por recalentamiento de cables y fallas por sobreexigencia. Otro fuerte impacto de la crisis se vio en los problemas en el abastecimiento de gas natural comprimido para vehículos -casi todos los taxis de Buenos Aires los usan- y de diésel para la cosecha agrícola.
Nuestro país entonces deberá enfrentar el verano con el mismo parque generador que tiene actualmente. Y es más (lo que quiere decir que es menos) todas las estadísticas indican que en cada invierno se consume más que en el verano anterior, y cada verano, más que el invierno anterior.