{{{Víctor Mendibil.}}}
{{“En la medida que no haya libertad sindical, es muy difícil que no se repita la experiencia del Consejo del Salario.”}}
1- ¿Qué condiciones tienen que darse para que se establezca el Pacto Social que propone Cristina Fernández?
Creo que no puede establecerse con el actual nivel de distribución de la riqueza. La matriz distributiva es de tal brutalidad en la Argentina que, a mi criterio, no se puede hablar de un pacto social que no garantice la modificación de esa matriz y que no permita un proyecto a futuro que propicie que los trabajadores ocupemos el nivel de participación que oportunamente hemos tenido, como en el año 54, momento en estaba garantizado que la mitad de la torta era para los patrones y la otra, para los trabajadores. Por lo tanto, creo que un pacto social planteado en esos términos consolidaría un modelo de distribución.
2- ¿Puede esperarse el éxito del Pacto Social si se tiene en cuenta, como antecedente de diálogo, el que representa la experiencia del Consejo del Salario?
En la medida que no se democratice la sociedad, que se reconozca la representación de los trabajadores (y no solamente de la CTA), en la medida que no haya libertad sindical, es muy difícil que no se repita la experiencia del Consejo del Salario. Esa es una mera fotografía de que la UIA, la CGT y algún funcionario encumbrado del gobierno se reúnen y anuncian un acuerdo previo, mientras las demás organizaciones y la mayoría de los actores protagonistas de nuestro pueblo quedan fuera de la discusión.
3- ¿Encuentra en el gobierno nacional buenas señales
para desarrollar la nueva política laboral y social que plantea la CTA?
El gobierno tiene una oportunidad. Todavía el presidente Kirchner tiene una oportunidad (la entrevista fue grabada antes del traspaso presidencial) y, de no resolverlo él, tendrá que hacerlo la presidenta electa. Yo soy optimista. Creo que hay que ayudar a que se profundice el proceso democrático; y nosotros, los trabajadores, vamos a seguir peleando para que se consolide una nueva legislación. Yo no reniego de entrada. Al gobierno se lo ve funcionando y tiene una oportunidad de profundizar el modelo democrático, de aliarse con la mayoría del pueblo o aliarse con los grupos económicos multinacionales. Esa decisión es del gobierno, no de los trabajadores.
{{{Carlos Chile.}}}
{{“Cualquier Pacto Social, para que sea tal, debe contener los intereses de los que la han pasado muy mal, y que siguen mal.”}}
1- ¿Qué condiciones tienen que darse para que se establezca el Pacto Social que propone Cristina Fernández?
La condición sine qua non es replantear el modelo de país, replantear cómo se reparte el ingreso y la renta nacional, renta nacional de la cual una parte ni siquiera puede administrar el Estado, con lo cual es bastante complejo. Cualquier intento de producir un pacto a costo de alimentos, salario y todo lo demás, nosotros consideramos que es un chaleco de fuerza para la lucha de la clase obrera, que, por supuesto, vamos a enfrentar en la calle como hemos enfrentado todos los intentos de masificar a la clase. La condición fundamental es replantear la participación del pueblo en el reparto de la renta nacional.
2- ¿Puede esperarse el éxito del Pacto Social si se tiene en cuenta, como antecedente de diálogo, el que representa la experiencia del Consejo del Salario?
No se puede esperar ningún éxito de ningún Pacto Social mientras se sigan muriendo los hermanos tobas en el Chaco; mientras sigan existiendo millones de trabajadores en negro en nuestro país. No se puede esperar ningún éxito del Pacto Social mientras no se ponga en marcha un sistema de formación, de incorporación y de creación de puestos de trabajo genuino que dé perspectivas a nuestra juventud y que reconozca, por ejemplo, el aporte que han hecho generaciones a este país. Cualquier Pacto Social, para que sea tal, debe contener los intereses de los que la han pasado muy mal y de los que la siguen pasando mal. A mí me parece que cuando venís con un programa de pelea desde atrás, como nosotros, que venimos peleando, que le hemos peleado desde la dictadura para acá a todos los que han intentado perfeccionar este modelo económico que sigue intacto (la matriz distributiva en la Argentina sigue intacta); nosotros que le hemos venido diciendo que no a la precarización, no a la flexibilización, no al trabajo en negro; que hemos venido planteando el no a la Ley de Empleo porque es flexibilizadora; exigiendo el 82 % móvil para los jubilados de categoría; que hemos venido planteando el tema de la Asignación Universal para todos los menores de 18 años desde el FRENAPO, que hemos elaborado toda una plataforma reivindicativa, cualquier persona que quiera sentarse a pactar con el Campo Popular (si nos remitimos al término) debe tener en cuenta esto. Entonces, la plataforma de lucha del Campo Popular se ha construido con años y con la sangre de muchos compañeros caídos. Con los caídos en las rutas, con los caídos en las huelgas, con los caídos el 19 y 20. Desde allí se ha constituido una plataforma reivindicativa del Campo Popular e indudablemente si alguien se llama a pactar debería tener en cuenta esa plataforma y decir “mire, hoy no le puedo dar el 82% pero le puedo dar el 80% y usted déme 5 años, 4 años para llegar al 82%”. Eso sería pactar, en todo caso. “Hoy no puedo resolver el tema de la Asignación Universal para todos los menores de 18 años”, por ejemplo. Y desde ya sabemos que pueden, tienen 45 mil millones de dólares en el Banco Central, pueden resolver el tema de los jubilados, pueden resolver el tema de la Asignación Universal por hijo. Entonces, cualquier Pacto que niegue y que no tenga la capacidad de percibir que existe una plataforma de lucha construida con el esfuerzo y el sacrificio de generaciones, entonces indudablemente marcha al fracaso.
3- ¿Encuentra en el gobierno nacional buenas señales
para desarrollar la nueva política laboral y social que plantea la CTA?
Indudablemente, con un gobierno que todavía no ha asumido, como que uno está predispuesto a decir que no. Pero si uno tiene en cuenta que la señora Cristina Fernández de Kirchner ha dicho que va a haber continuidad absoluta con la gestión de su marido, entonces debemos decir que en la política del gobierno no existe espacio para discutir la participación de todo el pueblo en los temas estratégicos de la Nación. Esto tiene que ver con el tema energético o con el tema de hidrocarburos, con el tema de la tierra, con el tema de la minería, con el tema de la pesca. Tiene que ver con el 100 % del modelo económico puesto en nuestro país. Este es un gobierno de fuerte contenido concentrador, un modelo que concentra la riqueza y que, por supuesto, concentra el poder en las manos de los monopolios de las multinacionales que terminan siendo factores de decisión política real en nuestro país.
{{{Juan Carlos Camaño.}}}
{{“No parece que el pacto social vaya a cambiar radicalmente el sentido de la injusta matriz distributiva.”}}
1- ¿Qué condiciones tienen que darse para que se establezca el Pacto Social que propone Cristina Fernández?
En lo que atañe a los trabajadores, lo primero que tienen que tomar en cuenta cuando se habla de pacto social es su condición objetiva y subjetiva de fuerza propia. En la Argentina casi el 70% de la masa laboral está en negro y sigue siendo baja la tasa de sindicalización. En síntesis: estamos en una notoria relación de fuerzas desfavorable frente a empresas que, en gran medida, se han transnacionalizado, están en vías de hacerlo, o han armado “sociedades” con el capital transnacional. La segunda cuestión a no perder de vista es que los pactos sociales siempre se han hecho -más expoliadores o menos- para no entorpecer el andar de la máquina capitalista, y si ésta trastabilla, gobiernos y empresarios requieren de los trabajadores para que ayuden a retomar la marcha. Algo así -más la crisis política en España- ocurrió cuando se apeló al tantas veces reivindicado (por políticos y patrones) Pacto de la Moncloa. Allí, aún hoy, los trabajadores se enfrentan a los contratos laborales a tiempo -o basura- y a “significativas tasas de desempleo” encubiertas por el subempleo o el trabajo basura. Este último muy extendido y, con “más razón”, cuando se trata de asalariados llegados a España en estado laboralmente desesperante.
2- ¿Puede esperarse el éxito del Pacto Social si se tiene en cuenta, como antecedente de diálogo, el que representa la experiencia del Consejo del Salario?
Por lo dicho en la anterior respuesta y las frustrantes experiencias -sabidas de antemano- del Consejo del Salario, no parece que el pacto social vaya a cambiar radicalmente el sentido de la injusta matriz distributiva. La Argentina -su gobierno actual- se encuentra, con sus más y sus menos, entre los países que han cuestionado, cuestionan, el modelo neoliberal. El modelo neoliberal no es una pieza suelta del capitalismo, sino su principal engranaje en el sistema de globalización económica-financiera. Con el “ni” crece la economía y no la distribución de la riqueza. Y así quedan muy contentos los dueños del dinero. Liberales y no liberales siguen llenando la copa y del derrame ni noticias.
3- ¿Encuentra en el gobierno nacional buenas señales
para desarrollar la nueva política laboral y social que plantea la CTA?
Confieso que no conozco con debida información el carácter de la relación publicada y no publicada entre la CTA y el gobierno. Si me remito al ninguneo -o negativa- de otorgamiento de la personería después de tantos años, podría deducirse que la Central no es muy tomada en consideración por el gobierno. Aunque quizás las cosas sean un poco más complejas y por eso vale, ya sea para el pacto social o la paritaria social, tener en claro qué se quiere discutir, para qué y en beneficio de quiénes. Y, por sobre todo, conocer antes -según la historia y el sentido de la globalización capitalista fogoneada por el imperialismo norteamericano y sus aliados- qué necesita el capital cuando fuerza la mano reclamando “institucionalidad y previsibilidad jurídica para sus inversiones”. No está mal, sino todo lo contrario, que los trabajadores exijan -en cualquier mesa- discutir desde el salario a la preservación de los recursos estratégicos del país. Y todo lo demás.
{{{Claudio Lozano.}}}
{{“Es muy difícil, sin democracia sindical, que podamos protagonizar un Pacto Social por la igualdad, como debe ser el único Pacto Social que merece la Argentina.”}}
1- ¿Qué condiciones tienen que darse para que se establezca el Pacto Social que propone Cristina Fernández?
La primera condición debería ser la existencia de una voluntad política que posibilite avanzar en un proceso de democratización que, por lo tanto, implique ampliar el conjunto de actores de la sociedad argentina que puedan influir en las decisiones públicas y, por lo tanto, incorporar nuevos contenidos que puedan rediseñar el rumbo que hasta el momento viene teniendo el país. En este sentido, resulta muy complejo pensar que es posible avanzar en un proceso de Pacto Social entendido éste como un instrumento de democratización que nos permita avanzar en cambios que proporcionen mayor igualdad, mejores condiciones para la nueva experiencia productiva y una mejor y nueva estrategia de desarrollo con un nuevo tipo de inserción internacional. Es muy difícil pensar una estrategia de esta naturaleza, pensar en un Pacto Social macro, entre actores que integran la sociedad argentina, si al mismo tiempo, por ejemplo, en el ámbito de las relaciones laborales micro, al interior de las empresas, siguen dándose situaciones donde la democracia no logra ingresar por la puerta de los principales establecimientos del país. Y en este sentido me refiero en concreto a la dificultad objetiva que exhiben los trabajadores hoy para poder organizarse en libertad dentro de las Empresas en las que trabajan y tener por lo tanto cuerpos de delegados representativos y que, por cierto, los representen a la hora de discutir sus condiciones de trabajo y sus niveles de ingreso. Es muy difícil que si no priman criterios de igualdad y democracia sindical, que al mismo tiempo potencien la organización de los trabajadores y por lo tanto restituyan condiciones de mejor equilibrio social, podamos protagonizar un Pacto Social por la igualdad, como debe ser el único Pacto Social que merece la Argentina. Lo que no tiene lugar en este país es un Pacto Social que venga a congelar las relaciones de desigualdad hoy vigentes, ni que venga a congelar el cuadro de pobreza que en este momento tiene el país.
2- ¿Puede esperarse el éxito del Pacto Social si se tiene en cuenta, como antecedente de diálogo, el que representa la experiencia del Consejo del Salario?
Por eso dije que se requiere de una voluntad política distinta. Está claro que en el ámbito del Consejo del Salario, que si bien fue un ámbito que en su momento generó expectativas en tanto propició una convocatoria a un universo de actores amplio, que dio lugar a la presencia de segmentos de pequeña y mediana empresa dentro del campo empresarial, que incluso buscó la representación de las dos Centrales existentes en la Argentina, el nivel de democratización que supuso la convocatoria a esa institución hizo concretamente que esa institución, a partir del momento en que se comenzaron a plantear los problemas que había que poner en debate, directamente dejara de funcionar y se transformara en una suerte de convocatoria a una conferencia de prensa anual en la cual se resolvía lo que de alguna manera el gobierno ya había acordado con empresarios de la UIA y con la CGT, en términos de incremento del salario mínimo. O sea, me parece que esa es una experiencia de lo que no hay que hacer. Si se persiste en criterios que suponen convocatorias públicas que en la práctica luego no se traducen en instituciones que funcionen de manera concreta, difícilmente el Pacto luego se pueda lograr.
3- ¿Encuentra en el gobierno nacional buenas señales
para desarrollar la nueva política laboral y social que plantea la CTA?
La verdad es que hasta el momento el gobierno no ha dado señales de querer pasar de una política salarial convencional que tiene como destino exclusivo prácticamente atender las discusiones sobre salario mínimo y Convenio Colectivo, que son discusiones que tienen un universo de coberturas sobre una franja muy reducida de la población trabajadora actual. En este sentido, no más del 25 o 26% del total de la población laboral está involucrada en este tipo de estrategias laborales. El gobierno no ha dado pasos para poner como punto central de la discusión cómo se construye un piso de garantías y de ingresos para el conjunto de los hogares en nuestro país, que permita que éstos superen el umbral de pobreza. Esta discusión implica poner en escena un conjunto de cuestiones que hacen a las políticas públicas de alcance universal que viene planteando la CTA desde hace ya largo tiempo, desde el Frente Nacional contra la Pobreza (FRENAPO) en adelante. En este sentido, sobre este tipo de cuestiones, yo diría que no sólo no ha habido decisiones del gobierno sino que, por lo general, incluso las expresiones de sus funcionarios más encumbrados han tendido a negar avances en dirección a garantizar la mayor universalidad en el terreno de las políticas sociales, como indudablemente supone fortalecer una estrategia que consolide un sistema público previsional no optativo, sino obligatorio, que efectivamente garantice un plan universal para que ningún mayor carezca de cobertura previsional y para que se pueda restituir la movilidad de los haberes jubilatorios. En ningún caso se pudo avanzar en que la discusión sobre el Seguro de Empleo y Formación fuera la creación de un instrumento que efectivamente permitiera la reinserción previa en los circuitos de formación, calificación laboral y emprendimiento productivo de quienes forman parte de ese instrumento y, menos aún, de su generalización y de que los niveles productivos que posea fueran mínimamente razonables y cercanos al nivel del salario mínimo existente. Y tampoco se pudo avanzar en el reemplazo de las asignaciones familiares por la Asignación Universal por Hijo como un instrumento que desde todo punto de vista tiene un nivel de existencia distributiva sumamente significativo porque puede llegar a todos aquellos hogares que tienen mayor número de pibes, que son los hogares que están más postergados. Por lo tanto, en este sentido, no sólo no ha habido señales sino que, además, me parece que -al menos hasta el momento- no se observan definiciones que permitan poner en marcha las políticas que le hagan a nuestro país recuperar las ventajas de las que dispone para poder financiar una estrategia seria de recomposición social, y la puesta en marcha de un nuevo proyecto productivo. Cuando me refiero a esas ventajas me refiero a las ventajas alimentarias, energéticas y mineras que la Argentina tiene y dispone, dada su posición formidable de recursos naturales, y que para poder aprovecharlas requeriría de un proceso de reconstrucción de la Junta Nacional de Granos, de la Junta Nacional de Carnes, de la creación en serio de una Empresa Nacional de Hidrocarburos, de desmontar el marco de libre disponibilidad del crudo -que en su momento inaugurara Menem- y de modificar los términos bajo los cuales se lleva a cabo hoy la explotación minera. Estas estrategias permitirían, por un lado, garantizar una canasta familiar alimentaria mucho más barata que la actual. Garantizaría, en segundo lugar, capturar rentas equivalentes a los 20 mil millones de dólares, y dotar de financiamiento suficiente para una estrategia que permita pensar una Argentina con una estrategia productiva de mayor valor agregado, de mayor incorporación de progresos técnicos, en el esquema primario y factorista que hasta el momento sigue vigente.