En este setiembre negro para las finanzas globales, son 180 mil millones de dólares lo que dispusieron siete bancos centrales del capitalismo desarrollado para intentar calmar la debacle del sistema financiero en el corazón de capitalismo central. Otros 85 mil millones de dólares fueron los destinados por la Reserva Federal estadounidense para el salvataje de la aseguradora AIG.
Fueron 50 mil millones lo que le costó al Bank of America la apro-piación de la devaluada Merrill Lynch, 4 veces más cara hace un par de años. El costo del paquete económico que elevó el gobierno Bush al parlamento para el salvataje de las entidades financieras en crisis alcanza a los 700 mil millones de dólares. Nadie puede afirmar que con esta danza millonaria el problema podrá superarse, pero nuestro propósito con ésta nota apunta a poner de manifiesto que el objetivo es sostener el funcionamiento de la vanguardia de la liberación financiera y económica de las últimas tres décadas. Esos fueron los años de la instalación de la ofensiva del capital trasnacional y la ideología neoliberal. Aludimos a la banca de inversión en crisis y a la arquitectura del sistema financiero mundial como emblemas del mundo cuyas funciones contribu-yeron a potenciar las asimetrías de ingreso y riquezas para consolidar un orden económico y social sustentado en la explotación.
Resulta útil concentrarnos en la consideración de los efectos posibles en el corto plazo y las opciones que habilita a pensar. El efecto inmediato es la confirmación de la desaceleración económica en EEUU y el tránsito hacia una recesión que se difundirá en el sistema mundial. Ya sabemos que la recesión supone desempleo y dete-rioro de la calidad de vida de los sectores de menores ingresos en EEUU, motorizando nuevas rondas de concentración empresarias.
Una salida posible es la reiteración del camino asumido para superar la anterior recesión del 2001, donde se convino keyne-sianismo militar (estrategia contra el terrorismo) con alimento a un desenfrenado endeudamiento del Estado y los particulares, que desembocó en la burbuja inmobiliaria y la crisis de las hipotecas desde agosto del 2007. Ahora no puede repetirse la historia del mismo modo, porque la ofensiva militarista aparece atrapada en Irak y Afganistán, con pérdida de legitimidad en el mundo y al interior de EEUU. Tampoco se puede estimular el crédito de un sistema bancario con mora creciente. La innovación, si así puede llamarse, y ante el fracaso de que el capital privado sostenga a las entidades en crisis, es que se acude al sempiter-no regreso de la intervención estatal bajo nuevas formas. Algunos razonan sobre las similitudes del crack actual con el operado en 1929.
Entonces, aprendiendo la lección, se abandonó la concepción de que todo lo resuelve la “mano invisible del mercado”, para inaugurar un nuevo tiempo histórico. Solo como hipótesis adicionemos que los cambios que ocurren en América Latina pueden generar condiciones para regresar a un imaginario de orden alternativo al capitalismo.