La organización en base al trabajo es fundamental en el esquema de funcionamiento de esta organización: una fábrica textil, un centro comunitario de atención médica y una fábrica de bloques y adoquines, además de las cooperativas de construcción de viviendas, son sólo algunas de las expresiones de todo eso.
En la textil trabajan 240 trabajadores organizados en forma cooperativa, donde lo importante no es la experiencia previa, sino las ganas de trabajar y aprender. Son los mismos trabajadores los que se “forman” unos a otros, todos saben hacer “todo el trabajo” y todos trabajan por igual, sin escalafones ni distinciones entre unos y otros.
Guardapolvos, remeras, camisas y ropa de trabajo, todo se produce con el esfuerzo y el amor colectivo, como en el centro médico, donde profesionales y vecinos trabajan codo a codo, entendiendo que la salud es, ante todo, un derecho.
En este centro de salud se atiende a todos por igual, sin distinción alguna, combatiendo contra la enfermedad más terrible: la desnutrición. Grupos de médicos, psicólogos y vecinos recorren el barrio, a la búsqueda de los que necesitan su asistencia. Cuentan con un laboratorio propio y una ambulancia equipada con las últimas tecnologías, en caso de que un paciente necesite ser derivado para su internación. Pero su esfuerzo no se agota en la atención, tratan de que cada paciente se vaya, además, con los medicamentos necesarios para su tratamiento; ahí donde el Estado se olvida de los pobres, la Tupac les recuerda que otra vida es posible, porque todo es posible para los tupaqueros.
Caminando por las calles de tierra de canto rodado, uno se encuentra de golpe con un enorme galpón y compañeros que entran y salen con sus “uniformes” de obra marrón claro y sus botines de punta reforzada, es la “Fábrica de bloques y adoquines”, donde veinte compañeros trabajan en un solo turno de ocho horas, produciendo a razón de 360 bloques de concreto por hora, los mismos bloques que los compañeros utilizarán luego en la construcción de las viviendas del barrio, para que más familias puedan acceder a su vivienda y, con ella, a una vida más digna.
Caminar por este barrio es encontrar una sorpresa a la vuelta de cada esquina, es volver a creer que un mundo distinto es posible: escuelas, polideportivos, guarderías y plazas; todo construido con la misma lógica: el barrio es de todos y todos tienen que cuidarlo y quererlo, porque nadie lo hará por ellos. Este barrio, perdido en la geografía de una Jujuy desconocida para la mayoría, es el que le abre sus puertas a compañeros de todo el país y del mundo para esta Constituyente Social, y quizás no haya un lugar mejor para volver a soñar que otro mundo es posible y empezar a construirlo.