Sus cuadros y murales llegaron en sus distintos viajes a numerosas galerías de arte de nuestro territorio, países vecinos y también del Viejo Mundo, donde quedó plasmado el trabajo y la idiosincrasia de un artista argentino compenetrado con el sentimiento de su pueblo.
Con casi una centuria de años a cuestas, trabajó hasta sus últimos días, con la alegría de los que tienen la capacidad de brindar la magia de las luces y las sombras, el movimiento y el color. En el camino de la vida de triunfos y derrotas, pero también de revanchas, pudo experimentar que su lucha no fue en vano, que la prédica llevada adelante con sus camaradas estaba basada en la razón. Pudo ver resquebrajarse y hundirse, como un glaciar, la estructura de un sistema capitalista del que renegó y contra el cual combatió con las armas de la intelectualidad.
Nosotros, los trabajadores del Sindicato de Luz y Fuerza de Mar del Plata, que lo hemos visto acompañar nuestras luchas, que lo hemos visto trabajar en nuestra casa, que hemos escuchado su palabra y que además atesoramos su obra, sentimos el dolor de la pérdida de un amigo, de un camarada, pero sentimos también que estará junto a nosotros en cada mural, en cada cuadro, para acompañarnos en esta empresa de construir la historia.