-Convenio Colectivo de Trabajo ÚNICO (36/75).
-BASTA de Tercerizaciones en EDEA S.A.
-Recuperación del Patrimonio Nacional.
-Energía como Bien Social y Derecho Humano.
-Integración energética con los pueblos Americanos.
Mar del Plata, 13 de julio de 2017
Como todos los años, el 13 de Julio los lucifuercistas celebramos nuestro día en homenaje a que un 13 de Julio, pero de 1949, se firmó el primer Convenio Colectivo Nacional de Luz y Fuerza. Desde aquel momento, para recordar un hecho que fue un claro avance en la lucha por la dignificación de los trabajadores de la electricidad, nos tomamos de esta fecha para repasar y recordar la historia transcurrida y reflexionar sobre nuestro presente, con miras al futuro de un sector representativo de la clase trabajadora.
La celebración de nuestro día encierra no sólo un aniversario sino que invita a recordar, cada año, de dónde venimos, la historia de lucha y sacrificio que hay detrás de nosotros, los compañeros que construyeron el camino y que hoy ya no están. Nuestro día permite, también, celebrar ese espíritu de unidad entre los lucifuercistas, que hizo posibles todas nuestras conquistas, es un momento de encuentro con nuestros compañeros, con nuestras familias, con nuestra historia y memoria grabada a fuego en cada trabajador.
La Federación propia.
El 13 de Julio de 1948, un total de 29 organizaciones sindicales formaron la Federación Argentina de Trabajadores de Luz y Fuerza de la Argentina (FATLYF), que rechazó la idea de crear un sindicato único nacional, para conformar una federación integrada con organizaciones sindicales con personería propia, es decir con autonomía, pero con políticas centralizadas en la Federación, decididas, se supone, en los cuerpos orgánicos de la misma. Al Congreso fundacional asistieron los representantes de los sindicatos de Luz y Fuerza fundados en todo el país, al que se sumó Misiones al día siguiente y al que fueron adhiriendo Tres Arroyos, fundado en 1949, Concepción del Uruguay, La Rioja, Coronel Suárez y Cañada de Gómez en 1950, Catamarca en 1951 y San Juan en 1952.
La Unidad, en primer lugar.
En aquella época, al calor de las iniciativas políticas de un movimiento obrero pujante, y en el marco de una transformación política-social en el país, con la creación de cientos de organizaciones sindicales, lo que se privilegió fue la unidad de los trabajadores y del movimiento obrero, que venía actuando y resolviendo la problemática laboral, desde cada una de las organizaciones, en forma aislada y por su cuenta, al no existir una entidad que nucleara y posibilitara a los trabajadores actuar como una única fuerza.
Época de extranjería.
Era una etapa que salíamos de las empresas eléctricas privadas, que estaban en manos de los ingleses, belgas, alemanes, norteamericanos, etc. En esas épocas, las privadas no tenían convenio, no respetaban los pocos derechos existentes, explotaban a los trabajadores a gusto, a su antojo, podríamos afirmar sin equivocarnos.
Época de soberanía.
Luego vino la nacionalización de las empresas de la energía, la creación de la empresa única nacional de electricidad, como AYEE; los recursos naturales y los energéticos pasaron a ser propiedad intransferible del Estado Nacional (Constitución de 1949) y el Patrimonio Nacional pasó a ser sinónimo de Soberanía y riqueza del pueblo argentino, eran los años que esto significaba Autonomía Nacional, Soberanía, Desarrollo propio, y que más allá de los vaivenes del desarrollo político, económico y social del país, este perfil, con los altibajos de las dictaduras militares en particular, se mantuvo hasta marzo de 1976.
Lucha por derechos igualitarios.
Lograr el Convenio Colectivo para todos los trabajadores de la electricidad, y que se aplicara en todas las empresas, no fue tarea fácil, y además se logró de a poco, hasta que finalmente todos tuvieran el mismo derecho convencional, tanto el que trabajaba en una cooperativa eléctrica, como el de una empresa provincial, nacional, incluso municipal, y también en las privadas.
Lo mismo ocurrió con los trabajadores que desarrollaban distintas tareas (a las eléctricas específicamente), tanto en el plano administrativo, como técnico, manual, inspectores, proyectos, incluso personal jerárquico.
Momento clave, sueños posibles.
En 1975, quizás sea el momento de mayor desarrollo en todo sentido del movimiento obrero y de logros convencionales de los trabajadores.
El gremio de Luz y Fuerza, a nivel nacional, lograba el Convenio 36/75, con lo cual, sumado al Convenio de los sindicatos de Córdoba y el de Capital Federal, conformaban la trilogía de derechos fundamentales de todos los trabajadores de la electricidad, y además, era el trípode más alto, que hacía de base para finalmente llegar al Convenio Nacional único. .
Era la época de la empresa nacional única de electricidad, el sueño de un valor único del Kw en todo el país, de un Plan Energético Nacional. Sobre todo, era saber que podíamos.
No fue así.
Nuevas “malas palabras”.
Lo que vino es más reciente y más conocido (aunque no lo suficiente por los faltos de memorias y los más jóvenes).
Soberanía, Patrimonio Nacional, empresas del Estado (en cualquiera de sus niveles), Valor Estratégico, Convenio Colectivo Nacional de Trabajo, empresa única, monopolio estatal y natural, etc. (un etc. largo), pasaron a ser malas palabras. Éste no era el léxico aprobado por la globalización, ni por el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio, etc. Tampoco eran las bases para entrar al “primer mundo”.
«Las reformas comenzaron a implementarse durante el Menemismo y fueron enmarcadas en dos grandes leyes, la de Emergencia Económica (23.696) y la de Reforma del Estado (23.697). Ambas, posibilitaron el desmantelamiento de la asistencia a la industria, eliminación de trabas al comercio exterior, con el consecuente cierre de innumerables industrias nacionales, la reducción del Estado, con despidos, reducciones salariales y flexibilización de los convenios, los “retiros voluntarios”, la reforma del sistema previsional y la lista de los desastres del neoliberalismo sigue. Pero nos detendremos en uno: la venta de la mayor parte de las empresas estatales y particularmente las empresas de Energía.
La energía eléctrica antes de la privatización.
Según un informe “antes de la reforma del sistema eléctrico, el país contaba con 4 empresas nacionales y dos hidroeléctricas binacionales que garantizaban el 84% de la generación de energía del país y que eran propietarias del 100% del transporte. Además existían dos empresas distribuidoras nacionales que abastecían el 55% del consumo eléctrico nacional, 21 empresas provinciales que abastecían al 34% del consumo dentro de los territorios provinciales y alrededor de 600 cooperativas privadas que prestaban servicio al 11% restante en áreas municipales.»
«Al momento de la reforma, las empresas enfrentaban grandes dificultades económicas y financieras, causadas por el vaciamiento propiciado por el gobierno, al desviar los fondos propios de las empresas para cubrir gastos del presupuesto nacional”.
Es decir, las empresas fueron vaciadas de manera totalmente intencional, había que terminar con los monopolios públicos y reemplazarlo por el capital privado, en aparente libre competencia. Mentira que enmascara el reemplazo de lo público, por los monopolios privados transnacionales.
La reforma del sistema eléctrico se operó mediante un nuevo Marco Regulatorio eléctrico, del año 1991, que mercantilizaba el sector, olvidándose por supuesto que se trata de un servicio público. Se fragmentó el proceso en Unidades de negocio, atomizando las empresas para sacar más dividendos: Generación, Transporte y Distribución. Se liquida literalmente todo. Se vende “Agua y Energía”, las centrales a cargo de Nación, se entrega la Distribución, se venden casi la totalidad de las empresas de energía eléctrica provinciales, se destruye literalmente el patrimonio de los argentinos.
La entrega del patrimonio energético nacional contó con algo más que las complicidades de funcionarios y legisladores. Muchos sindicatos de trabajadores de la energía, no sólo no resistieron ni custodiaron sino que acompañaron estas “reformas”. Fue el caso, lamentablemente, de la Federación (FATLyF), que tuvo una participación activa en las privatizaciones llegando a convertirse en adjudicatario de tres centrales térmicas (Litoral, Noroeste y Patagónica) y del transporte del Noroeste y Noreste del país. Se pusieron muchas excusas para justificar esta claudicación y cobardía, pero la historia se ha encargado de rebatirlas una a una. El ejemplo más claro es el impacto que sufrieron los trabajadores con las privatizaciones: cesantías, retiros voluntarios, y una paulatina pérdida del peso de los salarios y de los beneficios del Convenio Colectivo de Trabajo. En teoría, las privatizaciones se habían aceptado con el compromiso de que se resguardara la fuente de trabajo, una gran mentira que hoy nuestros compañeros están lamentando en todo el país». (Fragmento del Comunicado del Sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba.)
Nuevamente, “nos dominan los de afuera”. .
Ahora estamos en un nuevo ciclo histórico de nuestra realidad nacional, donde prevalecen (una vez más) las empresas privadas -extranjeras y multinacionales en su mayoría-, la extranjerización de nuestros recursos naturales, del patrimonio nacional, donde los grupos económicos detentan el poder y deciden sin ganar elecciones.
En 1992, nuestra Organización fue expulsada de la FATLyF por nuestro enérgico rechazo a las privatizaciones de las empresas eléctricas en todo el país y por ser impulsores del nacimiento de la CTA. A partir de ese momento, comenzamos una nueva etapa, participando, junto a otros sindicatos de la energía, de la creación de nuestra propia Federación: la FeTERA.
Dividiendo y reinando. .
Atomización del sistema energético en general, no sólo lo eléctrico; anarquización de los valores tarifarios. Un solo ejemplo: sólo en la provincia de Buenos Aires hay seis (6) valores distintos del Kwh para los usuarios residenciales, según la región de la provincia en que se viva y de acuerdo a la cantidad de empresas existentes, y esto, sólo tomando las principales. . .
Lo mismo sucede con los derechos laborales, existen a nivel nacional más de 90 acuerdos (aproximadamente) entre actas-acuerdos, convenios de empresas, acuerdos por grupos de empresas, actas regionales, etc., la mayoría a la baja, salvo honrosas excepciones. Eso configura una destrucción sistemática (desde la dictadura militar del ´76 hasta la fecha, sin dejar de mencionar algún avance parcial), de los derechos de los trabajadores de la energía eléctrica y una anarquización de sus derechos económicos, que son distintos entre sí, al punto tal que podemos afirmar que hay tantas escalas salariales como empresas existentes, en el mercado atomizado entre empresas de generación, transmisión y distribución. .
Sin derechos, ni unidad. .
El sistema basado en la privatización, hija dilecta de la globalización, ha llevado a la práctica el hecho de que no hay Igual salario por Igual trabajo, y eso sin mencionar un tema no menor, como la tercerización, otra forma de intento de destrucción de la organización de los trabajadores y de sus derechos. .
Hoy, en 2017, debemos recordar la inclaudicable lucha que estamos sosteniendo contra la empresa EDEA S.A. en Mar del Plata y el Sudeste de la provincia de Buenos Aires. Pero no es sólo una pelea contra la empresa distribuidora, sino contra todo un sistema privatizado que busca someternos –a los trabajadores y los usuarios- bajo sus lógicas de dominación para obtener millonarias ganancias en el menor tiempo posible.
En los últimos meses, todo el interior bonaerense pasó a depender de un único grupo empresario que MONOPOLIZA LA DISTRIBUCIÓN DE LA ENERGÍA ELÉCTRICA. Hoy, EDEA, EDELAP (zona de La Plata), EDEN (Noroeste) y EDES (Sudoeste), está en manos del grupo DESA, de Rogelio Pagano. Nuevamente, instauraron un monopolio, ahora privado, (que tantas veces nos dijeron que había que romper), para beneficiar a un grupo de empresarios.
En el medio, nosotros, los trabajadores y los usuarios, víctimas de un servicio cada vez más pobre, sin continuidad ni seguridad, y regidos por la explotación laboral.
Por eso nuestra lucha, como trabajadores de la energía, no es sólo contra EDEA, sino contra un sistema más amplio, que toma a la energía como una mercancía, un bien de lujo que la mayoría no puede pagar y sufrimos las consecuencias. La lucha por los ingresos y el fin de la tercerización laboral en EDEA tiene como luz guía el respeto de la Soberanía y de los derechos de todos los trabajadores de la actividad. No bajaremos los brazos ni daremos marcha atrás.
Desde nuestra Organización, en conjunto con la FeTERA, y en el marco del Día del Trabajador/a de la Electricidad, seguimos sosteniendo nuestra lucha por la Soberanía Energética, para que los recursos de nuestra tierra pasen a manos del pueblo y no queden a merced de las corporaciones.
Reafirmación de nuestros derechos.
Haciendo honor y rindiendo homenaje a los compañeros Iucifuercistas que nos precedieron en la lucha por las conquistas sociales, señalamos y reafirmamos nuestros reclamos:
-Por un único Convenio Colectivo de Trabajo para todos, el 36/75.
-Por la Recuperación del Patrimonio Nacional a manos del pueblo.
-Por un Programa y Modelo Energético Soberano, nacional y popular.
-Por el fin de las tercerizaciones.
-Por una verdadera Integración energética con los pueblos hermanos de América Latina y el Caribe.
-Por la energía como un Bien Social y un Derecho Humano de los pueblos.
¡FELIZ DÍA DEL TRABAJADOR/A DE LA ELECTRICIDAD!