En octubre pasado y como parte del acuerdo con las AFJP, por decreto, el Gobierno suspendió por 3 meses los pases de afiliados hasta tanto concluyera el canje de deuda, entonces previsto para mediados de enero.
El decreto autorizaba a Economía a prorrogar esa suspensión “por un término igual o menor, por única vez”, prerrogativa usó el Ministerio de Economía porque el inicio del canje fue postergado y ahora debería concluir a fines de febrero.
Según el Gobierno, con esa medida se busca evitar que se produzcan pases de afiliados hasta tanto se reacomoden los valores-cuota de las AFJP, de acuerdo a lo que resulte del canje de la deuda en default.
Según datos de la Superintendencia de AFJP, hasta la suspensión de los traspasos, mensualmente, había unos 70.000 pases. Y en los últimos 12 meses, sumaron 757.530 traspasos, equivalente al 20% de los aportantes y 129% más que en el año anterior. Con 89.000, Nación fue la AFJP con mayor cantidad de traspasos positivos.
Lo que es cierto, es que, de esta manera, el gobierno y las AFJP empiezan a hacer público un pacto, que trabajó minuciosamente el gobierno nacional, y que echa por tierra la reformulación del sistema previsional en la Argentina, por lo menos en los próximos años y desde el Estado.
Este pacto por conveniencia se convierte en una cortina de humo a otra de las grandes estafas que sufrimos los trabajadores durante la década de los 90: el régimen de capitalización previsional. Este régimen implicó la descapitalización del sector público nacional. El Estado dejó de recaudar, desde 1994 en adelante, más de 75.000 millones de dólares (a valores del 2.001), que fueron a parar a los bolsillos de las administradoras privadas. Proceso que confirma que, en la actualidad, 1.400.000 trabajadores mayores de 65 años no tienen posibilidad de acceder a una jubilación. Y de continuar de esta manera, en el 2.010 estarán en esa situación el 40 por ciento de los mayores de 65 años.
Las AFJP se convirtieron en el acreedor número uno de una Argentina que, en default, se puso a sus pies, quedando cajoneados los anuncios del gobierno nacional de debatir, con el conjunto de la sociedad, el sistema previsional que queremos.
{{{Quién te dijo que era lo mejor}}}
Los medios de comunicación fueron los que, en los 90, mejor vendieron las bondades de las privatizadas. Con Neustadt y Grondona a la cabeza, el desguace del Estado y la privatización, hasta del aire si era posible, significaban la panacea que nos ubicaba en el tren del primer mundo. Indudablemente, el control y posterior privatización de los medios de comunicación masivos, fue la herramienta más contundente para llegar al inconsciente colectivo. A pesar de que, en el nuevo siglo, muchos de ellos pretendan trabajar sobre el mismo sentido (en los últimos tiempos, por ejemplo, las AFJP aparecen para buena parte de la prensa con ¨mejor imagen que el presidente Kirchner¨), crisis mediante (que arrastró a presidentes y políticas económicas del ¨primer mundo¨), el argentino no es tan pragmático como antes, cuando se le habla de privatizaciones. En materia de agua, no ve con malos ojos una empresa del Estado que reemplace a los franceses de Aguas Argentinas. Como no se le movió un pelo cuando el gobierno revocó la concesión del correo al grupo Macri.
En materia de AFJP piensa lo mismo. Un informe de la ANSES indica que el trabajador, cuando debe elegir por primera vez, elige el sistema de reparto. Lo que representó un crecimiento del 163 por ciento durante los primeros meses del año pasado.
Otro dato es aún más relevante. La AFJP más elegida es Nación. La administradora del banco público de la Nación.
{{{El derecho previsional es de todos los trabajadores}}}
El Estado debe recuperar su papel de garante. Ha sido siempre el espacio natural y seguro de aportes y jubilación de todos los trabajadores. Ante el cuadro de situación, apenas esbozado, es indispensable que elabore una política que supere las coyunturas y los oportunismos. Esa política debe avalarse a partir de un debate público que, hoy más que nunca, nos encuentra sabiendo que, a pesar de los pesares, en materia previsional, el Estado siempre estuvo. Mientras, las AFJP desaparecen, mutan o se fagocitan. Es necesario convocar a una reforma previsional que asegure los derechos de todos, de los que tienen trabajo y a los que se les expropió. De los que podrán jubilarse y a los que ya en edad de poder hacerlo no lo pueden. Es aquí donde el tema previsional y el tema del empleo deben ser parte de una misma discusión.