El Consejo del Salario mínimo es un ámbito de discusión que, por reglamento, debería sesionar cada dos meses aunque no lo hace desde noviembre del año pasado.
También se han dejado afuera a sectores empresariales que fueron convocados a formar parte del Consejo, como Apyme, Federación Agraria, CEEN. La sensación deja de ser un indicio: la discusión por el salario fue a parar al freezer con Consejo y todo y los mismos de siempre se reunieron para distribuirse poder, y no riqueza para todos los argentinos. Mientras tanto, el gobierno se desentiende y se convierte en funcional de una nueva política de concentración que se vuelve a olvidar de los trabajadores. Pero que, por sobre todas las cosas, olvida que la discusión, en un país con casi la mitad de sus habitantes viviendo por debajo de la línea de pobreza y en donde los ingresos de la mayoría son en negro o a partir de planes sociales, pasa por debatir la matriz distributiva. Garantizada con sólo observar los niveles de rentabilidad empresaria.
Los decretos han sido el principal factor de mejora de los ingresos de los trabajadores, pese a las nutridas utilidades empresarias e incluso si se verifica que los sectores más concentrados fueron los primeros en recuperarse cuando pasó la crisis, y hoy son los que recogen mayores beneficios de la reactivación.
Pensar en un techo salarial o hablar de que no habrá más aumentos por decreto, como ha dejado oír el gobierno en los últimos días, es ponerle un límite al debate de la distribución del ingreso. Lo es también permitir que la UIA y la CGT, más preocupados por el reparto de poder y seguridades, diseñen la agenda a debatir en el Consejo del Salario, sin estar en el debate todos los sectores implicados.
Que sesione el Consejo del Salario significa mucho más que hablar de un aumento de salario. No se trata de si a los 450 pesos mensuales del mínimo de hoy se le suman los 100 incorporados en la última suba salarial realizada por decreto. O llevarlo a 743 pesos mensuales, que es lo que el INDEC le calcula para la canasta básica. Es animarse a profundizar en el contexto señalado, la distribución del ingreso.
Esto significa que la negociación no puede estar circunscripta a dos actores, la UIA y la CGT, que no es más que reproducir el modelo de concentración económica. La apertura y la participación de otros actores permitió que, en los últimos tiempos, las negociaciones laborales se duplicaran. Hoy, la posibilidad de que todos los actores se sumen al debate que los argentinos merecen, está en la decisión política del gobierno y -fundamentalmente- en la lucha de todo el pueblo.