¡Así es muchacho! Nosotros nos fogueamos en la lucha, en cierta manera crecimos al calor de los acontecimientos. ¡Es que este sindicato siempre estuvo batallando desde que tengo memoria! Tal vez porque están muy cerca, estos últimos diez o doce años fueron muy duros y hubiera sido más pesada la carga, de no ser por la ayuda de Ellas. Sí, de entre tantas cosas, recuerdo que un día marcharon con nosotros a la ciudad de La Plata, cuando salimos a defender nuestra empresa provincial, nuestra Empresa Eléctrica y fue en otra ocasión que nos dieron una mano para levantar y sostener esa Carpa Solidaria, donde nos acantonamos para resistir la prepotencia de un directorio que actuaba apañado por el gobierno provincial. También compartieron las persecuciones, los despidos masivos y la traición. Luego… siguieron más marchas, caravanas provinciales, denunciando la trampa de las privatizaciones, la complicidad del Sindicalismo Empresarial y siempre con nosotros, acompañando, apuntalando nuestro accionar; ahí estaban Ellas. Estuvieron bien aquella vez, que organizaron una «sentada» frente al Palacio Comunal, para protestar por los abusos y despidos que veníamos soportando, continuando con otra, ante las oficinas que la empresa E.D.E.A. supo tener en la calle Independencia. Vos, que en esos años eras un cachorro, tal vez no sepas que la policía pretendió sacarlas por la fuerza y Ellas no se movieron un centímetro, cuando les instalaron un camión autobomba delante para tratar de «convencerlas». Aquella vez, nosotros aguardábamos con los puños y los dientes apretados (si las hubiesen maltratado, si las hubieran mojado, habríamos desatado una guerra).
¡Tendrías que haberlas visto! Llevando, al frente de las movilizaciones, nuestra enorme y amada bandera y -en cierta forma- Ellas eran también una bandera, una entrañable y querida bandera.
¿Sabés una cosa muchacho? ¡Entre Ellas también iba tu madre, poniéndole el pecho a la lucha, luciendo cara al viento en esas calles, toda su dignidad de hembra!
Mañana cuando la veas, abrazala muy fuerte, besale la frente y las manos, decile que sabés de sus desvelos y esfuerzos, que la admirás por mantenerse sin claudicar, por pelear por sus derechos. Contale que un paisano un día te dijo: “¡Donde hay yeguas, potros nacen!” y vos te sabés tan fuerte y bravo, por esa sangre que te bulle entre las venas, esa sangre de una mujer de Luz y Fuerza, de las que marchan al frente con orgullo, llevando consigo la bandera.