El modelo neoliberal no sólo le impuso la mochila de la flexibilización a los trabajadores, sino que aportó las herramientas adecuadas para que esta política de avasallamiento de los derechos e intereses de los trabajadores se multiplique: la tercerización de tareas.
En la Argentina, las privatizadas (quienes controlan desde los 90 los servicios públicos) tuvieron su zona liberada para rediseñar las relaciones laborales. Con la firma y el guiño del Estado se desligaron de tareas esenciales para la prestación del servicio, tercerizando las labores en otras empresas (de dudosa procedencia) que aplicaron radicalmente las recetas flexibilizadoras. Y mientras los convenios laborales y derechos de los trabajadores eran convertidos en letra muerta, se creaba una seudo-cultura del trabajo donde todo valía.
Desde hace años, nuestro sindicato viene denunciando y accionando sobre estas políticas. La organización y la lucha nos permitió, en los últimos conflictos con EDEA S.A., avanzar y recuperar áreas que fueron prácticamente arrasadas.
Hoy es la justicia la que avanza en todo el país sobre las tercerizaciones. Según el diario La Nación, “recientemente, a partir de un fallo plenario de la Cámara Laboral porteña se sentenció que un trabajador de una contratista puede reclamar algún pago (una indemnización, por caso) directamente a la empresa donde realiza los trabajos y no a su empleador directo”.
Lo que para la mayoría de las empresas que recurren a estos servicios significa mayores costos laborales, sencillamente es el reconocimiento por parte de la justicia (y un precedente significativo) de los derechos de los trabajadores y las obligaciones de las patronales. Estas mismas patronales que en los 90 arrancaron estas políticas flexibilizadoras bajo la promesa de bajar costos para crear empleo y que lo que sí supieron conseguir fueron más beneficios para sus cajas y la desocupación más importante de la historia de nuestro país.
El fallo mencionado de la Cámara de Apelaciones del Trabajo de la Capital Federal es el de «Ramírez, María Isidora c/ Russo Comunicaciones e Insumos SA sobre despido» el que decidió que el trabajador de una empresa contratista o subcontratista podría decidir a qué empresa hacerle juicio laboral, sin obligación de demandar a su propio empleador. Cabe mencionar que hasta ahora, y antes de conocerse el plenario judicial, se convocaba a juicio laboral al empleador que tenía registrado al trabajador, ya que se argumentaba que era él el vínculo jurídico en la relación de dependencia y porque, en la mayoría de los casos, el conflicto se generaba a nivel de cada empleador.
Además de este fallo sobre tercerización, existen otros dos.
En el primero de ellos, el caso Vizzoti, la Corte Suprema dispuso la inconstitucionalidad del tope que estableció la ley de empleo de 1991 a las indemnizaciones por despidos. A los pocos días, el alto tribunal hizo lo propio con un artículo de la Ley de Contrato de Trabajo. Se trata de aquél que exime de culpa civil a empleadores por los daños sufridos por su personal en accidentes o enfermedades laborales.
En virtud de la doctrina «Ramírez», las empresas que entraron en este juego que les convino, hablan ahora de valuar la solvencia patrimonial de la empresa contratada para brindar servicios tercerizados (siempre que no sea esa misma empresa la que crea sus tercerizadas para no cumplir con sus obligaciones laborales).
Esta jurisprudencia permite que el trabajador, ante un hecho de avasallamiento o explotación, pueda demandar no a su empleador directo cuando se trata de un contratista o subcontratista, sino a la empresa que debe asumir esas tareas según los encuadres convenidos laboralmente, pero que para achicar costos terceriza.
Una reivindicación que llega luego de tanta lucha y que, en nuestro país, busca detener una política que no sólo despojó a los argentinos del empleo sino que los precarizó. Aún hoy, cuando desde el gobierno hablan de largos meses de crecimiento económico, de cifras de desocupación que pelean por llegar al dígito, de crecimiento del empleo formal; el trabajo tercerizado, precarizado o en negro son los que siguen ganando todas las carreras.
El modelo neoliberal no da el brazo a torcer, pero no sólo se ha topado con los trabajadores en la calle (en Francia 500 mil personas rechazan una nueva forma de contratación que le permite a las empresas despedir cuando se le antoje y sin pago de indemnización) es ahora la justicia la que dice ¡basta! Falta sólo decisión política, la misma que, después de la última dictadura militar, se comprometió a devolver los derechos de los trabajadores. Seguimos esperando, y luchando por eso.