{{La militancia, el trabajo durante la dictadura, su relación con Tosco, la creación de la cooperativa, y el crecimiento del gremio desde su mismo origen. Esta es una historia de amor por la profesión, y por el gremialismo. La nota es apenas un anecdotario de semejante testimonio, y tratamos de registrarlo, para recrear nuestra memoria, y seguir enriqueciendo nuestro patrimonio.}}
{{{Trabajo en otras condiciones.}}}
“Acá peleamos, o nos morimos todos”. La contundencia de la frase apunta a dejar bien claro que en su tiempo el trabajo se daba en las condiciones de mayor precariedad. No sólo no había un sindicato que representara a los trabajadores, sino que faltaba lo más elemental para desarrollar la tarea. “No había un cinturón de seguridad, no había ropa, no había materiales para trabajar…, entonces era eso, o la peleamos, o nos moríamos todos trabajando”.
Antes de fundarse la cooperativa, el lugar de trabajo era La Suizo Argentina. “En nuestro lugar de trabajo había 13 equipos, 13 máquinas. Eran motores enormes, se manejaban con el sistema de compresor. Alternaban en válvulas de alta y baja. Se lubricaban a mano. Otras máquinas se arrancaban con aire. Una vez, una a la que había que echarle éter, casi me mata, porque le tiré el éter, que se calentaba con el calor, y explotó la cabeza de la máquina, y casi me vuela la cabeza a mí”.
La única forma de estar representado en esos tiempos era a través del sindicato del Chaco. De esa manera hubo un inicio para la organización sindical en el lugar. Los compañeros de Balcarce iban en camino de su propia experiencia.
{{{La organización y el trabajo, en plena dictadura.}}}
Y no se les ocurrió mejor momento que durante un gobierno de facto, para armar el gremio. “Pasamos los más malos momentos ahí, cuando fundamos la Cooperativa y estaban los militares. Estaban permanentemente encima nuestro. Así que hasta nos turnábamos cada dos horas para encargarnos de la vigilancia de la Cooperativa”. “Una noche vienen y nos patean la puerta los militares, acá en mi casa. Un militar me dijo que al día siguiente me querían ver en el cuartel. Querían que se levantara el paro de los 13 días que había empezado en Mar del Plata y que también íbamos a hacer acá. Cuando fuimos nos estaban esperando, nos dijeron ‘ustedes levantan el paro, tanto acá como en Mar del Plata’, mientras agarraba el cargador de una ’45 y lo tiraba arriba de la mesa, ‘porque nosotros trabajamos con esto’. Cuando estaban los militares venían siempre, y eran tiempos jodidos, porque la cana te daba con todo”.
{{{El trabajo y la lucha, de la mano.}}}
“Teníamos las diferencias que hay siempre, porque el jefe era de la otra parte, nos rompían los carnés, nos lo tiraban en la cara. Una vez hubo un problema con las turbinas de alimentación, que andan a 14 mil vueltas, entonces nos acusaron de que se armó mal, y de ahí surgió uno de los paros más fuertes, le paramos todo”.
Y esta anécdota es, en realidad, parte de la habitualidad del trabajo de De Fazy. “Yo salía con la bicicleta a la guardia y no sabíamos si volvíamos a comer, por los horarios, porque vos eras maquinista, y teníamos que desarmar toda una máquina, y ahí tenías que estar, entonces no había horarios. Y en el lado que fuera, ahí estaban los patrones, esperando que se hiciera todo, y había que hacerlo hasta terminar. Igual que en las cooperativas, donde tampoco había mucha colaboración, esto lo digo con honestidad”. En su puesto, la responsabilidad se sentía en forma constante. Y el compromiso con la labor, nunca le permitió distracciones. “Vos no podías parar las máquinas, las máquinas tenían un volante enorme, agarraban una velocidad, y andá a pararlo. En esas máquinas tenías que ir regulando, con el ayudante.”
{{{El nacimiento de las cooperativas y del gremio.}}}
En el caso de Balcarce, se puede decir que las cooperativas surgieron en parte por todo esto. Por la insistencia para solucionar estos problemas permanentes. “Porque nosotros sentíamos que todo eso era en verdad nuestro. Después, nos venían los presidentes de los consejos de administración a decir que cuidáramos las máquinas. Y yo les respondía, ‘las cuidamos tanto ya, ¿más hay que cuidarlas?’”.
Esas charlas con los presidentes eran permanentes, por la falta de ropa, de calzado, “nos teníamos que arreglar como fuera. Entonces eran momentos difíciles, porque no había comunicación. Por eso había que pelear mucho por el sindicato. Peleamos mucho por el sindicato, pero pelear a muerte”. Y en esa parte de la historia nuestro compañero fue un protagonista: “yo la peleé para unir, no para hacer la guerra o por capricho”. De Fazy se lamenta que con todo esto en sus espaldas hoy se hable mal del sindicalismo, o de la política del sindicalismo. “Yo lo tenía en el alma, lo llevaba en el alma.”
{{{Un asunto generacional.}}}
“Quedaron un par acá, quedaron varios, y hay que aguantarlos”, dice entre risas, en referencia a compañeros que crecieron junto a él en Balcarce, y que forjaron la grandeza de la institución gremial. Con nobleza, cuando piensa en ellos, aporta un mensaje a las nuevas generaciones: “yo por eso cuando veo a los nuevos, les digo no se olviden de los jubilados, porque los jubilados fueron los que fueron luchando, los que forjamos todo esto. Lo que tenemos hoy, es el logro de lo que fuimos batallando. La experiencia de esos tipos, es un valor enorme. Por eso, ¡no se olviden de los viejos!”.
{{{La salida de la Federación.}}}
Con semejante parte de la historia en sí, para De Fazy la expulsión fue otro momento crucial, que vive en su memoria. “Yo a Mercedes, la verdad, no los puedo ni ver. Pero porque yo traigo conmigo la historia de haber visto crecer a este sindicato. De todo un trayecto en el que estábamos desunidos, y lo fundamos y nos empezamos a juntar, y de cuando los militares nos persiguieron, y después cuando ellos y los de Capital estaban siempre en contra nuestra. En esos tiempos íbamos a los Congresos y nos venían a apretar con que ‘¿cuántos bichos colorados trajeron?’.
Y en esos congresos, discutíamos y después había que ir a dormir al mismo hotel. Y los tipos hasta agarraban a las mucamas y las usaban para espiarnos. Nos buscaban los papeles, nos leían las cosas que llevábamos, y cuando estaban ellas no podías ni hablar. Siento lo de la expulsión, pero viendo todo esto, y el rumbo que tomamos nosotros y ellos, me quedo tranquilo”.
{{{Tosco.}}}
“Participé de varias reuniones junto a Tosco. Con él pasaba siempre que todos los que estaban de la contra, en las reuniones a las que íbamos, intentaban evitar que Tosco hablara, se notaba cómo los demás -que se le ponían alrededor- intentaban evitar cada vez que él pedía la palabra, iban pidiendo hablar ellos y lo interrumpían, porque Tosco no se guardaba nada, te la mandaba como tenía que ser, porque tenía los puntos y tenía lo que tenía bien puesto, porque tenía capacidad, desde su overol”.
Es como si se pudiera imaginar esas reuniones cuando el compañero de Balcarce las relata, y encontrar cada vez más razones para marcar la diferencia entre los sindicalistas empresarios y los verdaderos defensores de la clase obrera. “Le tenía mucha bronca sobre todo a los de Capital Federal y los de Mercedes, y creo que aún hoy nadie más ha reunido la capacidad y la conducción que tenía Tosco para manejarse en lo gremial. Todo lo que él predijo, se está cumpliendo ahora, se vino cumpliendo”.
{{{De Fazy jubilado: “Menos a robar, de todo”.}}}
Una de las cosas más ricas que se traen de todos los viajes que hacemos para la producción de estas entrevistas, es sin dudas, el cúmulo de conocimientos y anécdotas que nuestros interlocutores guardan. Muchas de ellas, y eso siempre resulta interesante más allá del objetivo central de reconstruir la memoria de nuestra historia gremial, no están siempre vinculadas al trabajo, la acción sindical y militante. Y sí tienen que ver, con la conformación de una personalidad anclada en valores, en experiencias y en la búsqueda del conocimiento y el trabajo en cualquier ámbito. En el caso del compañero De Fazy, sobre todo por su atractiva experiencia como bombero, nos permitió entrar en varios temas fuera de lo laboral. La charla incluyó pasajes relacionados con el trabajo del bombero y otros en torno a animales, insectos, particularmente sobre las serpientes o los caballos, que dejaron ver su amplio, variado y profundo saber acerca de la naturaleza, además de su particular visión sobre el hombre. Su preocupación en torno a los aborígenes y los pobladores originarios, la lectura y su experiencia, originaron charlas y presentaciones en escuelas y otros espacios culturales, incluso algunas organizadas por nuestro sindicato, y varias durante su época de trabajador. Aunque esta instancia de su vida, puede decirse que nuca concluyó, sino que apenas cambió de forma. Como no cambió su convicción, su militancia. “Hago de todo; menos robar, de todo”. Gracias por eso.
(Agradecemos la colaboración de los compañeros Rubén Chirizola y Rubén Reyna para la elaboración de esta entrevista.)