Interiorizándome sobre el conflicto que afecta a una de las principales industrias de nuestra ciudad, como es la pesca, recordé inmediatamente la frase de Hebe de Bonafini, quien conjuntamente con las Madres de Plaza de Mayo sostenían, aún en la época más dura y solitaria de la dictadura, que:
_ {{La única lucha que se pierde es la que se abandona.}}
Está claro que el conflicto que afecta el trabajo en la pesca, no se limita solamente a la defensa de derechos sectoriales, el objetivo es más profundo: la inclusión social y la dignidad de los trabajadores de la pesca en tierra, a través «del blanqueo» de sus trabajos. Esta decisión política y de ajuste a ley, no sólo redunda en beneficio de los trabajadores implicados, sino que acarrea mejoras para la sociedad en su conjunto, mediante la incorporación de pago de impuestos y tasas por parte de los empleadores de estos trabajadores y la revitalización del consumo al normalizarse la liquidación de los haberes.
En definitiva no estamos sólo ante un reclamo sectorial, sino ante el beneficio de todos y como tal debe ser asumido por el resto de los marplatenses.
Ante esta realidad, tanto los trabajadores de la pesca como sus dirigentes, deben comprender que no es su lucha, sino la de la comunidad y como tal deben comprendernos y entre todos lograr el objetivo principal que -recuerdo- es en pos de la dignidad del trabajador, es decir la de ellos y la nuestra; la de todos.
Es inaceptable, por ello, que los empleadores, o un grupo de ellos, pretendan seguir burlándose de la sociedad, mediante el artificio de las Cooperativas de Trabajo truchas. Deben terminar con este mecanismo de expropiación de recursos de la comunidad en beneficio propio. Si desean seguir en la actividad deberán utilizar los mecanismos legales y crear las empresas (sean estas personales o jurídicas) o asimilar las plantas clandestinas a sus empresas ya existentes y cumplir con las obligaciones legales e impositivas, que están violando; recordemos que como consumidores, cuando adquirimos los productos manufacturados por esas cooperativas «truchas», pagamos en su precio lo que no se contribuye.
Ante esta realidad el Estado (en todos sus niveles) no debe seguir haciéndose el distraído y hacer cumplir la ley. En otras palabras, corresponde sancionar a los empresarios, aplicando la ley sin demora y sin miedo.
Por su parte, los compañeros de la pesca deben asumir que la lucha por la inclusión social y el respeto de los derechos, no se dirime en una sola contienda, sino en la construcción diaria, priorizando los objetivos, discutiendo y haciendo discutir los mismos en los ámbitos de aplicación que correspondan: por cuanto el blanqueo laboral es una exigencia de cumplimiento legal y de la comunidad. El incremento salarial o cambio del convenio colectivo (como pretenden los empleadores) es una cuestión sectorial.
El apresuramiento, la confusión, son aspectos negativos, ya que buscar la dignidad de quien trabaje es el primer paso para transformar a la clase trabajadora de OBJETO (condición a la que pretendieron relegarla en la década del 90) a SUJETO de la historia, no es tarea sencilla, sino la demostración de una vocación que forma parte de la mayoría del pueblo, que desea cambiar su destino.