Esta heterogeneidad opera con un patrón que reproduce la injusticia, y los datos se arrojan a semanas de que el Consejo del Salario volviera a hablar del salario después de 11 años, decidiendo elevar el salario mínimo vital y móvil a 450 pesos. Por su puesto que esto es una respuesta de coyuntura y hay que seguir trabajando. Es el inicio de un debate donde el eje de la cuestión tiene que ser la distribución de la riqueza en una Argentina en donde la devaluación favoreció al poder económico concentrado. Según la revista Mercado, las 10 empresas con más ingresos en nuestro país ganaron, el año pasado, 222 dólares más por minuto que en el 2002. Anímese a sacar la cuenta.
Pero el modelo neoliberal fue más siniestro, junto a la concentración de la riqueza en unos pocos, se redujo también el números de hogares argentinos en donde alguno de sus miembros es asalariado: el 26, 4%, en base a datos del INDEC – ENGH.
El debatir los valores del salario mínimo en base a los valores de la canasta básica total es una prioridad, como es urgente establecer canales para una justa distribución de la riqueza, en un país en donde más del 50 por ciento de su población está por debajo de la línea de pobreza. Modificar esta situación supone replantear el modo en que el conjunto de la población accede al ingreso generado, para que unos pocos no se queden con muchas canastas y otros con ninguna. Tal objetivo exige replantear la regulación del mercado laboral en dirección a promover un shock de distribución progresivo de los ingresos que expanda el consumo popular y favorezca nuevas condiciones de demanda para un proyecto de reindustrialización y generación de empleo. El punto de referencia inicial para orientar la discusión, en tanto el Consejo se aboque al estudio de esta problemática, debería ser por lo menos el valor de la canasta de bienes y servicios necesarios para que una familia tipo (matrimonio y dos hijos) logre superar el umbral de pobreza. Este valor asciende hoy a 700 pesos, valor que incluye la Asignación Universal para todos los menores de 18 años. Pero ante un contexto económico signado por el elevado desempleo y la alta precarización laboral, el verdadero salario mínimo es la retribución que percibe el Jefe de hogar desocupado. Corresponde implementar un Seguro de Empleo y Formación en línea con el objetivo de un mínimo salarial como el expuesto. La propuesta trabajada por la CTA, para las comisiones del Consejo del Salario, busca transitar un proceso que tenga por objeto transformar el subsidio actual (Plan Jefes y Jefas) en un verdadero seguro de empleo y formación para el conjunto de los jefes. La pregunta es cómo hacerlo. Una estrategia posible consistiría en usar reservas para pagar deudas durante el año 2005, liberando los recursos fiscales destinados al superávit para invertirlos en un shock de distribución que dinamice el consumo popular y la inversión en infraestructura social y de servicios públicos; al tiempo que dicha estrategia otorgaría la legitimidad política necesaria para encarar una reforma impositiva de fuerte sesgo progresivo que permita financiar genuinamente esta estrategia durante el 2006.
{{{Qué es qué}}}
Hablamos de línea de pobreza, de la canasta básica alimentaria y de la canasta básica total. Términos tan utilizados en estos tiempos que proponemos definirlos. La medición de la pobreza con el método de la línea de pobreza consiste en establecer, a partir de los ingresos de los hogares, si éstos tienen capacidad de satisfacer -por medio de la compra de bienes y servicios- un conjunto de necesidades alimentarias y no alimentarias consideradas esenciales. El procedimiento parte de utilizar una canasta básica de alimentos, para que una persona pueda cubrir sus requerimientos kilocalóricos y proteicos durante un mes, y ampliarla con la inclusión de bienes y servicios no alimentarios (vestimenta, transporte, educación, salud, etcétera) con el fin de obtener la canasta básica total.