{ {{Opongamos a la muerte poesía.
_ de «Luis Sepúlveda[[Luis Sepúlveda es un escritor nacido en Chile. Estuvo en prisión durante el régimen militar que imperó en su país. Posteriormente fue exiliado y en su peregrinaje se proveyó de material para recrear muchas de sus obras: Un viejo que leía novelas de amor (1992), Mundo del fin del Mundo (1994), nombre de Torero (1994), Patagonia Express (1995), Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar (1996) y Desencuentros (1997).
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de rosas, camelias, orquídeas u otras yerbas, de saloncitos tristes, de casitas burguesas, de costumbres añejas sino de yuyos peregrinos entre vientos.
Porque las mujeres de mi generación florecieron en las calles,
en las fábricas se hicieron hilanderas de sueños, en el sindicato organizaron el amor según sus sabios criterios.
Es decir, dijeron las mujeres de mi generación, a cada cual según su necesidad y capacidad de respuesta, como en la lucha golpe a golpe, en el amor beso a beso.
Y en las aulas argentinas, chilenas o uruguayas supieron lo que tenían que saber para el saber glorioso de las mujeres de mi generación (…)
En los cuarteles les llamaron putas y no las ofendieron porque venían de un bosque de sinónimos alegres: Minas, Grelas, Percantas, Cabritas, Minones, Gurisas, Garotas, Jevas, Zipotas, Viejas, Chavalas, Señoritas
Hasta que ellas mismas escribieron la palabra Compañera en todas las espaldas y en los muros de todos los hoteles porque las mujeres de mi generación nos marcaron con el fuego indeleble de sus uñas la verdad universal de sus derechos. (…)
Fueron estudiantes, mineras, sindicalistas, obreras, artesanas, actrices, guerrilleras, hasta madres y parejas en los ratos libres de la Resistencia
Entre batalla y batalla las mujeres de mi generación lo dieron todo y dijeron que eso apenas era suficiente. Las declararon viudas en Córdoba y en Tlatelolco las vistieron de negro en Puerto Montt y Sao Paulo y en Santiago, Buenos Aires o Montevideo fueron las únicas estrellas de la larga noche clandestina (…)
Ellas dicen pan, trabajo, justicia, libertad y la prudencia se transforma en vergüenza.
Las mujeres de mi generación son como las barricadas: protegen y animan, dan confianza y suavizan el filo de la ira
Ellas: la fe devuelta, el valor oculto en un panfleto, el beso clandestino, el retorno a todos los derechos.
Así son ellas, las únicas, irrepetibles, Imprescindibles, sufridas, golpeadas, Negadas pero invictas Mujeres de mi generación.