Volvemos de una caravana por toda la provincia de Buenos Aires que nos ha demandado mucho esfuerzo. Venimos de una etapa de nuestra disputa contra los abusos impunes de la empresa privatizada EDEA S.A., que ha sido exitosa y muy auspiciosa. Que nos tiene que alentar a seguir en esta postura que no es más que justa. Los trabajadores conocemos la real dimensión de esta lucha. Y sin embargo, las grandes cuestiones de nuestra realidad cotidiana, las que afectan a todo el pueblo trabajador, siguen estando igual, siguen siendo perjudiciales. Por más que el gobierno nacional, que se adjudica hoy por hoy algunos retrocesos en los aumentos de precios, demuestre en cada acto de gestión, enormes contradicciones.
Estamos sumergidos en una realidad a la que es necesario encontrarle el verdadero sentido, yendo hacia atrás en el tiempo. Hay que ponerlo en el marco de la disputa que se da después de la convertibilidad. La convertibilidad fue para nosotros la frutilla del postre, y significó el congelamiento salarial desde abril de 1991 aún después del proceso devaluatorio.
La decisión del gobierno actual, y del Presidente Kirchner, de hacer un aumento salarial para julio de 2003 por decreto, y la recomposición salarial -aunque de valores económicos poco significativos- de jubilaciones y pensiones, permitió volver a poner arriba del escenario y de la discusión el tema salarial. Hay que tener en cuenta que esta discusión volvió a incorporar un tema que había quedado prácticamente diluido cuando se nos impuso el dilema entre tener trabajo y no tenerlo. El poder había logrado ponernos en esa falsa opción, y eso permitió las políticas de flexibilización, al punto que lo que más incidió en estos tiempos en los trabajadores ha sido la desocupación.
El problema de la distribución significa implementar otras medidas Por eso, digamos, este gobierno tiene decisiones que aparecen en el escenario como contradictorias, porque mientras saludamos la idea de convocar a no comprar donde se suben los precios, resulta inentendible que el mismo gobierno eleve un proyecto estableciendo la quita de los impuestos del Estado nacional a la compra de gas oil importado, porque esa decisión implica ni más ni menos que ayudar a los grupos multinacionales, porque las empresas petroleras están suficientemente subvencionadas y tienen altísima rentabilidad entre los niveles de producción y venta, porque si en última instancia no se produce gas oil en Argentina es porque las empresas están permitiendo que el 40 por ciento de lo que se produce se venda crudo afuera.
Así queda claro, por un lado, las contradicciones que tiene este gobierno, al mismo tiempo que queda clara la decisión de los grupos económicos respecto de no conceder nada del poder acumulado durante los noventa. Ante este panorama, cualquier acción correctiva debe empezar por una justa distribución de la riqueza.
La Comisión Directiva