Ya en el Parque Rivadavia los Chicos comenzaron a ser bien recibidos: representantes de diferentes gremios y organizaciones sociales estaban ahí, a la espera, con los brazos abiertos para la caricia y la palabra de sostén, para reforzar la idea que durante todos estos días animó al enorme contingente: tiene sentido marchar, tiene sentido reclamar lo que es justo, tiene sentido recordar con los propios pasos y con los propios gritos que la niñez tiene derechos y no están siendo respetados.
La Marcha de los Chicos del Pueblo se encaminó por la avenida Rivadavia, a lo largo de la cual se iban sumando cada vez más columnas.
A la altura de Cromañón, hubo un alto necesario y doloroso. Uno de los chicos integrantes del Movimiento puso en palabras lo que todos querían expresar: “El hambre es un crimen. Toda muerte que pueda ser evitada es un crimen. Por eso Cromañón no fue una tragedia sino un crimen. Y sus responsables deben ser juzgados”.
Palabras simples, demoledoramente simples, encabezadas por la consigna, la síntesis, el lema que inspiró esta iniciativa: el hambre infantil suele ser exhibida y aceptada como “una tragedia”.
No es una tragedia en tanto podría evitarse. No es una catástrofe en tanto podría no existir en un país con recursos de sobra y carencia de voluntad social y política para remediarla.
Al llegar a la Plaza, los Chicos del Pueblo se ubicaron en el palco.
La Plaza estaba llena y el locutor anunciaba que todavía faltaban dos cuadras enteras de gente por sumarse. Estaban allí las Madres de Plaza de Mayo, todas sus líneas: Hebe de Bonafini, Nora Cortiñas. Estaban Keka Koffman y su compañera.
Estaba la hermana Martha Pelloni. Había muchos brazos abiertos y estirados para reunirse en un reclamo que unió, que reparó, que superó matices o diferencias: los chicos necesitan ese consenso y lo tuvieron.
Antes de que artistas como Ignacio Copani o el grupo Arbolito pusieran la música y siguiera la fiesta, el Padre Juan de Moreno bendijo las trenzas de pan, símbolo del derecho a alimentarse. Porque eso dijo esa epopeya protagonizada por los Chicos del Pueblo: los derechos no se niegan.