Las disertaciones estuvieron a cargo de profesionales de la salud y las leyes, integrantes del grupo de extensión “Acoso laboral – mobbing” de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Mar del Plata, Mag. Elsa Martín, Mag. Néstor Alfonso, Lic. Marta Tetamanti y Dr. Pedro Pérez.
La charla abierta, con entrada libre y gratuita, fue un corolario de la serie de talleres con similares características que se desarrolló a lo largo de cinco encuentros iniciados en agosto. Éstos se ofrecieron a delegados sindicales de la Central “9 de Julio”, EDEA y los trabajadores convocados por la Asociación Bancaria y el SEC y sirvieron para que los trabajadores se hicieran de herramientas para detectar y reaccionar a tiempo ante las instigaciones en los diferentes ámbitos laborales.
Los disertantes explicaron que los estudios sobre el mercado laboral argentino ubican los comienzos del deterioro en las condiciones de trabajo hace unos 25 años. El mobbing es un tema enmarcado en los estudios del trabajo en América Latina. El propósito de la charla fue el de alertar sobre la existencia del acoso moral y psicológico como una modalidad abusiva que afecta a un gran número de trabajadores, determinando con claridad las situaciones que lo generan, identificando los casos en que se dan estas situaciones y definiendo el perfil del acosador.
{{{¿Qué es el mobbing?}}}
A lo largo de una serie de informes mensuales, incluiremos en las siguientes ediciones de 8 de Octubre las particularidades del mobbing, opiniones de especialistas que indican cómo actuar ante el acoso y cómo reunir las pruebas para la denuncia.
Los estudios de mobbing comenzaron a realizarse en la década del ‘80. El investigador más importante en la materia es el psiquiatra alemán Heinz Leymann, quien definió así este tipo de acoso: “El psicoterror o mobbing en la vida laboral comporta una comunicación hostil y desprovista de ética que es administrada de manera sistemática por uno o unos pocos individuos, principalmente contra un único individuo, quien, a consecuencia de esto, es lanzado a una situación de soledad e indefensión prolongada, a base de acciones de fustigamiento frecuentes y persistentes (por lo menos una vez por semana ) y a lo largo de un prolongado período (al menos durante seis meses)”.
Para el psicólogo español Iñaki Piñuel y Zabala, otro de los pioneros en el estudio del flagelo, el acoso psicológico en el trabajo supone la más grave amenaza para la salud laboral de los trabajadores en este nuevo siglo XXI. “El mobbing -explica- es un maltrato verbal y conductual continuado y frecuente en el tiempo, de al menos seis meses, y que se produce cada semana; un objetivo final de fustigar, agobiar, reducir, acobardar, y romper la resistencia psicológica de la víctima para que abandone el lugar de trabajo mediante la baja, la renuncia o despido procedente; y una obligación de las víctimas de ir a un lugar de trabajo donde saben que van a ser fustigados”.
La modalidad consiste en diversas actuaciones de compañeros jefes, o incluso subordinados, que suelen incluir estrategias consistentes en aislar, incomunicar, estigmatizar o ningunear al trabajador, haciéndole sentir como si fuera invisible; en atacar y criticar malintencio-nada y sistemáticamente todos los trabajos que desempeña; en asignarle continuamente trabajo excesivo, que no pueda entregar en plazo (y que le obligará a un sobre esfuerzo continuado y a una ansiedad permanente) o, por el contrario, en no asignarle ningún tipo de trabajo, mientras que sí se lo da a sus compañeros.
El mobbing alcanza -en países latinoamericanos- cifras epidemiológicas, aunque cabe aclarar que se diferencia nítidamente del acoso sexual y de las agresiones o violencias físicas, que tienen otro tipo de manifestaciones y efectos.
Una forma típica y prematura de entender el problema del mobbing es la tendencia a pensar -de manera errónea- que el acoso recae habitualmente en los trabajadores mediocres e incumplidores. Sin embargo, expertos en el tema coinciden en señalar que el mobbing afecta a trabajadores brillantes, a los más creativos y cumplidores, y también a aquellos que se han negado a participar en acciones ilícitas que puedan perjudicar a la organización o a los clientes.
“Cualquiera de nosotros puede recaer en la conducta de mobbing. Está culturalmente naturalizada la burla por la apariencia física de alguien, o su forma de vestir, su religión o ideología. Es algo que estaría permitido. La diferencia con el acosador es que no se siente culpable al realizarlo”, detalló la especialista Elsa Martín en el encuentro realizado en el gremio. En la próxima entrega, definiremos el perfil del acosador y cómo reconocer las conductas de acoso psicológico en el trabajo.