Lozupone nació y se crió en la zona portuaria. Sus padres vinieron de Italia, finalizada la Segunda Guerra Mundial, como gran parte de la comunidad del puerto marplatense, que integraron colonias españolas, rusas, polacas, turcas e israelíes. Cinco de sus hermanos son italianos. Él y su hermano menor nacieron en Argentina, en Juan B. Justo y Olavarría. Luego, la familia se trasladó a Rondeau y Magallanes, frente a la Iglesia Sagrada Familia y a la vuelta de la Usina Vieja, donde empezó a trabajar su padre. Allí funcionaba la Compañía de Electricidad del Sur Argentino (CESA).
“Conocí esa usina funcionando y hoy paso por ahí y no quiero ni mirar cómo está de abandonada”, dice Daniel, quien recuerda las travesuras que hacían de chicos con sus hermanos y otros pibes del barrio, como cuando se infiltraban por los alambrados del predio de la Usina Vieja para pegarse un chapuzón en los piletones que había allí. “No me olvido más que Martínez Avellaneda, que era Secretario Gremial, un día, saliendo de la usina cuando todo era tierra y zanjones, se tiró de la moto para no atropellarme”, recuerda.
El compañero mantiene hasta hoy una activa participación en asambleas, medidas de fuerza y discusiones por mejoras en el conjunto obrero. Dice que nunca faltó a una asamblea y recuerda que en los años de Isas Arias, la gente llegaba hasta la vereda para estar en las asambleas. “Y venía toda la jefatura, hasta el Gerente General de Agua y Energía, e inclusive hablaba”, agrega.
Desde chico conoció a dirigentes como Arias, Enzo Cionfrini, Antonio Sánchez, los mellizos Scagliola, Ignacio Tobía y Pedro Malavento, y le da gusto recordar momentos como la huelga del ’60, de la que participó su padre. Durante los años más difíciles, su casa también solía ser el punto de reunión.
Lozupone rescata la solidaridad de la clase obrera que se vivía por los años de su juventud. “Mar del Plata no fue hecha sólo por los pescadores. También los picapedreros, albañiles, zapateros. El puerto lo hizo un conjunto de gente extranjera que trabajó para Mar del Plata. Entre ellos, los trabajadores de la CESA y los que trabajaban en la distribución, que es gente que no se nombra cuando se escribe la historia de Mar del Plata”, considera.
Su hermano jubilado, Vito, trabajó en Agua y Energía, y su hermano Aldo sigue trabajando en la Cooperativa Eléctrica Mar del Plata.
{{{DESDE PIBE}}}
Lozupone pasó por muchos sectores y empresas: en Agua y Energía (estuvo cuatro meses en Redes y otros cuatro en Capacitación). Más tarde en DEBA y luego ESEBA y, desde la privatización, en diversas áreas de EDEA. Luego fue trasladado al Laboratorio de Medidores. Después del ‘98 estuvo supervisando empresas contratistas, en Normalización de Pérdidas, Fraude e Inspección de Conexiones y pasó por los distintos edificios comerciales de la empresa privatizada. Desde los ‘80 hasta su jubilación, Lozupone fue Delegado de Máquinas, de Taller y Delegado General de la Central 9 de Julio, la Central Puerto y el Área Comercial de EDEA.
Sobre sus primeros años de militancia, Lozupone recuerda: “actuábamos ilegalmente porque los sindicatos estaban proscriptos. La actividad nunca fue fácil. Cuando actuás honestamente, nunca nada es fácil porque siempre sos perseguido”, explica.
“En el ’78 el Delegado General de la Central, Reisnauer, con el Ingeniero Courtade y Fausto Reyna fueron cesanteados por ser trabajadores combativos. “Por una Ley de Seguridad del Estado, como si fueran delincuentes”, se lamenta Lozupone, quien afirma que “ningún trabajador puede ser separado de su puesto por ninguna razón”.
{{{“NUESTRAS LUCHAS, HOY SE RESIENTEN EN LOS BOLSILLOS DE LOS TRABAJADORES.”}}}
En el ‘80 se formó una Comisión Colaboradora, en la que Lozupone ingresó junto con Beatriz Delmonte, Fausto Reyna, Adriana Rapari, Juan Carlos Chimento. En la Comisión Directiva estaban Héctor Cardozo, Eduardo Nazarov, Aurelio Carbajo y Alejandro Corail, que estaba “borrado” del Ministerio de Trabajo por la Dictadura Militar.
“Reclamábamos que la gente pudiera ingresar al gremio y exigir, dentro de lo que se podía, cuestiones de seguridad. No por nada se murieron tres personas en un accidente en la Central 9 de Julio”, expresa.
“Cuando Agua y Energía pasó a ser DEBA, pasábamos de la administración nacional a la provincial. Fue una lástima porque Agua y Energía llevaba la energía hasta el último rincón, muy distinto a lo que pasó después, con cada traspaso. Ese sueño de la gran empresa nacional de energía fue destruido. Me acuerdo cuando hicimos bajar a Del Ollio. Vino a la Central porque se había hecho un trabajo de más de un millón de dólares en las calderas y a los 30 días ya estaban reventando los caños”, rememora.
En el 94, cuando Lozupone se desempeñaba en Laboratorio de Medidores, ESEBA dejó cesantes a 23 de sus compañeros, entre ellos a Marcelo Cupeiro y con una carpa montada frente al Edificio Pueyrredon se los pudo reincorporar. Luego de la privatización de EDEA, “cada gerente que entraba echaba gente, a más de 20 trabajadores. Los echaban como si no valieran nada, como si no necesitaran trabajar. Los que no tenían afiliación gremial eran echados y no volvían a reincorporarse”, recuerda Lozupone, quien confiesa que fue tentado por EDEA en reiteradas ocasiones. Con “sumas siderales” le pedían vender el fuero gremial que sus compañeros le habían otorgado y Lozupone no aceptó nunca el ofrecimiento por el que otros vendieron su convicción.
Todos conocen a Daniel Lozupone, los trabajadores de Mar del Plata y de las demás delegaciones, por su asistencia perfecta a cada reunión. “Participé siempre de buena fe. Fui justo. Atendí los problemas del trabajador e intenté siempre resolver los problemas con la jefatura primero, con los trabajadores al lado mío, sin esconderles nada”, cuenta “Pepa”, quien dice que tardó en tomar la decisión de formar parte de la Comisión Directiva: “Nunca quise un permiso gremial. Siempre preferí quedarme en los lugares de trabajo. Los únicos permisos gremiales que me tomé fueron para cuidar las urnas en las elecciones, cuando duraban tres días y se dormía junto a las urnas para asegurar la transparencia”, considera.
Aprovechando la ocasión de la entrevista, Lozupone no olvida el saludo a sus compañeros de la Central, de los que quedan pocos de los que ingresaron con él en la década del 70, a la gente de EDEA, al personal jerárquico, a los miembros de la Comisión Directiva del Sindicato y, sobre todo, a los trabajadores más jóvenes, para quienes tiene un mensaje: “Hay que concientizarse. Porque la situación que pasan hoy los trabajadores no es un regalo. Hubo una lucha muy grande. Nuestras luchas, hoy se resienten en los bolsillos de los trabajadores, y eso lo ven”, dice Lozupone.
“Haberme jubilado a esta edad es un logro. Nosotros tenemos un trabajo muy bueno, con un Convenio Colectivo que todavía es bueno. Seguimos manteniendo lo que tanto costó a los viejos. Espero que ahora la gente nueva continúe la tarea: participe y trabaje. Si no trabaja, hace mal al gremio y para eso, los que tienen más años no tienen que ser egoístas y tienen que enseñarles a los más jóvenes”, añade el compañero.
En el mes en que llegó su tan ansiada jubilación, Lozupone se siente feliz porque va a poder dedicarse a sus otros pasatiempos, ya que se enorgullece de no haber descuidado nunca su vida social. Perdurando el legado de su padre, ejecutor de gran variedad de instrumentos de cuerda (además de peluquero de profesión), Lozupone seguirá vinculado a la Asociación Amigos de la Orquesta Sinfónica Municipal y continuando sus hobbies: el ajedrez, la filatelia, la fotografía y el atletismo, entre otros.