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REFLEXIONES SOBRE EDEA SA Y LA RELACIÓN CON NUESTRA ORGANIZACIÓN Y EL CONJUNTO DE LOS TRABAJADORES.
Por José Rigane (*) No hay verdades absolutas ni tampoco definiciones terminantes. Esto es una realidad que por tan obvia es reiterativa y no sorprende a nadie; pero es importante insistir en que nadie nos va a regalar nada y que, además, siempre a un amanecer le precede una oscura noche, la que podrá ser más cálida, más transparente, con mayor o menor luna pero siempre es una noche. Y muchas veces en la vida y en la relación de fuerzas pareciera que estamos en la noche, en una meseta, como que nada pasa; o al revés, hay quienes en ese estado de situación tienen una mirada que no alcanza a ver toda la dimensión y por lo tanto hacen una caracterización simplificada, al mirar lo que sucede más cerca y eso lleva a pensar que sólo existe lo que se ve, y como lo que se ve no es lo mejor, se piensa entonces en términos de retrocesos en donde pareciera que el “no pasa nada”, en realidad, es un deterioro difícil o casi imposible de superar. Siempre en los trabajadores ha habido una conducta en la que convergen distintos factores e iniciativas, que no todos logran ver, que no todos dan la misma valoración, pero que finalmente son los instrumentos de confrontación con políticas que están, en más de un caso, científicamente pergeñadas, fundadas, establecidas y desarrolladas. La casualidad o la causalidad ¿es la que rige nuestro destino, nuestras realidades?, o en todo caso tiene que ver con nuestra capacidad para entender, para comprender, para hacernos cargo, para poder llevar adelante aquellas razones, que sabemos, que necesitamos, imprescindiblemente, lograr para poder vivir en un marco de dignidad. ¿Qué ha hecho EDEA en este último tiempo, en un año a esta parte?: depende de la mirada: para algunos, lo que ha querido, en lo bueno y en lo malo. Para otros, es un forcejeo en el que intenta desesperadamente mantener una línea de actuación que la política mayoritariamente comienza a abandonar, pero que en el ámbito de EDEA y en algunos ámbitos de las multinacionales sobre todo, intentan desesperadamente defender. ¿Qué cosa?, lo de siempre: la mayor rentabilidad, la mayor ganancia en el menor tiempo posible, y para eso necesitan: no respetar los derechos, menos aún que estos crezcan o que se recuperen; para eso necesitan mantener la política de la tercerización, de la subcontratación. Para eso necesitan el miedo, para eso necesitan el desgaste, para eso necesitan mostrar lo que no es: que es la empresa la que puede decidir lo bueno y lo malo de cada uno. Para todo ello, las políticas basadas, precisamente, en una mayor explotación; y en particular que quede claro que el poder está en ellos; es más, para eso necesitan “jefes” intermedios (¡pobres imbéciles!), los cuales están supeditados y decididos a hacer lo necesario para doblegarnos, no importando que por esta pobre labor perciban “un bono” o simplemente la conservación del empleo, omitiendo en su análisis, y como ha ocurrido, que ”Roma -o el imperio, o el poderoso- no paga traidores”. Por ello, el trabajador es sólo una herramienta o en todo caso un instrumento que cuando se desgasta se pone a un costado, se descarta, de la misma manera que se descarta un vaso de plástico después de usado. Por eso, los trabajadores muchas veces necesitan no sólo levantar la mirada, no sólo saber lo que quieren, no sólo mantener criterios de unidad lo más amplios posible; también necesitan de resultados; es cierto, nadie puede vivir si no tiene resultados; y a veces parece que los resultados son adversos, como por ejemplo: CON SUS PROPIAS REGLAS Algunos se preguntarán por qué lo hace, si no puede. Y la respuesta es que vivimos en un país todavía con alta impunidad y donde los trabajadores, dentro de la empresa, dejamos de ser ciudadanos comunes, ya que, en principio, la democracia que rige fronteras afuera de la empresa, dentro de la misma no existe, y con asombro sufrimos que por ejemplo la realización de una asamblea implica que nos descuenta como si fuera un paro, mostrando de esta forma la concepción ideológica que guía su norte, como si en Es más, la organización sindical, en más de un caso se dirige a la empresa (RR.HH) y en la mayoría de las veces por escrito, suscitando los distintos temas: sólo contestan cuando quieren. Por eso podemos comprobar que, en algunos sectores, otorgan categoría (discriminación) sin discusión alguna, violando las normas establecidas y vigentes, y también con esta mecánica, todos sabemos que hay algunas jefaturas que en el marco de esa impunidad que enmarca las políticas de la empresa, proceden de la misma manera, sacando derechos a los trabajadores a su mejor parecer, es decir violando los derechos y las mecánicas de instrumentación colectiva. Hay una larga lista, que cada uno conoce, que supera de manera holgada esta síntesis. Lo que está claro es que hay una política de impunidad. Hay una política establecida de intentar mostrar que los trabajadores no tenemos derechos o que no estamos en condiciones de intentar ejercerlos. Por eso decía que esto no es producto de la casualidad. Tiene que ver con una política, un objetivo: mostrar que el trabajador, por más que lo intente, nunca va a poder. Están los que sonríen falsamente tratando de hacerle creer al trabajador lo que no es. Y muchos desarrollan iniciativas, desde la propia jefatura, que conllevan al desgaste, procurando, como se hace muchas veces con los animales: si uno ata a un perro a una cadena lejos de donde pueda comer, luego estaría dispuesto a comer lo primero que se le acerque, inclusive a morder. Con esta política, la empresa persigue el desgaste, la impotencia, la desesperación. Busca generar la mayor crisis en cada uno, tratando de denostar y demostrar que de nada vale afiliarse a una organización sindical; que ninguna importancia tiene. Es un claro intento de hacer creer que todo lo bueno y todo lo malo pasa por cuatro o cinco que definen lo mejor de cada vida, como Dios. Claro, no lo dicen. Se cuidan; es más, algunos se muestran hasta solidarios, preocupados, considerados ante determinados temas particulares. Pero no los colectivos. “Vení a la oficina que trato de resolverte este problema, ¡pero no traigas un problema de carácter colectivo, eh!”. Te palmean el hombro, te preguntan cómo te va, hasta se sientan y toman un par de mates. De paso escuchan, observan, anotan y miden. Siempre es bueno saber qué están pensando los muchachos. Siempre algo se llevan. Es parte de la política de la empresa, y por eso tenemos que estar atentos, y no sólo eso, sino que tenemos que desarrollar todas las iniciativas, siendo conscientes de que siempre ha habido una política tendiente a tratar de sepultar la historia de los trabajadores, la historia de lucha, de organización, la historia que en definitiva muestra que los trabajadores siempre han tenido que enfrentar políticas de esta naturaleza, en mejores o peores condiciones. Pero siempre hemos tenido que recurrir a nuestra propia capacidad, inteligencia y fuerza para enfrentar a un poder que se muestra por momentos omnipotente. También esa historia indica que muchos de esos poderes se han derrotado y se ha podido superar etapas, consiguiendo la respuesta que necesitábamos. Así que lo importante es no bajar los brazos y, cuando estamos a finales de un año más, es bueno pensar y analizar que la empresa no nos va a regalar nada, que todo lo bueno que consigamos, mucho o poco, será resultado de la acción colectiva. Una empresa que tiene un flujo de caja de 450 millones de pesos por año acaba de dar 350 pesos en negro por mes. Una empresa que le cobra a todos en blanco y está dispuesta a cobrar intereses, punitorios y cuando no se paga en término, a cobrar por anticipado el retiro del medidor con el aviso de corte, y cortar la luz sin contemplaciones, para nuevamente cobrar cuando se restablece dicho medidor. Es más, a los usuarios que solicitan Pero a EDEA no le importa evadir, hay impunidad. Claro que para los cuatro o cinco que mandan sí se les pueden pagar miles y miles de pesos, y darles comodidades, autos, pasajes. En fin, hacerlos sentir diferentes. Y lo peor, algunos, se creen diferentes. Ésa es parte de la política de la empresa: tratar de hacernos sentir que no somos nada. LAS HERRAMIENTAS DEL TRABAJADOR Pero esta correlación de fuerzas no se cambia, y la situación no se resuelve si no nos comprometemos, si no participamos, si no somos parte de lo que hay que construir, fortalecer, reforzar, que no es ni más ni menos que avanzar en la organización de todos y cada uno de los trabajadores. Que puede haber quien no se afilie a la organización, es posible. Que puede haber quien no comparta nuestra forma de ver, es posible. Lo que no puede ser posible, como política, es creer que van a estar mejor si se apoyan en la empresa, que la salida es individual, que organizarse es una mala palabra. Compañeras y compañeros, cada día que pasa intentan someternos, intentan demostrar que no se puede, que superar el estado actual de las cosas no es posible, que la meseta “no pasa nada” vino para quedarse. El camino es vivir libres; el camino lo construimos entre todos, solidariamente unidos y desarrollando políticas amplias, enfrentando, como siempre, a quienes lo único que les interesa es ganar, más, más y más, discriminando, sometiendo, tercerizando, persiguiendo y ninguneando los derechos de cada trabajador. Por ello sostengo que, más allá de la coyuntura, nuestro Sindicato (aún en épocas que considerábamos peores, donde nos decían que el modelo de los 90` había venido para quedarse) no abandonamos nuestra concepción y por eso vamos por más, vamos por objetivos superiores que resumimos en: Otra empresa no sólo es posible, es imprescindible. (*) Secretario General del Sindicato de Luz y Fuerza de Mar del Plata.
Ésa es la empresa EDEA, ésa es la ideología empresaria del grupo Camuzzi: el pago en negro, como las cooperativas truchas del puerto de Mar del Plata, o sea no hay aportes por parte de la empresa a la obra social, a la jubilación, etc.
De todos nosotros depende.