Buenas tardes compañeras y compañeros. Primero el agradecimiento en nombre de mis compañeros, a la COMPA por esta invitación y la posibilidad de esta participación.
Mi nombre es José Rigane, yo pertenezco al Sindicato de Luz y Fuerza de Mar del Plata, es mi sindicato de base, es un sindicato que tiene 68 años; no tenemos nada que ver con Lezcano ni con la Federación de Trabajadores de Luz y Fuerza de Argentina.
En 1992 fuimos expulsados de esa federación por dos razones: primero porque nos opusimos al sindicalismo empresarial y confrontamos contra todo el proceso de la privatización; y en segundo lugar, o el primero, porque somos co-fundadores de la Central de Trabajadores de la Argentina.
Ésas dos razones, quizás entre otras, son las que definieron nuestra expulsión, cosa de la que nos sentimos orgullosos.
La temática planteada y compartiendo con algunas expresiones del compañero Martínez de TEL, me parece que está contenida en esta disputa que tenemos, que es de ideas, cultural, de clase, señalando tan sólo los más significativas e importantes.
Con la posibilidad de equivocarme, yo vengo desde hace muchos años diciendo que este sistema, este modelo económico-social, es peor que el sistema esclavista.
En la época del esclavismo a las personas las trataban como animales, tenían generalmente dos funciones: o trabajaban en la hacienda, y digo eran tratadas como animales porque las cuidaban porque tenían que ir a producir todos los días, o en su defecto las cuidaban porque iban a la venta en el mercado de esclavos; había dos razones en el marco de ése sistema económico-social para cuidar.
Éste sistema, precisamente, es peor que aquél, por las siguientes razones: primero, cuando uno pierde el trabajo no sólo no tiene cobertura económica, no tiene la cobertura social, uno está al borde del abismo de la muerte, o de delinquir o de la droga, pero está al borde del abismo de la muerte. Pero además este sistema va contra todo lo que sea el medio ambiente, el perseverar y el guardar el microclima, y así de seguido; es decir, representa la muerte.
Si estamos convencidos como clase, no puede haber dudas que nosotros representamos la vida y que tenemos una confrontación a fondo; de esto hay que estar convencidos.
Porque como trabajadores, el tema de sentirse y ser parte de la clase, no es una cuestión menor.
Hay que sentir el orgullo de ser trabajador; porque si hay algo que ha hecho este sistema, es precisamente alterar muchos conceptos, y entre esos, están los que hacen que se sienta vergüenza de ser trabajador, antes que sentir orgullo. Porque lo primero que sucede cuando alguien le pregunta “¿qué sos?”, generalmente sale primero la profesión, jamás sale “soy trabajador de tal lugar o tal otro”, se evoca la profesión: soy maestro, soy arquitecto, soy técnico, soy soldador. Y este es un problema que hay que resolver para sentirse parte de la clase obrera. Para nosotros es una cuestión fundamental, tiene que ver con la comprensión y la conciencia, pero también tiene que ver con la necesidad de que cualquier proyecto emancipador debe ser anticapitalista y antiimperialista. No hay otra alternativa.
Está absoluta y totalmente demostrado que el capitalismo nunca va a ser humano, que el capitalismo nunca va a tener diálogo social en serio, y que con el capitalismo nunca va a haber trabajo decente. Y esto tiene que estar absolutamente claro.
Si esto está claro no hay perspectiva de un camino alternativo posibilista ni conformista, el camino es de transformación y de erradicar la estructura que nos somete y que nos explota. Para eso hay que estar convencido, para eso tenemos que ponernos de acuerdo, independientemente de las opiniones que tengamos respecto de cómo lo transitamos. No debería ser ningún impedimento para la otra gran cuestión que para nosotros, representa el tema de la unidad; no hay posibilidad de enfrentar el sistema y su transformación si no existe unidad en el marco de las diferencias.
Pero lo que no puede suceder es que precisamente tenga mayor incidencia en nosotros las diferencias respecto del enemigo principal y fundamental.
La estructura de la clase obrera es también para nosotros un concepto absolutamente significativo e importante para poder ubicarnos en otra de las cuestiones que entendemos transcendentales, que es precisamente la construcción de poder.
Para nosotros la confrontación y la definición de la confrontación con este sistema que expresa distintos modelos, se da en la calle; y para eso es imprescindible construir poder propio.
La construcción del poder propio debe desarrollarse sabiendo que los trabajadores somos todos. Los que tenemos o tienen relación de dependencia, los que tienen trabajo fijo; también son los desocupados, los subocupados, los que están precarizados, en negro, tercerizados, corporativizados, el ama de casa, el estudiante trabajador, etc.
Estas no son cuestiones menores, porque en nuestro ámbito, en nuestro país, existe una alternativa diferente que es el sindicalismo empresarial; y ese sindicalismo empresarial, que se manifiesta de forma concreta, tiene como principio y meta también, asumir la representación de los trabajadores no en cuanto tales, sino como clientes. No son afiliados, son clientes, no sólo por el aporte de la cuota social, sino porque la principal relación se da a partir del vínculo económico que surge de la utilización de los servicios relacionados al turismo y a las políticas sociales.
Puede ser que más de uno de ustedes pertenezca a una organización en la que sucede lo que vengo expresando, que pueden compartir o no, pero que sería bueno que nos llevara a profundizar el debate.
Si queremos conformar organizaciones sindicales que no solo se queden en la lucha economicista y formal, sino que tengan como propósito la lucha política de fondo, y cuando digo eso no digo partidaria, debemos construir sindicatos representativos que contengan al afiliado y lo integren, superando esa situación que está incorporada en muchas organizaciones donde ya no importa la afiliación porque total “le cobramos el derecho al uso de la Convención Colectiva de Trabajo”; esta actitud rompe con la organización de los trabajadores y niega las razones históricas que conformaron las organizaciones sindicales en defensa de los derechos y las reivindicaciones de todos los trabajadores.
Lo más importante para muchas organizaciones y dirigentes de estas, es que si cobramos el derecho al uso de la Convención Colectiva de Trabajo, el problema está resuelto; con lo cual no hay una disputa política de la comprensión y de la conciencia. Esta es una de las cuestiones no menores, que el sistema a través de distintos mecanismos incorpora y pone en el escenario como parte de una realidad concreta.
Nosotros, desde la CTA, hemos planteado la necesidad imperiosa de la conformación del Movimiento Político, Social y Cultural por la Liberación en el año 2002.
En ese camino, obviamente, con las dificultades del caso, en el marco de la situación que venimos viviendo durante esta última etapa, sobre todo este año y medio, en donde sufrimos una política de intervención y donde hay una decisión política gubernamental que se pone en evidencia no sólo con nosotros sino con el resto del movimiento obrero, de someter y de demostrar que no existe libertad ni democracia sindical.
En ese contexto y en ese marco, nosotros hemos venido desarrollando una iniciativa que tiende a ser superior a la propia Central, que es la conformación de la Constituyente Social; una iniciativa que tiene que ver con la necesidad de la unidad de los diferentes, con la idea de que sea un ámbito que ayude a conformar una fuerza que habilite la posibilidad de llevar adelante las transformaciones imprescindibles y necesarias en el marco de poner límite y terminar con éste sistema precisamente explotador.
Esta es una iniciativa que no está preestablecida no es un dogma ni tiene un programa, se construye al andar y para nosotros se construye sobre la base de la necesidad, de la participación del conjunto, del colectivo, del que busca unidad de criterio para poner final a este sistema.
La construcción de poder propio tiene que ver con la necesidad de que los trabajadores no seamos objetos de políticas que no nos contienen y no nos representan, sino que seamos sujetos de la transformación y para eso se requiere de manera imprescindible, no delegar.
En esta línea de trabajo, no es tan importante lo que hace el otro, sino lo que seamos capaces de hacer nosotros. ¿Cuál es nuestra capacidad para desarrollar nuestro propio poder, nuestra propia organización, nuestro propio nivel de representación? y ¿cuál es nuestra capacidad para ganar la calle? Esto, para nosotros, define.
Por eso, cuando aquí se plantea el problema, y yo creo que está bien como decía el compañero Martínez, “los temas de la democracia y de la libertad sindical”, en nuestro país están muy claros.
Con los últimos acontecimientos, para no hacer una historia larga, porque se nos termina el tiempo, está muy claro que no existen libertad ni democracia sindical. Primero porque quien establece las normas y los mecanismos de carácter legales o no, es precisamente el sistema que nosotros debemos derrotar, por lo tanto no le vamos a pedir a este modelo y a este Gobierno o cualquier otro, que nos dé lo que necesitamos porque precisamente lo que ha sucedido es una demostración cabal de que lo que menos importa e interesa es que los trabajadores nos podamos dar la organización que queramos, a la hora que queramos y cómo queramos, y eso está absolutamente claro.
Y por otro lado, en esta línea de actuación, deseo simplemente mencionar esto: en este país los trabajadores no solo no tenemos libertad de poder organizarnos cómo queremos y donde queremos, sino que además hay una decisión política de judicializar el conflicto y a sus dirigentes, por eso hay mas de 4.000 ó 4.500 procesados.
No solo está la decisión de llevarnos a la justicia, para tratar de condenarnos, también se judicializa a los que se acercan a un acto, en carácter de solidaridad, cualquiera sea la lucha y el sector; además, en este país es legítimo despedir a un trabajador sin causa y al mismo tiempo, hay quienes levantan la consigna, que no está mal, de que “vamos a aprobar el libre reparto de las ganancias”, mientras más del 35% de los trabajadores están precarizados o en negro.
En este país, hay permanentemente una política articulada que responde al modelo, que responde al sistema y que busca un solo objetivo: seguir explotando y seguir sometiendo. Nosotros necesitamos precisamente construir lo otro: construir ese poder propio que nos permita elaborar un proyecto que nos lleve a transitar el camino de la liberación. Muchas gracias, muy amables.