// Los primeros intentos //
En aquellos tiempos se trabajaba en forma por demás inhumana. Los obreros de distribución de la empresa inglesa se encontraban divididos en efectivos y extraordinarios. Los efectivos, que eran los menos, tenían sueldo mensual, ropa para agua -aun- que no equipo completo- pero carecían de lona en el camión, como todos los demás.
Los extraordinarios no tenían ningún tipo de ropa para agua y cobraban por hora. Se trabajaban 9 horas de lunes a jueves, 8 horas los viernes y 4 los sábados, completando así las 48 horas semanales.
En los días de lluvia, los trabajadores que no eran fijos se tenían que volver a sus hogares, perdiendo el jornal. En caso de temporal, sí que se los tenía en cuenta, debiendo trabajar a la intemperie, en cualquier condición, sin ropa para agua ni ninguna otra protección y la cantidad de horas que estimara la Jefatura.
Los intentos por organizar un sindicato fueron varios. Quienes lo intentaban, contaban con la solidaridad prestada por otras organizaciones hermanas que así ayudaban a la organización de un gremio más. (Vivencias de ENZO CIONFRINI, ex Secretario General.)
Los primeros recuerdos sobre la lucha de los trabajadores lucifuercistas por contar con una organización sindical, con fecha precisa, datan de noviembre de 1934 cuando un pequeño pero decidido grupo de trabajadores de la vieja Usina Eléctrica, tuvo la iniciativa de crear una organización con concepto sindical que los uniera para enfrentar a estos poderosos monopolios y reclamar la dignidad y el respeto que se merecían como hombres de trabajo. Así nace la decisión de fundar la Sociedad de Empleados y Obreros de la Usina Eléctrica.
Base para su fundación fue la existencia de un club, organizado por la propia empresa -tal como acostumbraban las empresas inglesas de la época- el Club Redes Argentinas, que disponía de una sede social en la calle Rioja entre Moreno y Bolívar. A él no podía concurrir el personal temporario o extraordinario, siendo exclusivo para los trabajadores efectivos.
Pero, la realización de bailes, la existencia de un buffet con billar, etc., posibilitaba la realización de algunas reuniones “clandestinas” con vistas a la conformación de
una organización sindical. Sin embargo, la proeza no dura mucho tiempo. Enterada la patronal de estas reuniones “ilegales”, endurece su postura y ya no permite la entrada
a aquellas personas que no fueran personal efectivo de la Usina.
Esta decisión no amilana a los trabajadores y sus encuentros se trasladan al Club Ciclista, ubicado en la misma cuadra -donde en la actualidad se encuentra ubicada la
Alianza Francesa-. Es en esas reuniones donde se funda la nueva organización, a la que se suman casi un centenar de trabajadores.
Se presenta un petitorio que fue rechazado por la Empresa. Ante esta reaccionaria actitud, se llega a una huelga en el mes de diciembre de 1934 que tiene una duración
de once días y que es respondida, al estilo de la época, con represión policial, amenazas, represalias, cesantías, sin indemnización alguna. La patronal recurre a la incorporación de personal de otras localidades, una treintena de trabajadores, a quienes aloja en hoteles, le abona viaje y comida. Cabe recordar aquí, como homenaje a los luchadores de ese momento, a un viejo tenaz batallador como José Gende, fallecido hace muchos años. Su nombre, junto al de Enrique Arenz, surge hoy en estas líneas como homenaje a todos los que ofrendaron sus esfuerzos por la construcción de la organización sindical y cuyos nombres fueron absorbidos por el tiempo.
Los “escuadrones” policiales (como se denominaba a los policías a caballo, miembros del escuadrón policial), el personal rompehuelga (“crumiros”) traído de otros lugares,
las amenazas, sanciones y cesantías, y todo tipo de tropelías hacen que la huelga pierda su efecto, y a los once días de lucha es levantada. El gremio conoce en carne
propia una dolorosa enseñanza para el movimiento obrero, “no hay acción de lucha sin bajas”; pero también comienza a foguearse en la secular lucha de clases entre el capital y el trabajo.
Pese a la derrota, y como resultado de la lucha, al poco tiempo, los salarios son incrementados y se logran algunas otras mejoras en las condiciones de trabajo. No es difícil interpretar estas consecuencias como resultado positivo de los heroicos luchadores.
Sin embargo, se trata de fortalecer a la organización naciente y se alquila un local pequeño en la calle Moreno entre España y XX de Septiembre para asentar la labor
sindical. Pero el golpe había sido muy duro. A los pocos meses esta experiencia se debilita, porque no puede llevarse adelante con el esfuerzo de unos pocos. Se resuelve la disolución, liquidando sus bienes y donándoselos al Movimiento Republicano Español. Ya sacudía al mundo progresista y a nuestro país en particular, la sangrienta Guerra Civil Española que asoló a España durante casi cuatro años y sirvió como experimento para las fuerzas fascistas y de preparación de la Segunda Guerra Mundial.
El lento crecimiento de la industria eléctrica
Mientras tanto, la industria eléctrica continuaba creciendo muy lentamente y con mucho esfuerzo. Así el Censo de la Dirección General de Estadísticas de la Nación informaba que la producción de electricidad había crecido en el país de 1.861.420.000 kwh. en 1953 a 2.461.329.000 kwh. en 1959 (32,2% más). El consumo había acompañado ese crecimiento paulatino en 1.487.416.000 kwh. y 2.055.000.000 kwh. (38,1% más) entre ambas fechas.
Al 31 de diciembre de 1939, existían en el país 946 usinas en actividad y el personal ocupado entre los cuatro años mencionados había crecido de 7.470 a 11.982 trabajadores. Por su parte, se informaba que el capital invertido llegaba a alrededor de 1.550 millones de pesos moneda nacional. (Diario LA CAPITAL, 29 de marzo de 1941.)
// Intento definitivo //
Otros intentos se llevaron a cabo pese a las represalias de la Empresa Eléctrica. Ya corría el año 1943. Un grupo de compañeros se reunía casi secretamente. Solamente mencionar la intención sindical, entrañaba cometer un delito pasible de severas sanciones, de ahí la reserva y lo pequeño del grupo.
Actuaban en locales prestados solidariamente por organizaciones hermanas. El Sindicato de Canillitas, ubicado en la esquina de Funes y 25 de Mayo y en un modestísimo y pequeño local del Sindicato de Mecánicos (San Martín casi esquina Funes, entre ésta y Olazábal, vereda impar).
Es precisamente allí que se convoca a una Asamblea de trabajadores de la Usina, pero apenas concurren unos pocos. Se vuelve a insistir, y el 4 de junio de 1943, cuatro compañeros José Altuna, Jorge De Echave, Enrique Arenz y Andrés Rivero, convocan a una reunión de trabajadores de la Usina Eléctrica, entre otros, además de los nombrados, Jorge A. Soldini, Pedro Malavento, Francisco Cirilo Giménez y algunos otros que resulta difícil recordar sus nombres, pero no su lucha ni su dedicación a esta causa de los trabajadores.
La reunión tiene un parcial fracaso, las causas no eran difíciles de comprender: era la noche del 4 de junio de 1943, llega la policía y la disuelve. Reinaba en todo el país el
Estado de Sitio, había estallado la Revolución de 1943. (Vivencias de ENZO CIONFRINI, ex secretario general.)
Se producen algunas reuniones más, hasta que se conforma la Sociedad de Luz y Fuerza de Obreros y Empleados de la Compañía de Electricidad del Sud Argentino. En esa reunión constitutiva, es elegido como Presidente Francisco Cirilo Giménez, tablerista, acompañándolo como vicepresidente Pedro Malavento.
Se decide abrir un pequeño local propio en la calle Rivadavia 3685. En realidad, no era un salón, sino solo un zaguán, que de todas formas pudo albergar el enorme deseo de justicia de los soñadores de ese entonces. Giménez lleva un pequeño mueble rinconero -primero y casi único mueble en el local- donde se acomodaron los pocos papeles que ya se disponían.
Cuando la patronal avizora la formación de la nueva sociedad, comienza a ejercer una fuerte presión sobre Giménez, amenazándolo con la cesantía, a la vez que se lo
saca como Tablerista y se lo traslada al sector de Redes. La presión es muy fuerte, Giménez decide renunciar a veinte días de su elección, siendo suplantado por el compañero Pedro Malavento, quien llevó adelante una dura lucha por mantener la organización y pudo soportar las desleales presiones de la patronal.
El 8 de octubre de 1943
Nuestro Sindicato fue fundado realmente entre los meses de junio y julio de 1945, a muy pocos días de producido el golpe de Estado. No lo fue ese mismo día dado que, como decíamos, al producirse el movimiento militar, se suspendió la reunión.
La fecha del 8 de octubre de 1943 surge en el momento de presentar la documentación de constitución de la nueva organización, para darle fortaleza legal. Se decide presentar la papelería correspondiente para el otorgamiento de la personería legal y jurídica ante el Departamento Provincial de Trabajo. Al no poderse precisar la fecha exacta de fundación, se estampó la del día en que se presentó la papelería. ( Vivencias de PEDRO MALAVENTO, ex Secretario General. )