A poco de realizarse el acuerdo YPF-Chevron sobre Vaca Muerta impulsado por el Gobierno Nacional, y que fuera acompañado con el decreto 929/13 que habilita a más “Chevrones” en nuestro país, acaban de reprimir una de las primeras movilizaciones en su contra. La represión sobre la manifestación convocada por la CTA junto a organizaciones sociales, ambientales y políticas, que incluyó gases, balas de goma y de plomo, se produjo en las cercanías de la legislatura de la provincia de Neuquén, donde se debía tratar el acuerdo con la empresa.
A poco de que se firme el acuerdo con la compañía transnacional (de origen estadounidense), demandada por Ecuador por 19 mil millones de dólares por contaminación. A poco de abrirle las puertas a la fractura hidráulica o “fracking” (técnica de extracción sobre los recursos no convencionales), que produce graves daños humanos y ambientales. A poco de firmar un acuerdo que garantizará el retroceso de la soberanía nacional: la respuesta son los palos al pueblo.
Desde hace 40 años, las políticas neoliberales implementadas en nuestro país son la base que sustentan los cambios a favor de los que detentan el poder: los grupos multinacionales. Esto es imposible establecerlo sin un directo y concreto perjuicio para el pueblo.
La instrumentación de las iniciativas que favorecen la lógica privatizadora desarrolladas durante este tiempo, y aun vigentes en nuestro territorio a través de las concesiones realizadas por décadas sobre nuestro suelo y recursos, son parte de la vigencia de aquel poder.
La decisión de abandonar conceptos vigentes e ineludibles en el mundo, como el que proclama que la energía es un “bien social” que pertenece al pueblo y que no es una mercancía (o un commodity más del mercado internacional), como lo venimos sosteniendo desde siempre, sigue dando sentido a la decisión política de entrega y sometimiento. Esto lo demuestra el acuerdo “YPF-Chevron”, que lamentablemente es una demostración más de esta política.
El informe de la llamada “Comisión Zanelli” de Chile del año 2007 (la presidenta por entonces era Bachelet) y a cargo del especialista y científico Jorge Zanelli, dice: “la energía es un bien que incide directamente sobre el desarrollo. A su vez, éste constituye un factor fundamental de la seguridad nacional para un país, en tanto aporta estabilidad, cohesión social y una mejor o peor posición estratégica. Luego, es posible afirmar que la energía es un producto estratégico, en tanto constituye un recurso cuya escasez compromete el cumplimiento de los objetivos que se derivan del interés nacional”.
Entendemos, y cada vez más queda demostrado, que la energía es un bien estratégico y hace a la soberanía y a la posibilidad de desarrollo de un país. La energía hace al modelo productivo de un país, pero la situación energética mundial va empeorando con el correr de los años. Hoy más que nunca ser un país productor de energía (o no serlo) hace a la dependencia, a la interdependencia y al nivel de desarrollo económico y social.
Tiene un valor estratégico mundial enorme. El poder que tenga o no un Estado, va a depender directamente de la capacidad energética con que cuente. En este sentido, podemos afirmar que nada de lo que sucedió y sucederá en Medio Oriente en los últimos 30 años, incluyendo guerras, invasiones y procesos de desestabilización (como la inminente invasión a Siria que por estas horas realizarían tropas de los Estados Unidos y sus aliados), es ajeno al tema energético. Existen otras, pero la razón más importante es concreta, material y tiene que ver con el control sobre el petróleo, el gas y el agua: sobre los recursos estratégicos-energéticos mundiales.
También entendemos que la energía es un derecho humano. Nadie puede vivir con dignidad sobre este planeta tierra sin acceso al agua, al gas y a la electricidad. Esta concepción sobre los recursos y bienes comunes requiere de mayores niveles de organización, coordinación y lucha de los pueblos.
Como dicen en su declaración sobre el acuerdo YPF-Chevron los compañeros de la CTA de la Provincia de Neuquén, que acaban de ser tremendamente reprimidos: ”no seremos cómplices de esta aberrante entrega”.
Por eso, los trabajadores y el pueblo en su conjunto, decimos:
No! a la prorroga de concesión hasta el año 2048 del área General Mosconi.
No! a la entrega de los recursos estratégicos que son parte de nuestros bienes comunes.
No! a la libre comercialización en el mercado externo del 20% de la producción de los hidrocarburos.
No! a la invasión de los territorios mapuches y demás pueblos originarios.
No! a la continua entrega de la soberanía.
No! a las cláusulas secretas como tiene el acuerdo YPF-Chevron.
No! a la fractura hidráulica. Como dice el obispado de Neuquén: “el fin no justifica los medios”.
No! a la explotación de los hidrocarburos no convencionales hasta que se certifique que no contaminan ni que producen impactos ambientales.
No! al acuerdo con Chevron, empresa que esta demandada en Ecuador por 19 mil millones de dólares por contaminar mas de 500 mil hectáreas. Además, tiene juicios similares en Nigeria, Angola e Indonesia.
En definitiva, decimos No! a la política energética que ratifica el rumbo de la entrega, el sometimiento, el saqueo de nuestros recursos y produce el daño al medio ambiente y a las personas.